Más personas optan ahora por la cremación y hay quienes piden que sus cenizas sean esparcidas en el mar, en su lugar favorito o bien los seres queridos que sobreviven al difunto las conservan en casa.
Esto lo hace incluso gente con convicciones religiosas pero que decide saltarse las reglas que, por ejemplo, impone la Iglesia católica, la cual “sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos; sin embargo, la cremación no está prohibida, a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana”, establece un documento del Vaticano llamado “Instrucción sobre sepultura de difuntos y conservación de cenizas tras cremación”.
El cura Abraham Abarca aclara que esas “razones contrarias” se relacionan con actos como esparcir las cenizas en sitios naturales o sembrar en estas árboles.
En sitios sagrados
El sacerdote Alejandro Jiménez, de la Conferencia Episcopal, nos ayuda a explicar los detalles con base en el documento mencionado antes.
“Siguiendo la antigua tradición cristiana, la Iglesia recomienda que los cuerpos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados. Esto en memoria de la muerte, sepultura y resurrección del Señor en la que se manifiesta el sentido cristiano de la muerte. El entierro es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corporal”, dice Jiménez.
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“La Iglesia no puede permitir actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte, considerada como anulación definitiva de la persona o como momento de fusión con la madre naturaleza o con el universo, como una etapa en el proceso de reencarnación o como la liberación definitiva de la prisión del cuerpo”, añadió.
“Para evitar cualquier malentendido naturalista, no será permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de éstas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos”, explicó el sacerdote.
Jiménez detalla cuándo es permitida la cremación, según la Iglesia.
“Cuando razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación. Esta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del difunto, la Iglesia no ve razones doctrinales para evitarla, ya que la cremación no toca el alma y no impide al Señor resucitar el cuerpo y, por lo tanto, no contiene la negación de la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo”.
Si en una cremación no hay razones contrarias al cristianismo, la Iglesia --después de la celebración de la misa-- acompaña la cremación con indicaciones litúrgicas y pastorales especiales.
En la memoria
Las cenizas, según las autoridades católicas, deben mantenerse en el cementerio, en una iglesia o en un área especialmente dedicada para ello indicada por un religioso.
La idea es reducir el riesgo de alejar a los difuntos de la oración y del recuerdo de sus familiares.
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“Así se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos que pueden sobrevenir, sobre todo, una vez pasada la primera generación; también (se evitan) prácticas inconvenientes o supersticiosas”, dijo Jiménez.
Excepción
La conservación de las cenizas en el hogar está permitida sólo en casos graves y en excepcionales circunstancias, dependiendo de las costumbres culturales de una comunidad, pero si se trata de católicos la Conferencia Episcopal debe autorizarlo.
Eso sí, no permite que las cenizas de un difunto se dividan para que, por ejemplo, hijos de la persona fallecida las conserven por separado.
En caso de que quien falleció hubiera expresado su deseo de ser cremado y que esparcieran sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, el papa Francisco ordenó que se le debe negar la misa de difuntos.
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Prohibir la incineración de los cuerpos tiene mucho que ver con la creencia cristiana de que algún día los cuerpos resucitarán; sin embargo, nada en la Biblia prohíbe la cremación.