Una etiqueta le advertiría a los consumidores si el producto que piensan comprar tiene altos contenidos de grasa, azúcar o sal.
El objetivo de esa etiqueta es advertir cuáles alimentos son dañinos para su salud, ya que aumentan el riesgo de las personas de padecer enfermedades crónicas como presión alta, insuficiencia renal, diabetes, problemas cardiovasculares, entre otras.
Sería algo así como lo que se hace en las cajetillas de cigarros, en las cuales advierten de los riesgos del fumado.
Esa es una idea que promueve la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
“El etiquetado frontal de alimentos con altos contenidos de esos ingredientes (grasa, azúcar o sal), es una herramienta simple, práctica y eficaz para que la población pueda identificar productos que podrían perjudicar su salud”, explicó el doctor Wilmer Marquiño, asesor de la OPS en Costa Rica.
De hecho, en Tiquicia ya estábamos en camino de poner en marcha esta idea, pero el proyecto de ley que se presentó en el 2020 se archivó en febrero de este año luego de dos años de revisión, pese al apoyo de la ONU y otras instituciones.
Es por eso que el doctor Marquiño recomienda retomarlo y seguir el ejemplo de países como México, Chile y Argentina donde se ha implementado, especialmente porque tenemos cifras que generan alerta.
En Costa Rica, 35 de cada 100 personas tienen sobrepeso u obesidad, según la encuesta de factores de riesgo cardiovascular del 2018, cifra que para el funcionario de la OPS probablemente se haya incrementado por efecto indirecto de la pandemia.
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Para Eric Ulate, presidente de Consumidores de Costa Rica, ni siquiera haría falta una ley para esto, sino tan solo un reglamento técnico, como se hace para el etiquetado a nivel general.
“Nosotros deberíamos avanzar en conjunto, no solo con el resto de países centroamericanos sino también con el ‘Codex Alimentarius’, que es el organismo mundial de regulación de alimentos, del que Costa Rica es miembro, así se lo hemos dicho a la Asamblea Legislativa”, explicó.
Dietas saludables
Ulate agregó que también habría que hacer una verdadera campaña de educación al consumidor porque el etiquetado muchas veces no les dice nada.
“El tema es que la gente aprenda a interpretar lo que dice realmente la etiqueta y que aprenda a mantener dietas saludables”, explicó.
Por su parte, Patricia Portela, representante de Unicef para Costa Rica, advirtió que 34 de cada 100 niños y adolescentes ticos tienen sobrepeso y obesidad infantil. Además, la mitad de los adolescentes admiten que hacen poca actividad física, además, seis de cada 10 come comidas rápidas dos veces a la semana.
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“Entre 23 y 34% de los adolescentes consumen alimentos procesados o muy procesados, por lo que si queremos atender esta situación que consideramos una emergencia de salud pública, debemos fortalecer la oferta institucional y desarrollar estrategias de comunicación innovadoras, divertidas y memorables para promover una alimentación saludable y un cambio en los patrones alimenticios de los menores de edad y sus entornos, porque es un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas”, explicó Portela.
Resultados en otros países
Algunos países que ya implementan esta idea de las etiquetas, han optado por usar un semáforo, en el que el rojo advierte el alto riesgo, el amarillo que debemos tener cuidado con su consumo y el verde que puede comer el producto con tranquilidad.
Eso ha hecho que la industria alimentaria haga ajustes en sus productos para bajar esos contenidos dañinos y que los clientes sigan comprándolos.
En México, por ejemplo, el consumo de bebidas azucaradas bajó casi en la mitad (48%) y 41% en los postres, dulces y chocolates.
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