La Caja del Seguro debe dejarse de palanganeos y obligar a vacunarse, contra el covid-19, a los 300 empleados que están jugando de exquisitos y rechazan aplicarse la dosis.
Lo más que les concedo es que tengan nervios por los posibles efectos secundarios, y para ello la Caja tiene el personal idóneo para aclarar las dudas. Si después de esa terapia emocional siguen con el cuentito, la institución debe amarrarse los pantalones.
El médico y doctor en Bioderecho, Alejandro Marín, marca claramente la cancha.
Marín explica que los funcionarios deben evitar exponer a sus pacientes al virus, así como velar por no ocasionar posibles contagios en centros hospitalarios.
“Si yo llego con una enfermedad infectocontagiosa al hospital voy a hacer un contagiadero. Entonces, mi primera obligación ética y moral es, primero no hacer daño a mis pacientes antes de hacerles el bien.
“Esto es muy interesante. Antes de hacer bien asegúrese de no hacer daño. Entonces, el deber de estos médicos, enfermeras y personal de salud es vacunarse”. Más claro no canta un gallo.
Su posición se une al criterio de la abogada laboralista, Paola Gutiérrez. Ambos profesionales coinciden en que la Ley General de Salud y la Ley de Vacunación otorgan al Estado la potestad de declarar obligatoria la aplicación de las dosis.
Días atrás, la doctora María Luisa Ávila, directa como siempre, dijo sobre este tema: “Se respeta a la gente que no quiera vacunarse, pero si usted con esa actitud puede poner en riesgo a una persona, sobre todo a una muy vulnerable como un paciente con cáncer, leucemia o a adultos mayores, pues simple y sencillamente búsquese otro trabajo”. Punto.