¿Qué habría sido de las esculturas de ciprés en el parque de Zarcero si el año pasado don Evangelista Blanco Brenes no hubiese vencido al covid-19?
De esta pregunta ni el escultor, de 82 años, quiere saber la respuesta; sin embargo, nos lanzó un adelanto: “es que chapeadores hay muchos, pero no hay nadie que haga figuras”.
El jueves 18 de febrero La Teja visitó a este maestro del ciprés en su casa en Zarcero y, como siempre, nos recibió con una gran sonrisa, un muy caluroso “pasen adelante”, pero con la dura noticia, que ya tiene años de repetirla, de que sigue sin nadie a quien heredarle el arte de la escultura en árboles de ciprés.
“Sí hay una persona que me colaboran, pero en las labores básicas de mantenimiento. No se logra encontrar ese alumno que sea dedicado y aunque no sepa absolutamente nada, tenga las ganas y la voluntad de aprender este lindo oficio.
“No entiendo porque lo que yo hago en el parque de Zarcero me deja tremendas alegrías, me hace muy feliz. Yo deseo de todo corazón que las nuevas generaciones disfruten del parque así de bonito como lo tengo, pero seguimos sin nadie que quiera aprender”, explica con gran dolor el artista.
Venció al covid-19
La mirada se le perdió por unos instantes cuando recordó un capítulo que vivió el año pasado.
“Imagínese usted que me dio coronavirus. Claro, lo vencí rapidito, fue cuestión de dos semanas y ya estaba otra vez atendiendo mis figuras, es que cuando me agarró el covid-19 los doctores me dijeron que yo tenía las defensas muy altas y por eso todo fue cuestión de una tos fuerte y guardar reposo.
“Pero, ¿qué habría pasado si a mí me vence el coronavirus? Es una pregunta que me hago. Es importante lograr ubicar un aprendiz. Uno de los orgullos de Zarcero es su parque y así debe continuar por siglos”, explica don Evangelista.
Este trabajador incansable aclara que la búsqueda de un alumno se ha dado desde hace muchos años, pero los que lo han intentado terminan aprendiendo a chapear, pero no se concentran en aprender a hacer las figuras.
“Es un trabajo precioso, pero también de gran esfuerzo, yo ya a las cinco y media de la mañana estoy tirándole duro en el parque y paro como a las cuatro de la tarde. Cada figura necesita atención personal y mucho chineo.
“En verdad que se necesita y rápido alguien que aprenda, mejor dicho, que quiera aprender, ojalá que sea una persona joven para que pueda durar muchos años. Yo aquí estoy deseando enseñar, pero, al menos, hasta el día de hoy nadie ha querido”.
Ilusionado
Después de hablar del tema del relevo, don Evangelista cambió por completo el brillo de sus ojos, se le pusieron alegres y nos recordó que está ilusionado como un carajillo de quince años por las tres últimas esculturas que está trabajando desde el año pasado.
Levantó las manos como quien ataja una bola de fútbol y nos dijo muy feliz que ya avanza bonito la figura de Keylor Navas.
“¿Por qué Keylor?”, le pregutamos.
“Ah es que ese muchacho nos ha dado demasiadas alegrías, la verdad es que sí se merecía su espacio en el parque.
“Ahí voy con la escultura, poco a poco, la chineo demasiado para ir logrando el objetivo desde los primeros pasos. Lo hice atajando un balón porque es así como nos alegra cada vez que juega un partido”, aseguró.
Evangelista por siempre
Otra de las figuras que están en la etapa de amarre de ramas es un Nazareno.
“También lo llevo paso a paso, todavía le falta como un par de años para que esté bien afinadito, sin embargo, ya se va viendo bonito”.
La otra figura que también lo ilusiona es la suya, porque don Evangelista se quiere garantizar el estar por siempre en el parque de sus amores.
“Le doy el mismo cuidado y cariño que a todas. Quise hacerme para ser parte de este hermoso parque. Me hice con sombrero porque me encanta andar siempre con uno.
“Además, no podía faltar Evangelista sin sus tijeras de podar, por eso también me las puse en la mano. En un par de años ya la tendré bien definida, me costará un poco el rostro, que se parezca a mí, pero me esforzaré por lograrlo”, concluye el breteador.