Nacional

La pesadilla de ser mujer trans en el "país más feliz del mundo”

Natalia, Jimena y Gaby nos cuentan la realidad a la que se enfrentan a diario en un país que les sigue negando sus derechos

EscucharEscuchar

“Nosotras nacimos mujeres en un país donde las mujeres no valen casi nada”.

Esa frase, tan fuerte, es parte de muchas palabras amargas dichas por tres mujeres transgénero a las que invitamos para compartir una tarde de entrevista con el objetivo de entender mejor cómo es el diario vivir de una transgénero en Costa Rica.

Nos motivó el episodio que vivió Natalia Porras el 12 de octubre, cuando un oficial de Tránsito le pidió la cédula y, después de revisarla, comenzó a llamarla por su nombre en el Registro Civil, lo que para ella fue un atropello a su persona.

Natalia, Jimena y Gabriela, nos visitaron la semana anterior para hablar de la realidad costarricense de las mujeres transgénero. Foto Nina Cordero. (Nina Cordero)

Invitamos a Natalia, a Gabriela Sanabria, quien ganó Miss Costa Rica Gay en el 2015, y a Jimena Franco, quien acaba de ganar el premio a mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de Guayaquil por su actuación en la película tica "Abrázame como antes", de Jurgen Ureña.

Alegres, simpáticas, amables, hablantinas y dicharacheras. Así fueron siempre durante las casi cuatro horas de conversación, que incluyó dos sesiones de fotos, una durante la conversona y otra en el estudio.

“Ninguna de nosotras decidió ser mujer. Esa no es una decisión de vida, eso no es una enfermedad que se cura con una pastillita o una inyección... Nosotras nacimos mujeres. Ese, para la sociedad, es nuestro pecado; sin embargo, para nosotras es la gran bendición de la vida porque amamos ser mujeres, lo disfrutamos, lo celebramos y lo agradecemos las 24 horas del día”, explicó Jimena antitos de iniciar las preguntas.

A continuación, algunas de las respuestas de estas tres amigas que, como respondían las tres al mismo tiempo, permitieron que toda respuesta se les facturara a nombre de las tres. “No hay problema, somos de las mismas y pensamos casi igual”, dijo Gabriela.

-¿Abusó el oficial de Tránsito de Natalia al no darle pelota al "conocido como" que viene en la cédula?

Después de analizar todo lo que pasó –respondió únicamente Natalia– hasta le doy la razón al oficial, porque él no tiene la culpa. El gran culpable es el Gobierno, el cual se ha burlado de nosotras y hasta nos ve cara de payaso.

Jimena metió la cuchara para agregar que ya es hora de que el Gobierno les quite el "conocido como" en la cédula y les deje sólo su nombre de mujer para evitar ser tan humilladas en la mayoría de instituciones del Estado. "El 'conocido como' es una burla para nosotras", sentenció.

El sencillo hecho de ir a un centro comercial es todo un calvario para ellas, si ocupan ir al servicio sanitario sufren de estrés, porque las mujeres y los hombres, en la mayoría de ocasiones, las agreden. Foto de Nina Cordero. (Nina Cordero)

-¿En verdad las instituciones del Estado las agreden?

Me encantaría que nos acompañara a una cosa tan simple como sacar una cita en el Ebáis. Los que atienden comienzan todos amables, incluso hasta aventados con nosotras, pero cuando les damos la cédula y leen el nombre de hombre todo cambia y hasta nos humillan. Pasa con secretarias, recepcionistas, enfermeros y doctores… y eso solo es una pruebita con una institución como la Caja Costarricense de Seguro Social. Ni hablar de las demás.

-¿Hemos avanzado como sociedad en el respeto a las mujeres transgénero?

(Risa total entre ellas). Ni un paso. A nosotras nos dicen de todo, que somos hombres vestidos de mujeres, la gente en las calles nos ve como bichos raros. Todo está bien mientras no sepan que somos transgénero, a partir de que saben comienzan las agresiones y comienzan a vernos como unos monstruos porque la mujer en este país es insultada, abusada y hasta asesinada.

“Alquilar casa es un calvario, en el momento en que se dan cuenta que una es transgénero pasan dos cosas, o suben al doble el alquiler o te dicen que no agresivamente”. Natalia Porras. Foto Nina Cordero. (Nina Cordero)

-La verdad no les creo mucho, ¿es tan real eso de que las discriminan en muchos lugares?

Ah, ¿no nos cre? Lo invitamos a tomarse un refresco con nosotras en Terra U (bar restaurante en San Pedro, en la puritica calle de la Amargura). Ahí no nos dejan entrar, se tomará ese refresco solo porque a ninguna de las tres nos permiten el ingreso.

En eso Jimena toma la palabra y asegura que el restaurante chino que está en plaza Víquez, el Meylin, no la dejó pasar a la zona donde se bailaba única y exclusivamente por ser una mujer transgénero.

-¿Cómo hacen entonces para tomar una simple decisión como la de ir a comer a algún restaurante?

Ahí es donde comienza la agresión psicológica de la sociedad. La verdad es que se sufre demasiado. Si alguien nos invita a cenar, por ejemplo, se inicia el estrés de pensar que si nos van a aceptar o nos van a echar, que si nos dejan entrar al rato pueden sacarnos, que si estamos comiendo y a mitad del plato nos insultan. Duele mucho, lo que para todas las ticas es una simple decisión para nosotras es un infierno.

Gabriela tomó la palabra para dar un ejemplo: “Vivimos como vivían los negros en las épocas de la esclavitud, cualquiera puede agredirnos y el resto, lo máximo que hará, será reírse de nosotras”.

–¿Se les complica, por ejemplo, algo como irse a dar una vuelta a un centro comercial?

Totalmente. Y vamos a seguir con las agresiones psicológicas, si se llega el momento de ir al baño. Comienza el estrés porque si vamos al baño de mujeres, alguna mujer puede agredirnos diciendo que ahí no nos toca y si vamos al de hombres la cosa se pone peor, entonces es mejor aguantarse… por eso decimos que estamos como en las épocas de los esclavos.

-¿Notan ustedes que en la calle las ven mal?

Totalmente. Los hombres se tocan el hombro, nos dicen cosas, incluso algunos se sienten con el derecho de tocarnos. “Ahí le mando” es una de las frases que más se dicen entre los hombres y la odiamos. “No se vaya en todas, mae, eso es un hombre”.

"Así de humillantes son las cosas que tenemos que escuchar con el simple hecho de ir a San José, por eso mejor no vamos, evitamos al máximo salir, porque ni imaginarse ir al parque Central o la plaza de la Cultura, terminamos como payasos.

“Ir a un restaurante es un calvario, no sabe una en qué momento te pueden echar o te van a insultar, es demasiado estrés psicológico. Mejor uno pide para comer en la casa”. Gabriela Sanabria. Foto Nina Cordero. (Nina Cordero)

-¿Qué piensan de que 18 diputados de ocho partidos le metieran un salacuartazo, el miércoles 18 de octubre, al decreto del Gobierno contra la discriminación por motivos sexuales, porque según ellos se les viola los valores judeocristianos y la libertad de pensamiento y de expresión?

Duele confirmar que el Estado y los padres de la patria se quedaron perdidos en el tiempo, se olvidaron del respeto. ¿Qué va a saber un diputado de las necesidades nuestras?, uno no entiende en qué planeta viven. Nosotras queremos hablar con los diputados, queremos explicarles a esos diputados (Restauración Nacional, PLN, PAC, PUSC, Renovación Costarricense, Alianza Demócrata Cristiana, Movimiento Libertario y Accesibilidad Sin Exclusión) lo que significan nuestros derechos, pero ninguno nos quiere atender, no entendemos por qué nos tienen miedo.

¿Qué les gustaría decirles?

Que somos seres humanos y que merecemos respeto, que la comunidad transgénero no está buscando ningún trato especial, nada de eso. Lo único que queremos es que se nos trate tal cual se trata a cualquier costarricense.

¿Un ejemplo de trato discriminación hacia los transgénero?

El más típico es a la hora de buscar trabajo. Una envía el currículum y parece que a las empresas les diera miedo contratar mujeres transgénero, con solo ir a la entrevista nos dicen inmediatamente que no. No tenemos oportunidades reales de crecer en esta sociedad. La escuela y el colegio son un martirio de humillaciones, el transgénero que sobrevive a la escuela, el colegio y la universidad se da cuenta que laboralmente estamos muertas. Nadie nos abre las puertas, ni siquiera en un call center (centro de llamadas).

¿Otro ejemplo?

McDonald’s. Para el día del Big Mac se luce llevando gays, pero jamás le ha abierto las puertas para celebrar ese día a un transgénero, nos tienen olvidadas, no existimos para ese tipo de empresas. Prefieren llevar a un gay todo maquillado que a una mujer transgénero.

“No andamos buscando privilegios o que nos den algo de más, lo único que deseamos es ser tratadas como cualquier persona, con respeto”. Jimena Franco. Foto Nina Cordero. (Nina Cordero)

¿Otro más?

Hace poco una empresa nos dijo que quería contratar transgéneros y que si, por favor, les dábamos un taller par poder hacerlo. ¿Así o más feo?, o sea, necesitan saber cómo comportarse ante los monstruos. Es que no pedimos nada más que respeto, que nos dejen de ver como incapacitadas sociales. O sea, en las empresas van a comenzar a dar talleres para que los empleados aprendan a tratar a hombres y a mujeres, ¿cuándo se ha visto eso? Exactamente eso se llama discriminación, agresión. Contraten a un transgénero y punto. Por asuntos de la misma vida todos los empleados deben respetarse.

¿Duele ser mujer transgénero en este país?

(Responde Jimena) Enoja, pero no duele. Enoja porque como sociedad pasa el tiempo y no avanzamos, pero vamos a dejar algo muy claro: nosotras nos amamos como somos, disfrutamos nuestra feminidad, le damos gracia a Dios por cada día que nos permite vivir, sabemos nuestras capacidades y todo lo que podemos aportarle al país. Salimos con objetivos claros y con mente positiva, por eso ganamos concursos, como Gabriela, o batallas legales, como Natalia, o bien nos destacamos en nuestro trabajo como yo.

¿Un mensaje final para el país en general?

Tres palabras, una por cada una de nosotras que vino hoy: respeto, respeto y respeto. No puede ser que hasta para vivir tengamos que pedir permiso.

Eduardo Vega

Eduardo Vega

Periodista desde 1994. Bachiller en Análisis de Sistemas de la Universidad Federada y egresado del posgrado en Comunicación de la UCR. Periodista del Año de La Teja en el 2017. Cubrió la Copa del Mundo Sub-20 de la FIFA en el 2001 en Argentina; la Copa del Mundo Mayor de la FIFA del 2010 en Sudáfrica; Copa de Oro en el 2007.

En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.