Mi deseo no es basurear la buena voluntad de la Junta de Educación de la escuela República de Paraguay, en Hatillo, presidida por doña Virginia Guillén, que al ver lo fea que estaba la bandera de Costa Rica del centro educativo decidieron pagar a fabricar otra, y bien grandota, que hiciera a la comunidad educativa sentirse orgullosa de lucir ese símbolo patrio.
Sin embargo, en la confección se cometió un serio error cívico: todas las franjas tenían el mismo tamaño, cuando la roja debe ser el doble de ancha que las azules y las blancas.
El asunto había pasado inadvertido hasta que llegó La Teja a preguntar por el asunto y lo que más sorprende es que ningún maestro, ni la directora, se habían percatado de la pifia.
“Yo si acaso tengo un mes de estar acá, ya hemos venido haciendo correcciones de ideas que yo les doy, pero cuando yo llegué esa bandera ya estaba puesta”, manifestó la directora, Mary Araya.
Sencillamente no entiendo que algo como una banderota de ese tamaño, y con la evidente desproporción en el tamaño de la franja roja, no haya notado por doña Mary en un mes de estar yendo todos los días al centro educativo.
Pero tampoco hubo un maestro que hiciera la advertencia y eso que, según los planes del MEP para los Estudios Sociales, en la escuela el tema de los símbolos nacionales se ve de primero a tercer grado. Usualmente se les dedica tiempo especial, sobre todo durante la semana cívica, en setiembre, por la celebración de la Independencia.
Parece que en la escuela República de Paraguay había que esperar hasta setiembre para que los maestros se dieran cuenta del tamaño de la franja roja.
El historiador y profesor universitario Vladimir de la Cruz enfatiza en que ese error se dio porque no hay educación sobre los símbolos patrios.
“Probablemente las autoridades educativas de esta escuela saben muy poco del respeto, la formalidad y el culto que se le debe dar a los símbolos nacionales”, dijo De la Cruz y con lo dicho por él, no echo más leña a la hoguera.