En Costa Rica hay miles de cocodrilos. Si usted se detiene sobre el puente del río Tárcoles, verá un espectáculo de varias decenas de ellos, sin embargo, hay uno que es el que más amor recibe en todo el país, se llama Juancho y vive en el josefino barrio Cristo Rey.
Juancho es uno más de los rescatados por la Asociación Obras del Espíritu Santo, por el sacerdote Sergio Valverde, quien lo recibió justo hace 10 años, en el 2013, cuando llegó muy malito de salud.
“Cuando lo recibimos venía de un refugio de San José, muy maltratado y nos dijeron que iba a perder un ojito. Nosotros lo cuidamos, lo curamos, le dimos mucho amor. Llegó midiendo como 50 centímetros, justo en junio del 2013, o sea, el otro mes cumple diez años de estar con nosotros y 15 años de vida.
“Los veterinarios y biólogos que están aquí (en el Parque de la Alegría Arca de Noe, que tiene un pequeño zoológico) lo atendieron con excelencia y lo curaron muy bien, a tal punto que no perdió el ojo cuando se decía que era inevitable. Gracias a Dios la visión de Juancho es perfecta”, aclaró el padre Sergio, a quien visitamos el pasado 11 de mayo.
El cocodrilo, 10 años después, tiene el peso y el largo propio de su edad, o sea, en la última década el padre Sergio lo ha cuidado puras tejas. Juancho mide tres metros y veinte centímetros, solo la cola mide 1,52 metros; además, pesa 161 kilos.
El padre explica que el josefino cocodrilo es bien tranquilo y come una vez a la semana, le dan un pollo crudo sin congelar entero y con eso pasa pura vida durante 6 días.
¿De juguete?
A Valverde le da risa que mucha gente piensa que Juanchito es de piedra o de plástico. Es que como el cocodrilo puede estar hasta dos horas en una misma posición sin moverse, algunos llegan, lo ven un buen rato y como no se mueve, aseguran que está puesto ahí, pero que es un juguete.
LEA MÁS: ¡Aló, ¿celulares?! Que dicen los teléfonos públicos que siguen más vivos que nunca
“Es un cocodrilo muy de verdad, aquí lo queremos y lo cuidamos mucho. Así se comportan ellos, cuando hay buen sol se queda quieto mucho tiempo. Siempre me sacan una sonrisa cuando me dicen que les mentí, que ese cocodrilo es de mentiras”, recuerda con alegría el sacerdote.
¿Juancho? Bueno, el nombre tiene su historia en las fábulas que daban por televisión en la década de los ochenta en nuestro país, había una fábula que se llamaba “El Lagarto Juancho” y el nombre se le quedó al padrecito quien, aunque es un cocodrilo, siempre le gustó mucho eso de Juancho y aprovechó la oportunidad para “bautizar” al reptil.
Chineado por la UCR y la UNA
El sacerdote nos recuerda que todos los animalitos del pequeño zoológico que tiene son muy chineados y Juancho no se escapa a los cariños, de hecho, la dieta de él es completamente recomendada y vigilada por la Universidad de Costa Rica. También el lugar tiene zootecnistas y biólogos que pasan en una pura chineadera.
“Hay veterinarios tanto para los animales que encajan en vida silvestre como para los domésticos. Igualmente tenemos convenio con la Universidad Nacional, que nos ayuda también con sus veterinarios y diferentes empresas que nos colaboran con los alimentos especiales para cada animal.
“Aquí todos los animales, en cuenta Juancho, tienen todo lo que necesitan para estar siempre saludables. Lo principal que les damos es amor, aquí tratamos a cada animalito con mucho amor y eso se los traspasamos a los niños que tienen a Juancho como uno de sus preferidos”, comenta el padre.
Juancho ha servido para que el padre Sergio les enseñe a los pequeñitos a querer y cuidar a los animales, a todo tipo, aunque sea un cocodrilo.
Los niños que atiende la Asociación van creciendo viendo todos los días al cocodrilo y por eso le cogen gran cariño y lo sienten como si fuera la mascota personal. Hay niños que se mueren por lavarle los dientes a Juancho.
La gran mayoría de animales que hay en el zoológico de Obras del Espíritu Santo los ha llevado el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) o el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC). Eran animalitos que vivían en cautiverio o estaban heridos y el padre Sergio, con su gente, les dan cariño y los recuperan.
LEA MÁS: La otra cara del calor: Vecino de Coronado lleva cinco días sin agua
“Me encantaría poder regresar a la naturaleza a todos los animales, pero los expertos nos explican que no se puede porque al haber estado en cautiverio, el regreso a la naturaleza prácticamente les provocaría la muerte, porque ya no tienen espíritu de caza o sobrevivencia, por eso aquí los chineamos las 24 horas”, asegura el padre Sergio.