Vicenta González es una mujer de 74 años que fue galardonada recientemente por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) con el premio Nansen que se otorga cada año a una persona, grupo u organización en reconocimiento a su extraordinario y dedicado servicio a los refugiados, desplazados internos o personas sin patria.
Doña Vicenta, es una líder comunal que vive en Upala, y que le ofrece asistencia a los solicitantes de refugio recién llegados al país. Además, les da las herramientas necesarias a las mujeres del lugar para que no sean víctimas de violencia doméstica, ya que ella lo vivió de joven, pero logró romper con ese círculo y no quiere que nadie más lo viva.
Por eso, las puertas de su casa siempre están abiertas para ayudar y si se trata de mujeres agredidas hasta las acompaña a la Fiscalía o el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) a poner la denuncia.
Ella nació en Nicaragua y se nacionalizó costarricense, pues vive con nosotros desde hace 52 años.
Doña Vicenta les ayuda a los solicitantes de refugio y refugiados en el norte del país a integrarse y encontrar la ayuda y protección que necesitan. Además de colaborar en la promoción de sus derechos, el acceso a las oportunidades económicas y a asegurar vidas libres de agresiones y violencia.
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Además, ella tiene una pequeña plantación de cacao en su finca llamada “Cacaotica”, en la que junto a otras mujeres que ella ayudó, logró fundar la Asociación Mujeres Emprendedoras de las Comunidades de Upala (AMECUP), una cooperativa con la que produce cacao y lo procesa en varios productos de comida y de belleza (manteca y jabón) con los que brinda sustento a sus coterráneos recién llegados.
Durante su estancia en Ginebra, Suiza, donde le entregaron el premio, doña Vicenta tuvo la oportunidad de reunirse con diplomáticos y empresarios, lo cual le permitirá fortalecer su emprendimiento y dar mayor proyección a su trabajo a nivel nacional, regional e internacional.
Pero sus obras de bien no se quedan ahí, ya que durante 40 años fue la partera del pueblo, por eso todos los lugareños la conocen desde que abrieron sus ojos por primera vez.
Su ayuda es invaluable, ya que solo del 2018, año en el que se dio el último estallido social en su país, a la fecha, les ha metido el hombro a más de 400 mujeres, quienes en su mayoría huían de la violencia en Nicaragua.
Servicial
Doña Vicenta dice que desde niña tiene un espíritu de servicio para ayudar a los demás, en especial a los más necesitados, pese a que era muy pobre, a escondidas sacaba comida de su casa para llevarles a los vecinos enfermos o que no tenían nada para comer, lo que le valió más de una regañada de su madre.
Hoy sigue siendo una mujer humilde, emprendedora y luchadora, que considera que es más importante entender a las personas que juzgarlas.
“Soy independiente, rebelde. Nunca me gustó que me dijeran que no podía lograr algo. Soy inteligente y sabia, aunque nunca fui a la escuela”, aseguró.
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Le preocupa la pobreza de su pueblo, el estado de las calles y los puentes y crear comunidades donde haya trabajo y paz para las mujeres.
También desea respaldar a las mujeres que lo necesiten, verlas progresar con un trabajo que les dé el sustento para ellas y sus familias, que tengan la oportunidad de estudiar y prepararse y un acceso a las oportunidades que ella no tuvo.
Además sueña con tener una finca más bonita, construir un local para seguir ayudando a más personas y una casa en buen estado para vivir sus últimos años con tranquilidad, aunque aclara que aún no se quiere morir porque tiene mucho por hacer aún.
– ¿Alguna enseñanza que le haya marcado la vida?
La pandemia me enseñó a ser creativa, a no rendirme. Con el covid-19, toda la comercialización de nuestros productos de cacao se detuvo. Todas las mujeres que trabajan conmigo se pusieron muy tristes. Me senté a pensar y creí que había que hacer algo nuevo. Nos pusimos a sembrar árboles maderables, frutales, ornamentales. Sembramos como cinco mil y los pudimos vender todos. Así nos sostuvimos. No había tiempo de sentarse a lamentarse. Había que pensar y encontrar las ideas para salir adelante.
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–¿Ha experimentado la discriminación?
Sí. Cuando una va a un centro de salud y recibe un mal trato. Cuando no le ponen atención al hacer un trámite en una institución. Creo que hace falta más solidaridad y humanismo para detener la discriminación.
–¿Qué le dice a los líderes del mundo ahora que ha ganado este premio?
Que es hora de escuchar a las mujeres. Que apoyen a aquellas que están en abandono. Que no es justo que ellas no puedan acceder a los mismos puestos, que ganen menos que los hombres por hacer el mismo trabajo. Que a las personas migrantes hay que darles oportunidades y enseñarles para que puedan salir adelante. No quieren nada regalado, solo oportunidades.