Sergio Castellón tuvo que tomar una de sus decisiones más difíciles en 2017: quedarse en León, Nicaragua, cuidando a su mamita y a su abuela o, venirse para Costa Rica, para poder ayudar económicamente a su familia.
Hoy, con 33 años, Sergio ve para atrás ese 17 de julio del 2018 y no lamenta en lo más mínimo esa decisión, ya que le permitió traer el sabor de la cuchara de su abuela y montarse su propio negocito.
“Mi mamá, en realidad, no quería, ni mi abuelita. Era una decisión que estaba entre la espada y la pared, pues yo sí quería venirme, pero también, al mismo tiempo, no quería dejarlas a ellas solas porque ya son bastante mayores”, nos contó en entrevista.
“Al final decidí que venirme era lo mejor y no me equivoqué, porque esto ha ayudado a mi familia muchísimo, hemos crecido y, gracias a Dios, nos ha bendecido mucho”, expresó.
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Y es que, antes de venir a Costa Rica, Sergio trabajaba cargando leche para una señora que era dueña de una quesería.
A pesar de que las jornadas eran bastante cansadas, le permitían llevar el arroz y los frijoles a su casita, pero Sergio soñaba con más.
En las venas
Para cambiar un poco de ambiente y buscar mejores condiciones, dejó a su abuelita, Azucena Urbina, y a su mamá, Silvia Urbina, y viajó a Costa Rica.
Según nos explicó, a diferencia de muchos otros nicaragüenses, no se tuvo que venir a ciegas, ya que tenía una hermana que llevaba varios años viviendo acá, y ella lo guio en todo el proceso.
Una vez en suelo tico, se puso manos a la obra y consiguió trabajo en su verdadera pasión: la cocina.
“El primer trabajo que tuve fue en Sabor Nicaragüense, ahí en el centro de Liberia. Pero, yo tenía en mente ponerme mi propio negocio”, aseguró.
Y es que, resulta que el amor por la comida lo lleva en la sangre.
“Todos en mi familia cocinan. En Nicaragua la gente cocina a lo típico, con ese sabor único. Entonces, desde muy temprana edad, yo cocinaba en los eventos de mi familia: la fiesta navideña, el 7 de diciembre (la Gritería), los fines de año.
Y como dicen, “lo que bien se aprende, nunca se olvida”, Sergio tuvo la salvada de tener la mejor profesora: su abuelita.
“Hasta hoy mantengo el sabor de ella en la punta de la lengua”, recordó con cariño.
De esa cuchara y ese amor por la comida, fue que nació, tras años de sudar la gota gorda y ahorrar cada cinco que podía, “Soda Colonial”, el orgullo de su familia.
Sabor único
“Gracias a Dios, llegué a cumplir el sueño y ahora tengo mi negocio. Fuimos comprando platos, vasos, herramientas y, poquito a poco, esforzándome, hoy por hoy, ya tenemos cinco años de estar abiertos.
“Tenemos muchos clientes que nos visitan a diario, hay gente nueva que llega también. Entonces, gracias a Dios, hemos podido mantener el punto y, sobre todo, hemos podido mantener el sabor de la comida de nuestro país.
Según nos contó, hay cinco platillos que le quedan --y a su hermana, que es la cocinera oficial de Soda Colonial--, de muerte lenta.
El primero es su especialidad, los asados a la parrilla.
“Eso se acompaña con gallo pinto, una tajada de plátano verde, ensalada, queso frito y el cliente elige la carne. Puede ser res, cerdo o pollo, pero también puede ser mixto”, nos antojó.
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A los asados les siguen las enchiladas que, según nos aseguró, son únicas en Liberia; también están las ensaladas, el taco, el quesillo y el vaho.
“Hay otros negocios, pero la gente siempre proclama la de nosotros y la busca”, dijo con orgullo.
Lo mejor de todo es que nos quiso compartir el secreto de su éxito.
“La calidad ante todo. También, nosotros mantenemos lo que es la cultura”, adelantó.
“El sabor no se puede perder, por eso no cambiamos la receta por nada y, eso hace que la gente nos siga visitando.
En cuanto a su abuelita, doña Azucena, recién cumplió los 90 años (el pasado viernes 6 de junio) y se le infla el corazón de pensar en el negocio de su nieto.
“Para ella es un orgullo porque, al final de todo, se dio cuenta que sí, le dolió mucho habernos separado, pero fue también un beneficio”, manifestó.
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Si usted quiere darse una vuelta por Soda Colonial, la puede encontrar en Liberia, donde atienden de 11 de la mañana a 11 de la noche, o si no quiere salir, puede hacer los pedidos exprés al número 6306-8956.
También los puede encontrar como “Soda Colonial” en todas las redes sociales.