María Ester Flores, sicóloga experta en familia, nos explica que, tras el fallecimiento de la bebita Isabella del Milagro, su mamá, doña Angie Herrera, “necesita de una atención sicológica profunda”.
Desde el momento de la gestación, explica la sicóloga, se da un impacto profundo sicológico del bebé hacia la madre, además, toda mamá guarda, inconscientemente, un temor de que ojalá su bebito nazca bien, que no le pase nada, que sea sano, que no se muera en el parto. Son temores que la mamá no habla tan abiertamente, pero los tiene ahí. Se acumula miedo.
“En este caso, como en el de todas las mamás que han perdido un bebé, a parte del miedo acumulado, cuando se les da la noticia de que su bebé falleció es un impacto enorme y profundo. Es muy fuerte.
“A partir de ahora, doña Angie vivirá los cinco pasos del duelo: el impacto profundo inicial, este significa que todos los mecanismos de defensa se caen, la persona no sabe qué hacer o tiene reacciones inesperadas, implica un cambio físico y emocional”, explica María Ester.
El segundo paso del duelo es la negación, “que creo que es el momento que está pasando la familia de la bebita. No se puede creer el fallecimiento y se puede prolongar mucho tiempo. Después viene la ira, el enojo con todo, con la vida, con Dios, en fin, un enojo porque la vida me arrancó algo que amaba, incluso hasta hay enojo con uno mismo”, agrega la especialista.
Sigue el paso de la depresión, en el cual por más que me negué y me enojé, nada cambió, ese ser amado sí falleció y a partir de ahí viene una impotencia fuertísima y llega el llanto, podría ser que incluso deseos de morirse, no hay energía en la persona y la persona se estanca.
En este paso hasta se puede medicar a la persona. Es un paso, el de la depresión, que tiene un mínimo de 7 meses y un máximo de año y medio. Después de año y medio o dos años, si la depresión sigue, hablamos de un duelo no resuelto que ocupa mucho apoyo sicológico y hasta siquiátrico.
El último paso es la adaptación a la vida sin el ser amado. “Es eso de seguir viviendo. Se puede seguir llorando, sigue doliendo, pero la persona funciona, no está paralizada, deprimida”, advierte la sicóloga.
A partir de ya, la sicóloga, asegura que la familia de la bebita urge “apoyo total porque ese apoyo de las primeras horas tras el fallecimiento es vital. El apoyo primario que se ocupa es el de la familia, que debe estar 24 horas presente, eso sí, sin juzgar ninguna conducta como que llore, que no quiera hablar.
“Es un acompañamiento al dolor y un preguntar qué puedo hacer por tu dolor, respetando el deseo de los que sufren. Cuidado que no haya intenciones de hacerse daño la persona”, comenta María Ester.
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También sigue un apoyo espiritual. Más que la sicología, dice la especialista, es la fe. No que le digan que todo va a estar bien, sino decirle que se entiende el dolor, que se entiende lo que está viviendo.