Laura Campos Lara jamás imaginó que, a sus 30 años, siendo farmacéutica de profesión y sin una sola experiencia en el mundo del teatro, terminaría poniéndose el manto de la Virgen María, la madre de Jesús, en plena Semana Santa.
Esta vecina de Belén, en Heredia, se animó a dar un paso de fe que la ha cambiado por dentro. Lo hizo sin buscar protagonismo, ni por un capricho, simplemente quiso ayudar a su comunidad, a su iglesia, a su fe.
Y en ese camino fue elegida para representar a María en la obra Los Milagros de Jesús, que se presenta este martes 15 de abril, a las 7 p.m., en el bulevar de San Antonio de Belén, frente al templo católico.
La puesta en escena es organizada por el grupo “+QArte”, una iniciativa local formada para promover el arte con sentido, con mensajes positivos que alimenten el alma de la comunidad.
LEA MÁS: Una procesión muy especial y “pequeñita” se vivió con gran fe en Desamparados
“Yo llegué con la idea de colaborar, no porque me vieran actuando. Quería aportar en Semana Santa y puse un mensajito ofreciendo mi ayuda. El papel de María estaba ahí, me lo asignaron y yo lo sentí como un propósito. Como si María misma me hubiera escogido”, cuenta Laura con una voz que mezcla humildad y asombro.
“Me ha llenado el alma”
Interpretar a la Virgen María no es cualquier papel. Se trata de una figura central en la fe católica, una mujer que acompañó a su hijo en la pasión, muerte y resurrección, y que hoy sigue siendo consuelo de muchas mujeres y madres.
“Es una gran responsabilidad, porque no es solo decir unas palabras. Hay que transmitir el dolor de una madre que ve morir a su hijo, pero también la esperanza en la resurrección. Una que no es actriz tiene que encontrar cómo expresar eso desde el corazón”, dice.
Laura ha vivido este proceso como un camino espiritual. Reza el rosario desde niña, siempre ha tenido formación católica en casa, pero admite que por las carreras del día a día como que la constancia en ocasiones no es la ideal. Hoy, gracias a este papel, ha vuelto a conectar con su fe de una manera que no esperaba.
“Me ha acercado mucho a Dios. Me ha llenado. He vuelto a ver con otros ojos el rosario, a entender más profundamente el sufrimiento de María. Cada misterio ahora tiene otro sentido para mí”, comparte con ternura.
Madre en tiempos difíciles
En medio de los ensayos, los versículos y los diálogos, Laura ha descubierto también que el papel de María tiene una vigencia enorme por estos días de abril del 2025.
LEA MÁS: Doña Victoria se viste de blanco en Semana Santa porque asegura que Dios se lo pidió
“Ser María en estos tiempos no es fácil. Vivimos en un mundo con muchos obstáculos, donde muchas madres sufren en silencio, donde la fe se ha perdido en algunos hogares, donde hay dolor por la violencia, por los femicidios… María también sufriría muchísimo hoy”, reflexiona.
Esa conexión con la figura de María le ha dado a Laura una nueva forma de ver la vida. A pesar de no tener hijos, entiende el dolor que muchas mujeres enfrentan y la necesidad de mantenerse firmes, como lo hizo la madre de Jesús, con la mirada puesta en Dios.
“Aprendí que, aunque el camino sea difícil, hay que confiar en los planes de Dios. Que él nunca abandona, aunque a veces no entendamos lo que estamos viviendo. Actuar como María, definitivamente, me ha cambiado la vida”, afirma con seguridad.
Grandes emociones
El día de la obra es de emociones fuertes. Laura trabaja de 6 a. m. a 4 p. m. en la farmacia, y luego debe correr a ponerse su traje para estar lista a las 7 p. m. con el corazón encendido.
LEA MÁS: Así es el viacrucis más alto de Costa Rica, donde se camina a más de 2.000 metros
“Ya ensayé vestida como María y fue una experiencia linda, distinta. Me sacó de mi zona de confort. Nunca había actuado y eso da nervios, claro que sí, pero también una gran satisfacción”, cuenta.
Ese vestuario, esas palabras, esa entrega… todo le ha dejado una huella que difícilmente se borre.
“Esto me ha hecho hablar más con María. Siempre oraba a Dios, pero ahora tengo mi espacio para ella también. He sentido ese acompañamiento. Estoy invirtiendo mi tiempo en Dios y siento que tomé la mejor decisión”, reconoce con gran alegría.
El grupo “+QArte” se ha convertido en una familia para ella, un lugar donde se vive la fe a través del arte. Y aunque la obra solo dure una noche, el mensaje que deja en el alma de Laura será eterno.
LEA MÁS: La burrita Chepita volvió, ya pensionada, y triunfó en la procesión del centro de San José
“Dios nunca me ha abandonado. Esta experiencia me lo recordó. Me siento agradecida, porque entendí que María también acompaña, que también sostiene y que también guía, especialmente cuando uno más lo necesita”, concluye.
“Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador” (Lucas 1, 46-47). Una oración que hoy Laura hace suya, desde lo profundo de su corazón, vestida de amor, fe y gratitud como la mamita de Jesús.