La asociación “Unidos por un corazón” nació hace nueve años con un fin social, su principal labor son los comedores infantiles para niños de escasos recursos en los barrios del sur.
Sin embargo, la llegada de la pandemia obligó a cerrar los comedores, pero se multiplicaron las necesidades de las familias.
“El cambio ha sido radical, de 180 grados. Tuvimos que cerrar los comedores. En los nueve años que tenemos de trabajo hemos dado ayuda social, consiguiendo ropa, zapatos, etc. Pero ahora (por la pandemia) nos hemos dispuesto a repartir comida cruda a las familias para que no pasen hambre. ¿Cuántos mensajes recibimos a diario? Son incontables, tenemos un teléfono exclusivo para recibir las solicitudes de ayuda y se satura al punto que el teléfono nos manda a decir ya no caben más mensajes”, aseguró Verónica Peña, presidenta la asociación.
Ella asegura que les llena de satisfacción poder ayudar a las personas para que se vayan con el estómago lleno y lanzó una seria advertencia.
“Aunque me digan que en Costa Rica la gente no muere de hambre, sí está pasando, la gente muere de hambre aquí. Las autopsias las definen como enfermedades del estómago, pero es hambre. En medio de la pandemia hay mucha hambre y la gente está muriendo”, aseguró Peña.
Todos los días
Los miembros de Unidos por un corazón salen diariamente a repartir más de 20 diarios que previamente deben recoger. Agradecen a Dios la solidaridad de los ticos, pero la necesidad es demasiada.
Su ayuda ha llegado a las siete provincias, este lunes enviaron encomiendas a la zona sur y a otros lugares.
“La necesidad es tanta en todos los ámbitos que, por ejemplo, una chiquita falleció en el hospital de Niños por una cardiopatía y sus papás no tenían ni para comer, entonces tuvimos que llevar el ataúd con el cuerpo hasta Guanacaste”, recordó Verónica.
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Todos los casos y ayudas que se les entregan a las familias son publicados en el “feis” de la asociación, para que las personas que les tienden la mano vean que efectivamente están llegando a quienes lo necesitan.
Las reparticiones las hacen de nueve de la mañana a pasadas las 10 de la noche; sin embargo, a veces la cosa se alarga. Por ejemplo, a la medianoche de este lunes echaron a una madre con su hijo de la casa donde estaban viviendo y Verónica fue a auxiliarlos de inmediato.
Aunque son incontables los casos, ella por orden prefiere ayudar a una familia y, cubierta esa necesidad, pasa al siguiente caso.
“Claro, estamos trabajando simultáneamente, mientras yo estoy dando de comer a una familia por allá, los colaboradores están repartiendo sus diarios en otros lados. Ahorita cuento con 13 centros de acopio y el de Tirrases se organizó tan bien que ahora les dan un granito de arena a todos los vecinos que lo necesitan”, agregó Peña.
Hacen lo que pueden
Comentó que hacen lo que pueden, pero no se estresan porque al ver que ni el Gobierno con el bono Proteger ha podido ayudar a todos los que lo necesitan, saben que ellos con menos recursos tampoco podrían.
“Casos como el de la persona que desahució a una madre y su hijo a medianoche muestran que hay mucha gente con falta de humanidad, pero también muchas otras que nos ayudan. Son las dos caras de la moneda”, añadió.
Cuenta con la ayuda de muchos corazones solidarios, como trabajadores de Uber que le echan una mano para entregar la comidita y otras ayudas.