Este 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer y por eso le queremos contar la historia de una motorizada que le pone buena cara a un trabajo bien rudo y peligroso.
Cincy Rojas Araya es una alajuelense que tomó la decisión desde hace dos años de repartir comida a domicilio en su moto y nos asegura que no le va mal, eso sí, siempre debe andar bien pellizcada porque en la calle pasa de todo.
“He provocado celos en la esposa de un cliente y me han puteado en tres idiomas al mismo tiempo”, resume la motorizada.
Al inicio de este año decidió trabajar a tiempo completo en el reparto de comida. Se mueve en el centro de Alajuela, explica que un grupito de repartidores a domicilio se juntan en las afueras de supermercado AMPM que queda por el estadio Alejandro Morera Soto.
Como se decidió desde el primero de enero pasado, día del que hablaremos más adelante, lo hace con todas las de la ley, o sea, trabajando de verdad, de mediodía a medianoche, no menos para no desgastarse demasiado y no más para evitar problemas en las solitarias madrugadas.
“Al menos yo disfruto el reparto de comida porque siempre ando en modo positiva. En esto del reparto de comida se ve de todo y hay que cuidarse de todo, en especial de la manejada. Por dicha no he tenido ni un solo accidente, pero he visto tres que sucedieron justo adelante de mí. En cualquier momento se va o lo van a uno al suelo.
“Arranco al mediodía porque la hora de almuerzo es una muy buena hora para entregar pedidos, es hora pico y uno desde que comienza es con entregas. Entre las 11 de la mañana y las 2 de la tarde es muy bueno, así como entre las 5:30 de la tarde y las 9 de la noche”, comenta Cincy, quien tiene 31 años.
100% actitud
Esta breteadora reconoce que la gran mayoría de su ambiente laboral depende de la actitud, por eso se esfuerza todos los días por no complicarse y tener siempre una sonrisa para todos.
“Si bien es cierto hay todo tipo de personas, el trato que a una le dan depende de una, de su forma de ser y su actitud. Me ha tocado ver compañeros repartidores que llegan a exigir los pedidos a los restaurantes y así no debe ser porque ellos también están muy ocupados.
“Es importante llegar con una sonrisa, eso abre más puertas. Entiendo que no soy el único pedido y por eso cuando toca esperar, pues no queda de otra”.
Claro, Cincy también entiende al cliente, eso sí, al que se porta bien y no como uno que le tocó el pasado 5 de marzo.
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“Me llevé un gran susto el pasado lunes con un señor porque al irme a dejar el pedido, pues el señor no estaba en la dirección que indicó y me costó un mundo llegarle a la casa, cuando lo llamé para pedirle bien la dirección, era como la tercera llamada, estaba demasiado enojado y me puteó, me dijo: ‘ya no quiero el pedido hijue... y me lo dijo en tres idiomas’. Me tocó reportarlo.
“En esos casos cuando la persona le dice a uno directamente que no quiere el pedido, pues se lo cobran a él y el pedido me queda a mí. Yo hice hasta lo imposible. Créame que no es ninguna ganga que me quede un pedido porque me ocupa campo en el maletín para seguir trabajando y me complica. Llega todo frío y echo leña a mi casa. Por ningún lado es bueno eso”, explicó.
De esas anécdotas especiales que tiene como repartidora de comidas, hay una que no olvida, un día provocó un problemón matrimonial sin darse cuenta.
“Llegué a dejar un pedido a una casa y salió un señor muy amable a recoger la orden.
“Mientras le entregaba el pedido me preguntó que cómo me estaba yendo en el trabajo, yo le conté y él después se despidió con un ‘que Dios la bendiga’ y eso bastó para que saliera la esposa y le hiciera un escándalo, le decía que si quería se fuera conmigo, la señora se puso toda celosa, yo me monté en mi moto y me fui sin poner atención”, recordó.
Gana bien
Además de que le gusta el trabajito, Cincy asegura que sí deja, nos cuenta que trabajando de lunes a sábado saca unos 170 mil por semana a eso hay que rebajarle unos 20 rojitos de gasolina y le van quedando unos 150 mil semanales de ganancia. Ella antes trabajaba en el mundo de la seguridad privada y esforzándose hasta el triple por semana, ganaba menos.
Les dijimos que volveríamos al primero de enero de este año y es porque cuenta la motorizada ha sido su mejor día del año, económicamente hablando, se ganó 74 mil colones y trabajó de 11 de la mañana a las 10 de la noche. Ella pasa más conectada a Didi, pero también algunas veces conecta UberEats.
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“El peor día del año, vea qué casualidad, fue el martes pasado, solo me gané 18 mil y a eso hay que rebajarle 3 mil de gasolina.
“Voy a seguir en este trabajo porque me encanta andar en moto, me gusta el ambiente y la paso bien gracias a mi actitud”, asegura.