Sucesos

Anillo identificó a dos jóvenes pilotos que murieron al estrellarse en cerro Nimarí, Limón

Tragedia de avioneta en Escazú revivió accidente que sacudió el territorio costarricense y que marcó a dos familias, ocurrió hace 41 años

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Un anillo se convirtió en parte de lo último que dejó el piloto Francisco Eduarte González, de 29 años, para sus familiares, al convertirse en víctima mortal de un accidente aéreo que ocurrió en cerro Nimarí en la Fila Matama en Limón.

Francisco era instructor de vuelo y le estaba dando clases a Roberto Ernesto Soto Campos, de 17 años, quien también falleció en la tragedia.

Los pilotos perdieron comunicación cuando regresaban de la pista de Limón y tenían como destino llegar al aeropuerto Tobías Bolaños Palma en Pavas, San José, sitio al que nunca más regresaron.

Francisco Eduarte González, de 29 años, falleció en un accidente aéreo junto al estudiante de aviación Roberto Ernesto Soto Campos, de 17 años, en la Fila Matama en Limón. Foto: Tomadas de Accidentes Aéreos Costa Rica
Francisco Eduarte González, de 29 años y Roberto Ernesto Soto Campos, de 17 años volaron por última vez en una avioneta similar a esta avioneta. Foto: Tomadas de Accidentes Aéreos Costa Rica

Los cuerpos de ellos fueron encontrados nueve días después de haber transcurrido la alerta de la desaparición de la avioneta Piper Cherokee matrícula TI-AGW de la escuela de aviación Aerotica.

Hubo días de mucha zozobra, pues se desconocía el paradero de ellos y, pese a que las condiciones eran adversas, los allegados de ambos amantes de la aviación guardaban la esperanza de encontrarlos con vida.

Este siniestro sacudió a Costa Rica hace 41 años, pues ocurrió la tarde del viernes 25 de noviembre de 1983. La angustia se extendió por seis días, pues el fuselaje de la aeronave fue encontrado hasta la tarde del jueves 2 de diciembre de ese mismo año, cuando se halló parte de la avioneta y los cadáveres de las víctimas.

Incluso, los medios de comunicación de esa época informaron que para ese tiempo llegaron dos helicópteros de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que participaron en la búsqueda.

Más de cuatro décadas han pasado y el recuerdo de ellos se mantiene más vivo que nunca; tristemente, el dolor regresa cada vez que ocurren desgracias aéreas.

El piloto Francisco Eduarte González, de 29 años, murió el 25 de noviembre de 1983 en un accidente aéreo en cerro Nimarí en la Fila Matama en Limón. Foto: Cortesía Fabiola Campos para La Teja
El piloto Francisco Eduarte González, de 29 años, murió el 25 de noviembre de 1983 en un accidente aéreo. Foto: Cortesía Fabiola Campos para La Teja

Otra muy similiar sucedió este lunes 25 de noviembre del 2024, al mediodía, cuando alertaron de la desaparición de la avioneta TI-GER de la empresa Aero Caribe en las montañas de Escazú, San José, la cual también tuvo un saldo mortal con cinco vidas perdidas; en medio del dolor ocurrió un milagro al hallar a tiempo a una sobreviviente de nombre Paola Amador Segura. de 31 años.

Francisco Eduarte González, de 29 años, falleció en un accidente aéreo junto al estudiante de aviación Roberto Ernesto Soto Campos, de 17 años, en la Fila Matama en Limón. Foto: Tomadas de Accidentes Aéreos Costa Rica
Francisco Eduarte González, de 29 años y Roberto Ernesto Soto Campos, de 17 años, murieron en la Fila Matama en Limón. Foto: Tomadas de Accidentes Aéreos Costa Rica

Recuerdos de piloto que erizan la piel

Fernando Soto, además de amigo, es el cuñado de Francisco y junto con sus otros familiares recuerdan el amor que él tuvo por la aviación.

De acuerdo con los informes de esa época, Francisco trabajaba para la escuela de aviación en la que estudiaba Roberto Soto, que era propiedad de Luis Agüero.

Soto Campos tenía 60 horas y Eduarte González más de 2.000 horas vuelo, aproximadamente; la avioneta TI-AGW despegó a la 1:35 p. m. al mando de Roberto Soto, asistido por Francisco Eduarte. Supuestamente, llegaron a Limón a las 2:30 p. m. cuarenta minutos después decidieron regresar hacia Pavas. Eran las 3:10 p.m.

Las condiciones del tiempo empeoraron con bancos de nubes, llovizna y neblina; cinco minutos después el dueño de la escuela los llamó para alertar de la situación y pedirles que lo mejor era que regresaran a Limón hasta que mejoraran las condiciones.

Ellos estaban regresando cuando sucedió la desgracia, se estrellaron en el cerro Nimarí; en apariencia, la trayectoria de colisión señalaba que se estaban devolviendo hacia el aeropuerto de Limón y, presuntamente, el motor fue apagado antes de la colisión, lo cual ayudó a que no explotara la nave. Las dos alas fueron arrancadas del fuselaje.

Francisco Eduarte González, de 29 años, falleció en un accidente aéreo junto al estudiante de aviación Roberto Ernesto Soto Campos, de 17 años, en la Fila Matama en Limón. Foto: Tomadas de Accidentes Aéreos Costa Rica
Los rescatistas se llevaron nueve días por llegar hasta la avioneta, cuando llegaron las víctimas no tenían vida. Foto: Tomadas de Accidentes Aéreos Costa Rica
Francisco Eduarte González, de 29 años, falleció en un accidente aéreo junto al estudiante de aviación Roberto Ernesto Soto Campos, de 17 años, en la Fila Matama en Limón. Foto: Tomadas de Accidentes Aéreos Costa Rica
Francisco Eduarte González y Roberto Ernesto Soto Campos, murieron debido a los fuertes golpes. Foto: Tomadas de Accidentes Aéreos Costa Rica

Este cerro mide 2.400 pies (800 metros), y a la aeronave le faltaron escasos 50 metros para pasarlo completamente. La cabina quedó completamente comprimida y los cuerpos de los ocupantes adentro.

El ELT (Emergency Locator Transmisor) no funcionó y por eso tardaron más días en encontrarlos, además que los sobrevuelos no permitían dar con la avioneta por la gran cantidad de nubes. Esto hizo que se llevaran muchas horas de búsqueda por tierra.

Víctor Hugo Zúñiga recordó en sus redes sociales este hecho como si fuera ayer, porque fue uno de los cruzrojistas que participó en el rescate.

“Recuerdo muy bien este accidente, ya que me tocó participar desde el día en que desapareció en la búsqueda, y luego de localizada participé, directamente, en la extracción de los cuerpos de ambos ocupantes. Yo trabajaba con la unidad de montaña de la Cruz Roja, una extracción muy difícil por el estado de los cuerpos y porque estaban prensados en la cabina”, manifestó Zúñiga.

El piloto Francisco Eduarte González, de 29 años, murió el 25 de noviembre de 1983 en un accidente aéreo en cerro Nimarí en la Fila Matama en Limón. Foto: Cortesía Fabiola Campos para La Teja
El piloto Francisco Eduarte González, de 29 años, le dejó este recuerdo a la familia, se trató de un tiempo que estuvo volando en Nicaragua. Foto: Cortesía Fabiola Campos para La Teja

Don Fernando comentó que su suegro, incluso, estuvo en medio del rastreo por tierra con la esperanza de encontrar a salvo a su hijo.

“Recuerdo que cuando el papá fue (se refiere al punto del hallazgo) le entregaron la ropa ensangrentada y un anillo que también andaba. Para él eso fue desgarrador, pero con el anillo lo identificaron”, recordó el cuñado de Francisco, Fernando Soto, quien es esposo de una hermana del fallecido.

Fabiola Campos, sobrina de Francisco, señaló que hablando con sus familiares describieron que el anillo era de oro, y llevaba grabado una avioneta. La familia, en medio del dolor, aceptó la fatalidad y recibió las pertenencias. Se suponía que dentro de estas venía el anillo; sin embargo, cuando llegaron a la casa se percataron que no se los habían entregado. este se perdió, aunque algunos parientes sí lo vieron y aún lo recuerdan.

El piloto Francisco Eduarte González, de 29 años, murió el 25 de noviembre de 1983 en un accidente aéreo en cerro Nimarí en la Fila Matama en Limón. Foto: Archivo GN
Medios informátivos como La Nación informaron sobre la muerte del piloto Francisco Eduarte González, de 29 años, en el accidente aéreo. Foto: Archivo GN

El día del funeral sintieron el cariño por parte de los colegas pilotos, quienes sobrevolaron en Dulce Nombre de La Garita, Alajuela, de donde era oriundo Francisco, luego el cuerpo lo pasaron al cementerio de barrio San José de Alajuela para despedir a este hombre que dejó grandes recuerdos. Este acto de solidaridad aún permanece en la memoria de los seres queridos.

“Cuando salimos de la iglesia para ya llevar el cuerpo hacia el campo santo, sus amigos hicieron una aproximación de las avionetas con las luces encendidas, cerca de la calle, como si fueran vuelos rasantes (cerca del nivel de la calle). Ahora que lo cuento hasta se me eriza la piel de los brazos al recordar que eso fue impactante y llenó de mucha fortaleza a la familia, se sintió que Francisco había fallecido en lo que quiso, que tenía gente que lo apreciaba en esa profesión”, detalló Fernando, quien recalca que no querían perderlo y menos de esa manera.

Además de la aviación, a Francisco le encantaba jugar fútbol y sus amigos de mejenga también cargaron su ataúd como parte del último adiós.

“Los que estuvimos cerca de él sabemos que era una persona muy servicial, se entregaba mucho a lo que él deseaba. El fútbol en esa época era la actividad primordial en los pueblos, él era el dueño de la bola, era quien organizaba y él que corría por todo lado, él se entregaba, era muy fuerte.

“Era una persona muy humilde, sencilla porque, en ese momento, el que alguien fuera piloto podría tomarse como una persona que estaba en un nivel muy alto, pero él no, él era un piso de tierra, bromeaba, se ganó el cariño de todo el pueblo que lo conoció”, mencionó su cuñado.

A parte de estos recuerdos, don Fernando, menciona que Francisco siempre lo protegió, ya que él y una hermana de Francisco, de nombre Hortensia, quedaron embarazados muy jóvenes, era de esperarse que la familia se molestara, pero Francisco más bien se alegró y lo acercaba, y terminó adorando a su sobrino de nombre Juan Miguel.

“Francisco me tenía un buen aprecio, me protegía, me jalaba en moto, en carro, él me incluía. Él quería mucho a mi hijo el mayor; incluso, es él único de toda la familia que se ha inclinado por el tema de la aviación, sacó una licencia de piloto, aunque no trabaja como tal, pero él quiso, anduvo haciendo horas de vuelo y le llamó la atención quizás por influencia de su mismo tío Francisco. Cuando él murió mi hijo estaba muy pequeño”, señaló el cuñado.

Francisco Eduarte González, de 29 años, falleció en un accidente aéreo junto al estudiante de aviación Roberto Ernesto Soto Campos, de 17 años, en la Fila Matama en Limón. Foto: Tomadas de Accidentes Aéreos Costa Rica
En la Fila Matama en Limón quedaron las partes de la avioneta destruida. Foto: Tomadas de Accidentes Aéreos Costa Rica
Alejandra Morales

Alejandra Morales

Bachillerato en Periodismo en la Universidad Internacional de las Américas y licenciada en Comunicación de Mercadeo en la UAM. Con experiencia en temas de sucesos y judiciales.

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