Una profesora en Ciudad Colón logró llevar su amor por la docencia a otro nivel y con la ayuda de un exalumno convirtió su aula en un pequeño rincón de la República de Francia.
Doña Karla Aguilar imparte clases de francés en el Liceo de Ciudad Colón y apenas inició el curso lectivo comenzó a trabajar para darle vida a un sueño que tenía desde el año pasado.
Aguilar sacó platita de su bolsa, compró brochas, pinturas acrílicas y barniz y le dio rienda suelta al talento del joven Jefferson Artavia, para que le personalizara los 30 pupitres de su clase... y los resultados son más que espectaculares.
La “professeur” (profesora en francés) quiso dejar atrás los pupitres simples y con mensajes vulgares que dejan los malos alumnos y convertirlos en un elemento que motive a sus estudiantes, para que reciban lecciones en un ambiente agradable.
“Nos pusieron aulas fijas y yo quería darle un toque diferente, que tuviera elementos de la cultura francesa para que los muchachos disfruten las clases.
LEA MÁS: Hospital de San Ramón realizó por primera vez una increíble operación con una cámara diminuta
“Este trabajo nos llevó varios meses, porque Jefferson, mi exalumno es panadero y había que sacar tiempo para que viniera a pintar, pero poco a poco lo fuimos logrando”, afirmó.
Una belleza
Doña Karla confió a ojos cerrados en Jefferson, quien salió del colegio el año pasado, para que le ayudara con su proyecto estrella.
Ambos discutieron los elementos que irían en cada pupitre y se aseguraron de que cada uno de los 30 pupitres tuviera un elemento diferente.
El aula de Aguilar es la número 26 y en ella le da clases a 9 grupos: 7 de sétimo, 1 de octavo y uno de undécimo año.
La Torre Eiffel, el Tour de France y personajes como El Principito, La Pantera Rosa, Ratatouille y Obelix y Astérix aparecen en los pupitres personalizados.
“Le conseguí varios colores y si alguno no había, él lo conseguía mezclando lo que tenía. Mi aula tiene muchos elementos alusivos al francés y procuramos que cada pupitre quedara barnizado, para que la pintura no se cayera.
“Los alumnos de sétimo son los que disfrutan más los pupitres y varios de mis colegas me han felicitado y yo les he propuesto poner en las aulas de ciencias los elementos de la tabla periódica, en estudios sociales se podrían hacer banderas de países, pero esto es un proyecto que requiere de tiempo y dinero”.
LEA MÁS: Trenes de Cartago trasladan a menos pasajeros porque dos máquinas están en el taller
Doña Karla pagó 150 mil colones en pinturas y le pagó a Jefferson 150 mil por la mano de obra.
“Esto ha generado un cambio en los alumnos, porque participan más y eso me emociona, tengo 31 años de trabajar en docencia y esto me ha gustado mucho, es dedicarle amor, devolverle al estudiante y al MEP un poco de lo que me ha dado”, expresó.
Talento nato
Jefferson tiene 20 años y descubrió su talento por el arte cuando tenía 8 años.
“Cuando era un niño descubrí mi talento nato y con el tiempo fui aprendiendo a hacer mejores mis dibujos. Yo hago lo que sea, pero me encanta trabajar dibujos de animales, trabajar la técnica del realismo.
“La profe Karla me dio clases de francés y ella siempre destacó mi talento, veía como dibujaba y le llamaba la atención y me decía que algún día me contrataría para un trabajo. El año pasado me buscó para que le ayudara con los pupitres, pero hasta este año logramos hacer el proyecto”, aseguró.
Este muchacho contó que poco a poco fue buscando las ideas para que los pupitres fueran diferentes y de todos contó que tiene una favorito.
“Me divertí haciendo los pupitres con los motivos de El Principito. Hay uno donde el personaje toma con la mano una estrella y ese fue el que más me gustó, disfrute haciendo todos, la verdad fue un reto muy bonito”, comentó.
Jefferson espera que este proyecto sea una fuente de inspiración para otros profesores.
“Me deja la satisfacción de que hice algo diferente, es algo que se sale de lo común y espero que otros profesores se sienten motivados, que vean esto como algo que les puede ayudar a la hora de dar clases, que se sientan que están viviendo una experiencia.
“Me siento feliz porque la profesora Karla estaba contenta con el resultado y sé que hice todo con mucho cariño”, contó este muchacho, quien trabaja en una panadería en Pozos de Santa Ana.