El golpe a otro grupo narco de este martes en la zona sur, la Operación Diamante, el triunfo de la Sele contra Honduras, y ni qué decir del reinicio del campeonato, con público en los estadios y con goleadas de Saprissa, Liga y Heredia.
Todo esto es celebrado en el Ministerio de Educación. La razón es muy simple, le quitan los focos al cuestionario “Factores asociados” de las pruebas FARO cuando es imprescindible dar con los responsables. Ya en el gobierno anterior hubo influencia ideológica en los exámenes.
Las rápidas renuncias de la ministra Guiselle Cruz, la viceministra académica Melania Brenes y Pablo Mena, director de Gestión y Evaluación de la Calidad, líder del desafortunado proyecto, son insuficientes para evitar futuros horrores.
Son fallas recurrentes en el MEP, no obras de la casualidad.
En este nuevo escándalo hubo maltrato a los escolares, obligados a contestar 600 preguntas entre las 9 a. m. y las 2 p. m., sometidos a estrés y hambre.
Se les preguntó si asistieron a preescolar, por qué van a la escuela, dónde hacen las tareas, como es la casa, si tienen celu, compu, preguntaron de todo.
Es difícil comprender por qué el MEP los sometió a este suplicio cuando buena parte de la información que intentaron sacar está disponible en otras bases de datos.
El Sistema Nacional de Información y Registro Único de Beneficiarios del Estado (Sinirube) unifica datos de 4, 8 millones de personas y 1, 4 millones de hogares.
El Ministerio de Educación participa en Sinirube, donde la información se recoge y emplea con apego a la ley. ¿Cuál era el propósito de semejante aberración? El MEP debe ir a examen.