Hace 14 años nació “Proyecto Daniel”, una organización sin fines de lucro, para darle vida al deseo de un joven con cáncer, quien lamentaba que los adolecentes no tuvieran los espacios apropiados para ser atendidos en los hospitales nacionales.
Daniel Arce falleció a los 19 años, tras luchar contra esta enfermedad y, a partir de ese momento, sus padres, Bernardo y Ligia, buscaron la forma de hacer realidad el deseo de su muchacho.
Ligia Bobadilla, una de las fundadoras de “Proyecto Daniel”, contó que hasta la fecha han ayudado a más de 3 mil pacientes y sus familias.
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“Lo más importante es que se le ha dado visibilidad a una situación que antes estaba completamente invisibilizada. Antes no se pensaban en las necesidades de un adolescente, porque si un paciente cumple los 13 años no son admitidos en el Hospital de Niños y llegan a los hospitales nacionales a ser tratados como adultos.
Para los jóvenes. Si usted desea recibir el apoyo de Proyecto Daniel puede llamar a los números 2227-8371, 8384-1499 o al correo info@proyectodaniel.org.
“Hemos logrado abrir las salas naranja, que son cuartos diseñados para pacientes con cáncer, bien decorados, con un sillón para los acompañantes, que estén rodeados de personas de su edad. El primero fue en el hospital San Juan de Dios, en el 2012, un año después en el México, y en el 2017 se abrió una en el hospital Calderón y así se llegó a habilitar 17 camas para jóvenes con cáncer”, afirmó.
Apoyo
Para Bobadilla, lo más importante con el trabajo de la fundación es lograr que los jóvenes sigan luchando por vivir, que el cáncer no les robe la juventud y, para eso, hacen actividades recreativas, y les dan becas para que lleven cursos de inglés.
También tienen un programa para cuidadores, porque para los padres es difícil tener un hijo con cáncer y se procura que estén fuertes mentalmente. Además, organizan campamentos, en donde pueden compartir con otros jóvenes.
“Los espacios en los hospitales son deprimentes y, gracias a las salas naranja, los papás de los pacientes cuentan que allí sí se alimentan, con sanitarios para ellos, que se ven tranquilos, cómodos, seguros y me llena de satisfacción ver que estamos cumpliendo el sueño de nuestro hijo.
“Ahora, seguimos trabajando porque queremos un hospital para adolescentes, como él lo pidió en un momento y que no sea solo para personas con cáncer. Aquí vemos que su vida tuvo mucho sentido pese a ser tan corta y a pesar de que no está, muchos jóvenes viven su enfermedad muy diferente a la que se vivía antes: con esperanza, con ilusión”, destacó.
Bobadilla recalcó que la fundación, que acoge a muchachos con edades entre los 13 y 25 años, tiene sus puertas abiertas para jóvenes con cáncer de todo el país.