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Este martes 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, es un momento ideal no solo para que cada una de las 7.078 familias enlutadas por el covid -19 reflexionen sobre la pérdida de su ser querido, sino también sobre la responsabilidad de los que seguimos vivos de cuidarnos y a nuestros seres queridos.
Y aunque entiendo lo desgastante que ha sido esta larga batalla contra el mortal virus, sigo sin entender cómo si muchos hemos sufrido la pérdida de un familiar, y los que no han pasado por ello conocen al menos una familia golpeada por el coronavirus, la irresponsabilidad sigue cada fin de semana.
“Nadie está preparado para perder un ser amado, pero Diosito bueno todo lo tiene en su mano, el día y la hora de nuestra partida. No ha sido fácil, pero la fuerza del Señor es mayor que todo. Mi hijo ha pasado muy duros momentos por lo de su papá, pero sabe que Dios lo está fortaleciendo grandemente
“Que bendición saber que estas cosas difíciles están pasando. Seguimos orando para sanidad y fuerzas de lo alto para todas esas personas que estamos viviendo la ausencia de seres queridos y por los que están enfrentando estas enfermedades terribles, también por los médicos, enfermeras y todo el personal médico que está tan expuesto a contagios”, reflexiona doña Irene Calderón, viuda del médico limonense José Martín Ramírez Prada, fallecido por culpa del covid en abril.
Y es que este virus no afloja, si bien han bajado las cifras en nuestro país, China que lo tiene controlado hoy tiene aisladas algunas comunidades por rebrotes.
Por respeto a ese dolor de miles de costarricenses debemos entender que la pandemia no ha terminado y estas últimas semanas del año debemos extremar las medidas para que podamos tener un mejor 2022.
