La muñeca Annabelle, que inspiró las películas de terror, sí está maldita y no lo decimos nosotros, lo dice el sacerdote canadiense Platón Angelakis, que la bendice dos veces al mes y quien habló con La Teja vía Zoom.
Angelakis fue ordenado sacerdote católico ortodoxo con los Oblatos de Santa Teresa, en Wisconsin, en 1999, además es miembro activo de la Asociación Americana de Exorcistas desde el 2013 y tiene un título como Exorcista Registrado Ministro de la Liberación.
Junto a él, Teja también entrevistó a Keeyah Lynn, de 46 años, asistente del padre Angelakis durante los exorcismos y las bendiciones a la famosa muñeca.
Lynn fue bruja, pero ahora es hermana, ordenada por la santa orden de San Miguel Arcángel, junto con la Iglesia Católica Nacional Mexicana en Canadá.
De la mano de ellos dos les traeremos una serie de notas en las que hablaremos de maldiciones, exorcismos, fantasmas y posesiones demoniacas, empezando por la historia de la muñeca maldita.
Historia
Annabelle es una muñeca de trapo muy distinta a la que sale en las películas y fue fabricada en la década de los setenta por la empresa estadounidense “Reggady and Doll”.
Actualmente está en el Museo de lo Oculto, fundado por los esposos y reconocidos especialistas en temas paranormales, Edward (Ed) y Lorraine Warren, en Monroe, Connecticut, Estados Unidos.
Este matrimonio fue el que fundó la Sociedad de Investigación Psíquica de Nueva Inglaterra, en 1950.
La muñeca fue el regalo de una mamá (se desconoce el nombre) a su hija llamada Donna, de 18 años, quien se fue de la casa para estudiar enfermería en la universidad, en 1970.
Donna compartía habitación con otra estudiante llamada Angie y ambas comenzaron a ver cosas extrañas.
Annabelle comenzó a aparecer todos los días en una posición diferente a la que Donna la había dejado, con las piernas cruzadas, con los brazos cruzados y otro día con los brazos abiertos.
La propietaria aseguró que hubo ocasiones en que la muñeca amaneció en otros cuartos de de la sede universitaria.
De extraño a paranormal
Al poco tiempo, en la habitación de Donna y Angie empezaron a aparecer notas (nunca se supo quién las escribió) con mensajes como: “Ayúdanos” o “Ayuda a Lou”.
En una ocasión Donna encontró un pequeño rastro de aparente sangre debajo de la muñeca, por lo que llamó a un profesional en temas paranormales.
Encontró una médium (persona con poderes para comunicarse con muertos y espíritus de todo tipo), quien después de una sesión, en la cual tuvo contacto físico con la muñeca dentro del cuarto, les dijo a Donna y a Angie que el espíritu de una niña de siete años llamada Annabelle Higgins había poseído a la muñeca.
Se supone que la niña había muerto en ese lugar.
Los Warren atienden el llamado
Un amigo de Donna llamado Lou y quien la visitaba frecuentemente, le había pedido en varias oportunidades que se deshiciera del juguete.
Él se quedó dormido en el cuarto donde estaba la muñeca y de un pronto a otro se despertó sin poderse mover.
Lou dijo que Annabelle intentó estrangularlo y le apretó tan fuerte el cuello que se desmayó y despertó hasta el día siguiente.
Lou pensó, a la mañana siguiente, que todo había sido un mal sueño, por eso siguió llegando a donde Donna, pero en otra ocasión escuchó sonidos en un cuarto en el que no había nadie.
Lou entró al cuarto y vio a la muñeca en una esquina, se fue caminando hasta donde ella y de pronto sintió a alguien atrás de él y sin explicación alguna le aparecieron siete arañazos en el pecho, los que se le curaron completamente al día siguiente.
Donna llamó a varia gente de su iglesia para que le ayudaran y fue así como contactaron a los Warren, quienes ya eran famosos en temas paranormales.
Los Warren investigaron el caso y llegaron a la conclusión de que ningún espíritu humano pudo poseer al juguete, sino que la posesión era obra de un demonio.
El matrimonio llevó a un sacerdote para que realizara una limpia en el lugar y se llevaron a la muñeca del lugar para evitar, incluso, una muerte.
A partir de ese momento se acabaron los hechos paranormales en la vida de Donna.
“Sí, está maldita”
Le preguntamos al padre Angelakis si la historia de esta particular muñeca era cierta y su respuesta fue contundente.
“Sí, es cierto y sí, está maldita”, aseguró el sacerdote.
Sin embargo, cuando le consultamos qué siente cada vez que va a bendecir a la muñeca, la respuesta nos dejó fríos.
“Extraño, muy extraño. Incómodo, escalofriante. El ambiente es pesado, uno se da cuenta que ahí sí hay vibraciones muy negativas. Se siente el demonio a la par de la muñeca”, respondió el padre Angelakis.
El sacerdote explicó por qué Annabelle, si está poseída por un demonio, no es capaz de salir de una pequeña urna de madera y vidrio.
"Porque la caja está bendita, tiene agua, aceite y crucifijos benditos a su alrededor. Esa caja nadie la toca sin tener las manos empapadas de agua bendita.
“No es una caja que se mueva mucho, de hecho, casi nadie la toca y está siempre en el museo. Annabelle no es un objeto para que todo el mundo lo vea, es un objeto diabólico y por eso necesita estar en una jaula bendita", explica el sacerdote.
Mientras que Lynn, asistente del padre, dice que cada vez que visita a Annabelle sale cargada de demonios.
"Tanto así que ya a un amigo mío lo afectó uno y en una ocasión, al legar a casa, de un pronto a otro mi hijo comenzó a vomitar sin parar”, aseguró Lynn.
Museo de espanto
El Museo de lo Oculto que los Warren fundaron no solo tiene a Annabelle, también está otro juguete maldito conocido como “Shadow” (Sombra).
Shadow es un muñeco de trapo que le regalaron al niño Robert Eugene Otto. La persona que se lo regaló practicaba magia negra y odiaba a la familia del niño.
Robert adoraba a su muñeco y siempre hablaba con él y varios familiares escucharon que una voz fantasmal le respondía al niño.
Shadow comenzó a romper cosas en la casa y, finalmente, para evitar más actividades paranormales, le dieron el juguete a los Warren.
También hay un vestido de novia que perteneció a una muchacha de mucho dinero llamada Anna Baker, en 1849.
Anna se enamoró de un pobre y su familia se opuso a ese amor. En un ataque de ira ella prometió que jamás volvería a enamorarse y cumplió su promesa hasta que murió, en 1914.
Antes de la promesa Anna había elegido el vestido de novia con el que se casaría con su amado, pero terminó en el museo porque todos los que lo ven aseguran que se mueve solo, especialmente en las noches de luna llena.
Se habla de que el espíritu de Anna vuelve cada cierto tiempo a probarse el vestido que jamás usó.
El espejo de la finca Myrtle es otro de los famosos objetos del museo.
En Estados Unidos se conoce la casa de la finca Myrtle como una de las más embrujadas en el país, ya que se construyó sobre un cementerio indígena.
Cuentan que en esa casa todos los días moría alguien asesinado.
Todas las personas que estuvieron en la finca hablaban del espejo grande de la casa porque aseguraban que al verlo se podían observar formas terroríficas tratando de salir y también aparecían de la nada huellas de bebés.
La leyenda cuenta que dentro del espejo está atrapada el alma de Sarah Woodfruff y sus hijos, quienes murieron envenenados.