Desde muy pequeño siempre tuve expectativas por la figura del papa, mi abuela Vera siempre me habló de que era el sucesor de San Pedro. De niño creía que Dios bajaba de una nube y se reunía en secreto con él en una habitación.
En la siguiente crónica contaré el privilegio que Dios me dio de tener, desde mi condición de comunicador y creyente, varios encuentros con el papa Francisco.
Si comenzamos desde el principio, puedo decir que, a medida que iba creciendo y conociendo sobre la iglesia católica, la imagen de san Juan Pablo II siempre estuvo presente.
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En el 2005 trabajaba en Noticias Repretel como reportero, me correspondió cubrir una misa que le hicieron en su honor en la catedral Metropolitana, soñaba que algún día iba ir a Roma.
En aquella ocasión Jerry Alfaro fue enviado a cubrir el funeral y me trajo de recuerdo un crucifijo, que aún conservo y me acompaña siempre.
En el año 2008 tuve la oportunidad de viajar a Sidney (Australia) al Encuentro Mundial de los Jóvenes y junto con mi colega Jazmín Rivera, estuve muy cerca de Benedicto XVI, nos pasó al frente y nos impartió su bendición.
Aprendiendo con ilusión
Ya en el año 2010 comencé a trabajar en la arquidiócesis de San José. Con mucha ilusión aprendí y conocí muy bien lo que significaba un cardenal, un papa, la Santa Sede.
En febrero del 2013, el papa Benedicto presentó su renuncia y a principios de marzo; monseñor Hugo Barrantes (ya falleció), me llama y me informa que iba a ser enviado a Roma para cubrir los pormenores del cónclave e informar para Radio Fides quién sería el nuevo papa.
Esa fue la cobertura de mi vida, la compartí con mi colega Martín Rodríguez, director del Eco Católico. Ese 13 de marzo del 2013 estábamos en la plaza Vaticana cuando de la chimenea de la Capilla Sixtina empezó a salir humo blanco, recuerdo que llovía muchísimo, pero eso no impidió los gritos y la alegría de la gente… en segundos se llenó la plaza.
Cuando anunciaron que el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio era el elegido, no lo podíamos creer, todos los ticos que estábamos ahí brincamos de felicidad, era el primer latino… sí, era un papa que hablaba español.
“Es el argentino, mae, el argentino, mae”, me gritaba Martín, haciendo alusión a que un día antes hablamos que Bergoglio era papable, pero en mi terna lo tenía descartado por su edad y por ser latino.
Creo que uno de los momentos más impresionantes que he vivido como periodista y como creyente es estar en la basílica de San Pedro, en frente de la ventana, a pocos metros de donde salió a saludar a todo el mundo el nuevo papa.
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Encuentros con el papa
Desde ese 13 marzo del 2013, mi vida ha estado marcada por muchos encuentros con el papa Francisco, en dos ocasiones pude saludarlo personalmente.
Tres días después de su elección, tuvo un encuentro con los 5 mil periodistas que cubrimos el cónclave, desde ese momento nos manifestó que sería un pastor cercano y consciente del trabajo que realizamos los comunicadores.
Un año después, en el mes de abril, viajaba otra vez a Roma, en esta ocasión para la canonización de san Juan Pablo II, estuve en la misa y preparativos, muy de cerca del pontífice.
En el 2015 pude cubrir, durante un mes, el Sínodo de la Familia; varios días lo veíamos muy cerca de nosotros, antes de entrar y al terminar las sesiones pasaba, levantaba la mano y nos saludaba, pero además podíamos entrar a la oración que él dirigía.
Siempre tuve la esperanza de poder saludarlo personalmente y el momento llegó en una Audiencia General. Mi colega Jazmín Rivera (actual productora de religiosos de Teletica), consiguió dos entradas para saludarlo y me cedió una. Siempre estaré agradecido con ella por ese regalo.
Esa noche no pude dormir, al día siguiente había que madrugar porque los que saludan al papa personalmente tienen que entrar de primero, recuerdo que hacía demasiado frío, era el mes de octubre. El papa se dirigía a cada persona y se tomaba su tiempo para saludar y escuchar a todos los peregrinos.
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Se le olvidó todo
Cuando lo tenía al frente, todo lo que quería decirle se me olvidó, tenía una foto de mi esposa y mi hijo Andrés, se la enseñé, les dio la bendición, le comenté que era de Costa Rica y que trabajaba en medios católicos, solo recuerdo estrechar su mano fuertemente; era una mano como la de un abuelito, muy suave. Se despidió de mí dándome la bendición y me regaló un rosario que conservo con muchísimo cariño.
En setiembre del 2016 volví a tener otro encuentro con Francisco, no tan personal, pero sí muy cercano, eso fue en la canonización de la Madre Teresa de Calcuta.
Siempre seguí al papa adonde fuera; en el 2017 estuve muy cerca en su visita a México y luego en Fátima, Portugal; de hecho, fue la primera vez que el papa públicamente le decía a un tico que el mejor café del mundo era el de Costa Rica.
Eso sucedió con mi colega Mauricio Sandino, quien estaba conmigo en la cobertura para Radio Fides y San José TV, él se arriesgó a meterse en la comitiva del santo padre y decirle que era de Costa Rica, al escucharlo el Papa le dijo: “Ustedes tienen el mejor café del mundo”.
En el 2018 nuevamente estuve muy cerca del santo padre, en el sínodo para los Jóvenes en Roma y en el 2019, en la Jornada Mundial de la Juventud, en Panamá.
En el 2021, cuando estaba terminando la pandemia, pude viajar a la exposición del mosaico de la Virgen de Los Ángeles, en los jardines del Vaticano.
Esta visita estuvo llena de matices, con la ayuda del cantautor costarricense Álvaro Antonio, quien estuvo cantando en los jardines del Vaticano, pudimos tener audiencia y saludo con el papa; me acompañó el productor de San José TV, Christian Vargas, y esta vez nos preparamos; Christian logró captar en video el momento en que el papa se acercaba y me dijo: “Un saludo a todos los costarricenses, (le doy una bolsa de café de la zona de los Santos) … café de Costa Rica”.
Le pregunté: “¿qué opina del café de Costa Rica?“, “el mejor del mundo”, me contestó sin dudarlo.
Ese día, 27 de octubre, tras el encuentro me regaló nuevamente un rosario, que se lo obsequié a mi esposa.
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En el 2022 pude estar en un Ángelus en la plaza San Pedro y en el 2023 nuevamente en una audiencia general.
De todos estos encuentros puedo resumir su cercanía, su humildad y también su fuerza. Un hombre de Dios que nos enseñó que a pesar de las limitaciones podemos alcanzar grandes cosas y nunca renunciar a lo que soñamos.
¡Gracias, papa Francisco!