La vida a veces nos presenta situaciones que nos ponen a prueba y ese es el caso de don Luis Navarro, un vecino de Hatillo 5 que revende lotería en el centro de San José.
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Don Luis desafía al mundo desde su silla, con la sonrisa puesta como escudo y el alma en pie de lucha. Se acomoda cada mañana cerca del Banco Nacional, donde no pide, no espera: vende. Vende sueños envueltos en papel de lotería, con la dignidad intacta y el sol pegándole en la frente.
“Le ayudo a un señor a vender, y me gano un porcentaje. Ya llevo como tres años en esto”, suelta con la naturalidad del que sabe que vivir no es llorar, sino pulsearla.
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La suya es una historia de resiliencia, porque hace diez meses la vida le arrancó de un golpe a su amada esposa, su compañera. Desde entonces, navega solo con su hijo de ocho años, que apenas va por el tercer grado, pero ya aprende que el amor se mide en esfuerzo.
“Ahí estoy pulseándola para darle lo que él necesita”, dice mientras acomoda los números del destino, como si también acomodara su propia historia para que no duela tanto
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Aunque su condición física presenta desafíos diarios, se ha topado con ángeles en su camino.
“Hay gente que me ayuda, me dan para vender y así me gano alguito”, explicó.
El vecino de Hatillo se mostró muy agradecido con quienes en algún momento le han ayudado. Sabe que una mano extendida no es lástima, es humanidad.
Su día a día es duro, pero está lleno de esperanza, de amor por su hijo y de una fe inquebrantable en que con esfuerzo, todo se puede.
Su historia nos recuerda que las verdaderas limitaciones no están en el cuerpo, sino en la voluntad de seguir adelante. Don Luis es uno de esos héroes anónimos cuyo ejemplo inspira y enaltece el espíritu de los costarricenses.