Stanley Salazar Núñez, un breteador del sector turismo pero un enamorado de los anfibios, se puede decir experto que aprendió solito, descubrió hace cuatro años una nueva especie de rana y le llegó porque al verla, por su conocimiento, entendió que eso era algo raro y diferente.
En el 2015 Stanley caminaba por el bosque de cerro Plátano, en la cordillera de Talamanca cuando se topó con esa nueva ranita y al instante comprendió que el asunto no era nada más de una simple rana en un bosque. Como nunca antes la había visto sospechó que estaba frente a una nueva especie… ¡y tenía razón!
La especie fue bautizada con el nombre científico Diasporus amirae, en honor a la hija de Salazar, Amira Salazar Vásquez.
La pegó de una
“El 23 de mayo pasado la revista Zootaxa, especializada en taxonomía y zoología, publicó el artículo en el que se anunciaba el descubrimiento de una nueva especie de rana del género Diasporus, la misma que Salazar encontró”, explica la Universidad de Costa Rica (UCR).
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Este documento fue escrito por los investigadores de la Escuela de Biología de la UCR Erick Arias Piedra, Gerardo Chaves Cordero, José Andrés Salazar Zúñiga y Adrián García Rodríguez; el experto que aprendió solito sobre anfibios, Stanley Salazar Núñez, aparece como coautor.
Explica la UCR que en Costa Rica, existen otras cinco especies de anfibios de dicho género. Estas ranas son conocidas popularmente como “campanita”, ya que se caracterizan por su particular forma de croar, semejante al sonido de una campana.
Los individuos de la especie D. amirae miden entre medio centímetro y dos centímetros, son de color café oscuro y su vientre es gris azulado. Se diferencian de otras variantes del género porque son más robustas y las otras, más estilizadas.
Gerardo Chaves Cordero, herpetólogo de la Escuela de Biología de la UCR, comentó que esta rana tiene un comportamiento muy diferente al de otras de su género, debido a que vive en hoyos muy cerca del suelo –aunque también se le ha visto en las copas de los árboles, a unos ocho o nueve metros de altura–, cuando lo más común es que las Diasporus estén en la parte baja de la vegetación, a dos o tres metros de la superficie.
El holotipo de este anfibio (muestra de un organismo que se usa para la descripción y designación de una nueva especie) se conserva en el Museo de Zoología de la UCR para fines investigativos.
Búsqueda difícil
Dentro de las mayores complicaciones que los investigadores tuvieron para identificar a la nueva especie, el clima de la zona fue quizás el principal obstáculo para encontrar a los anfibios, ya que en Talamanca llueve mucho durante gran parte del año.
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“Cuando llueve muy fuerte, muchos animales se callan, entonces hay que esperar bastante tiempo para poderla encontrar. Puede topar uno con la mala suerte de ir por dos días, que llueva día y noche, y quedarse sin hacer nada”, expresó Chaves.
Otra dificultad que se presentó en la localización de las ranitas fue que el canto de las D. amirae es distinto al de las otras ranas de su género. Este canto, en lugar de ser constante, suena una sola vez cada cinco o diez minutos.
Pese a todos sus esfuerzos, los especialistas lograron encontrar únicamente diez individuos machos, todos ellos en el cerro Plátano, y a una altura aproximada de 1000 metros sobre el nivel del mar.