El padre Fabio Hidalgo, de la parroquia de Ciudad Quesada, en San Carlos, está como el dicho: “A Dios rogando y con el mazo dando”.
Este sacerdote se puso creativo y creó unos bombones de chocolate para vender y de lo que recoge, ayudarle a la iglesia a pagar recibos como el del agua y el de la luz, los cuales costaba pagar cada vez más, debido a que los templos estaban cerrados por la pandemia.
Hidalgo aprendió a hacer las delicias solito, viendo tutoriales en Youtube y demostrando dos cosas, que la aplicación sirve para mucho más que escuchar música o ver videos graciosos y que el querer es poder.
En la plataforma digital encontró una sabrosa receta con relleno de caramelo salado y con la que, bien, bien, puede hacerle el pique a Charlie, el de la fábrica de chocolates.
Fabio asegura que ahora hasta sabe hacerlos de distintos sabores, como de fresa, caramelo salado con pasas, caramelo salado con maní, amaretto, mango, crema rosanna y chocomenta.
“Vi las iniciativas de otros sacerdotes que están haciendo pan, vendiendo comidas y otras cosas y me inspiré a buscar cómo podía replicar la idea para ayudar también en los gastos del templo. Fue así que me dije a mí mismo, ‘¿por qué no hago chocolates?' y empecé”, dijo el padre Fabio.
Se asesoró con algunos expertos en cacao y con los otros religiosos de la diócesis que hacían pan, crepas y tamales para que le contaran cómo era el teje y maneje de las ventas.
Por cada tanda que hace le salen 50 bombones de chocolate rellenos y dependiendo de los pedidos, hace unos 150 por día y unas tres veces por semana, como máximo.
“Hasta ahora me animo a hacer chocolates, pero fue con ese fin de ayudar a la parroquia, no lo había hecho en ninguna de las otras en las que estuve”, agregó el cura.
Dice que inició solo, pero cuando los demás sacerdotes de la parroquia pueden, le echan una mano con la envoltura de los bombones, empacarlos en las bolsitas, cortando el papel para envolverlos o lavando los moldes, porque las responsabilidades del ministerio sacerdotal son muchas.
Pero la buena mano de la elaboración de los dulces es totalmente del padre Hidalgo ya que él solito los desmolda y los rellena.
Los encargos se los hacen a través del WhatsApp de la parroquia 8451-3156, o al número de la casa cural 2460-5155, así el padre sabe cuántos necesita hacer y de qué sabores. El pago puede ser vía Sinpe móvil.
Cocina de sobrevivencia
El padre nos contó que es sancarleño de cepa y en los seis años y ocho meses que tiene de sacerdocio ha estado en las parroquias de Guatuso, Pital, Santa Rosa de Pocosol y ahora en la catedral de Ciudad Quesada.
El padre dice que viene de una familia numerosa y tanto él como sus hermanos han tenido que aprender a cocinar para ayudar en los quehaceres de la casa y lanzarse al agua, como dicen. Así aprendió a hacer frijoles, arroz, pollo con papas, pan, tortilla española, arroz con leche, picadillos y sopas.
Como las misas presenciales regresaron a algunos templos desde este sábado 27 de junio, le preguntamos al padre si continuará haciendo chocolates y nos dijo que la prioridad para ellos es el ejercicio ministerial y como sacerdotes tienen muchas ocupaciones, pero tratará de seguir preparándolos en sus ratos libres.
Igual, como no le queda mucho tiempo, normalmente prepara los chocolates entre las nueve de la noche y la medianoche, para no descuidar sus labores en la iglesia.
Cada chocolatito pesa 15 gramos y cuesta 500 colones.
Los bombones rellenos están hechos a base de cacao 75% puro y amargo y los dulces de 65% cacao puro con leche.
Hidalgo dice que ojalá ideas como la de él y la de los otros padres cocineros le ayude a otros colegas a sacar el barco a flote, sobre todo en las comunidades en las que están en alerta naranja y, por ende, sin misas.