La Iglesia católica en nuestro país hizo, durante este mes, cambios de sacerdotes en varias parroquias. A muchas comunidades les tocó despedir a los curas con los que tanto se habían encariñado y recibir a nuevos pastores para seguir el camino de la fe y la evangelización.
Pero, ¿sabe usted por qué los curas son movidos periódicamente?
Monseñor Daniel Blanco, obispo auxiliar de la arquidiócesis de San José, explicó a La Teja cuál es el sentido de estos movimientos para que todos entiendan el porqué se hacen.
“Los cambios de los sacerdotes en la Iglesia han existido siempre, son parte de la vida ordinaria de la comunidad eclesial, las razones por las que se hacen los cambios son variadas.
“Un muchacho que viene saliendo del seminario no va a asumir una parroquia muy grande, sino que empieza como vicario parroquial con un párroco que vaya enseñándole el quehacer de una parroquia”, dijo el religioso.
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El obispo explicó que, generalmente, los nuevos sacerdotes pasan por varias comunidades como vicarios también para que conozcan las diferentes realidades que tiene la Iglesia, o sea, estarán en parroquias urbanas, en rurales, en urbano-marginales, eso es lo normal cuando se empieza el sacerdocio.
“Ya después se nombrarán párrocos en parroquias pequeñas, ya luego en unas más grandes, y al final de la vida, cuando ya van sumándose los años y ya las fuerzas no son tan grandes, volverán a parroquias más pequeñas, todo eso significa el traslado de sacerdotes.
“También hay otras situaciones dentro la vida de la Iglesia, como algún sacerdote que es enviado a estudiar para alguna especialización y debe ser sustituido, algún sacerdote que se enferma o alguno que fallece, hay que sustituirlos y eso implica que deban moverse unos de una parroquia a otra”, agregó monseñor.
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El religioso informó que los movimientos se hacen cada año, claro, no todos los sacerdotes se mueven anualmente. Lo normal es que los vicarios parroquiales estén en dos o tres parroquias, en periodos de dos años más o menos y los párrocos entre cinco y seis años, puede ser un poco más o un poco menos dependiendo de situaciones específicas.
Los curas siempre que reciben la noticia de que son movidos de parroquia tratan de asimilar el cambio de la mejor forma posible, ya que aunque por su humanidad del duele separarse de las personas con las que convivieron los últimos años, reconocen que son un instrumento de Dios y aceptan la voluntad del obispo que ordena el cambio, confían en que la iluminación divina de Jesucristo está presente en la toma de decisiones de estos cambios.