Los medios de comunicación han sido muy injustos con la diputada independiente Ivonne Acuña Cabrera.
Me atrevo a decir que es la legisladora más productiva de este período. Lástima que no se permite la reelección consecutiva.
A los hechos me remito. La legisladora Acuña, sin llegar a trabajar, hizo que se reformara una alcahuetería que tenía 29 años de vigencia. Y eso no lo hace cualquiera.
Logró que el directorio de la Asamblea Legislativa aprobara, este martes, exigir a los diputados que cuando estén malitos de salud y tengan que faltar, entreguen una incapacidad de la Caja del Seguro, como hacemos todos los simples mortales a quienes nos llega el 60% del salario.
La alcahuetería que Acuña logró cambiar viene desde 1993, la cual permitía a los diputados ausentarse y seguir cobrando su salario completico con solamente entregar una carta que diga “ausente por motivos de salud”, sin presentar ningún comprobante médico. Así o más sabroso.
Acuña, quien llegó a la Asamblea gracias al partido Nueva República, desde mayo del año pasado ha estado de permiso en permiso sin entregar incapacidades. Su ausencia más reciente viene desde el 11 de diciembre, cuando salió del país, y no ha regresado. Eso sí, ha cobrado ¢14,3 millones de su sueldito de los últimos tres meses aunque solo breteó dos días.
Pero no hay mal que por bien no venga, y le debemos agradecer que los legisladoras se acordaran del viejo reglamento de ausencias y frenaran el método de la ridícula cartita que valía más que un dictámen médico.