Los recientes homicidios de Marco Calzada, de 19 años, y Manfred Barberena, de 23, dejan muy claro el grave problema de violencia y salud mental que afecta a la juventud.
Cuesta creer que entre los cinco sospechosos de matar a Marco hay tres menores de edad de 14, 16 y 17 años, los otros dos tienen 19 y 22 años y son hermanos. En el caso de Manfred el homicida también sería bastante joven, un hombre de 23 años.
La sicóloga y actual viceministra Académica del MEP, Rocío Solís, dice que acciones tan dolorosas como estas dejan muy en claro el gran reto que tiene el país para frenar la violencia en edades tempranas.
“Estas son señales, la creciente violencia en menores de edad avisa que estamos ante una bomba de tiempo, hay que actuar ya y trabajar en la salud mental de toda la sociedad, pero sobre todos los niños y jóvenes para corregir estas actitudes violentas.
“Muchachos de 14, 16 y 17 años deberían estar aprendiendo en las aulas, luchando por cumplir sus sueños, no en las calles consumiendo drogas, asaltando y cometiendo crímenes”, manifestó.
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La viceministra sabe de primera mano el daño que puede causar un muchacho confundido y en malos pasos, ya que en abril del 2001 un adolescente de 17 le arrebató la vida a su esposo, Víctor Hugo Badilla. El delincuente le disparó al compañero de vida de Rocío en la entrada de su casa.
“Cuando veo casos en los que hay menores involucrados en crímenes recuerdo todo lo que mi familia y yo tuvimos que vivir, duele mucho saber que estos jóvenes nunca recibieron ayuda para salir de ese círculo de violencia. En el caso del hombre que mató a mi esposo ya murió, lo mataron porque nunca dejó esa vida de delincuencia”, expresó.
Problema viejo
La sicóloga dice que este problema de violencia y salud mental en niños y jóvenes viene ya desde hace años, pero la pandemia lo desnudó.
“Ya en el pasado, antes de que llegara el covid, veíamos casos aislados de menores de edad violentos, pero después de este tiempo en el que muchas familias estuvieron sin poder salir de casa afloraron los conflictos y empeoró mucho el tema de salud mental, algo que se ha descuidado mucho en el país.
“Muchos niños y jóvenes se han vuelto intolerantes, no son capaces de resolver los conflictos comunicándose, sino que se van a los golpes, por eso este año hemos visto tantas peleas en escuelas y colegios.
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Rocío Solís también dice que el tema de los estudiantes que dejan las aulas es preocupante porque cada vez que un niño o joven deja de estudiar en un fracaso para el sistema educativo.
“Para mí el término deserción escolar está mal, prefiero decirle exclusión escolar porque es el sistema educativo el que va expulsando a los estudiantes y eso no debería ser así. Cuando un educador identifica un estudiante con problemas de conducta debe indagar qué es lo que está pasando, llamar a lo papás y conversar con ellos de la situación para ver si en el hogar también tiene problemas y juntos buscar una solución antes de que sea tarde”, aseguró.
Según datos del MEP, solo el año pasado 940 niños se salieron de la escuela y 2.990 adolescentes dejaron el colegio. Solís es clara en decir que hay que buscar la forma de atraer a esos menores de edad de nuevo a las aulas.
Muchas causas
La viceministra dice que si los jovencitos sienten que no les ponen atención en casa, no reciben amor, no los comprenden y en el centro educativo solo los regañan, rápidamente caerán en manos de pandillas, grupos de narcotraficantes, probarán las drogas y empezarán a delinquir.
Ella explica que no se puede achacar a una sola causa la problemática que vive la juventud porque forma parte de un complejo fenómeno multifactorial en el que están la falta de valores inculcados en el hogar, la agresión familiar, el desempleo, la pobreza, la drogadicción, el alcoholismo, el narcotráfico, la falta de amor a la hora de educar, entre otras cosas.
“Cuando uno ve casos de papás que causaron la muerte a un bebé a golpes, que lo torturaron, que les causaron lesiones internas, como hemos visto en el pasado, es cuando uno se da cuenta de que también está fallando el sistema a la hora de enseñar a los papás a educar con amor, porque a los golpes nadie aprende”, aseguró.
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Solís dijo que para empezar es urgente que el sistema de Salud del país trabaje en fortalecer la salud mental de la población menor de edad y abrir más campo en las áreas de sicología y siquiatría.
También dijo que el PANI debe ponerle el ojo a los papás que no se responsabilizan de sus hijos para que les llame la atención ante la negligencia. Además, el MEP debe preocuparse por dar una educación socioemocional desde edades tempranas e identificar los casos de alumnos con problemas para apoyarlos y guiarlos para que superen los obstáculos que viven.
Rocío Solís dio una lista de señales que deben tener presentes los papás porque podrían indicar que sus hijos tienen problemas. Lo primero es que se vuelven introvertidos, no les interesan las cosas del hogar ni del estudio, salen y llegan muy tarde, empiezan a andar mucho en la calle, empiezan a descuidar su forma de vestir, se deterioran físicamente cuando empiezan a consumir drogas o alcohol, y hasta empiezan a robar cosas de la casa para venderlas y tener dinero.