Posted by Subasta El Blanco SA on Thursday, November 24, 2022
Los seis caballos decomisados a la modelo de apellido Alfaro, quien es investigada por lavado de dinero, se vendieron rapidísimo este jueves en una subasta en Guápiles.
Un ganadero contó a La Teja que los animales tenían babeando a más de uno, pues son de las razas frisón e Iberoamericano.
La “venta” de los caballos se realizó en la subasta El Blanco y en su cuenta de Facebook publicaron las fotos y también indicaron que los animales eran propiedad del Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD).
La Teja consultó a Fernando Ramírez Serrano, Director del ICD, quien indicó que los animales eran 3 de la raza Frisón, 1 raza Española, 1 raza Iberoamericana y 1 raza criolla.
Los caballos fueron subastados entre un millón y ¢15 millones, y el total del dinero recogido es de ¢51 millones.
En La Teja le consultamos a Ramírez cómo se subastan los caballos tan pronto si la investigación apenas está en pañales y él aseguró que lo hacen apegados al artículo 84 bis de la Ley N°8204, que autoriza a la Unidad de Recuperación de Activos, para disponer de los bienes, aunque estos se hayan entregado en depósito judicial provisional, producto de la incautación realizada dentro de un proceso penal.
“El mismo ordinal establece que, en caso que los bienes decomisados hayan sido enajenados por el ICD y la persona juzgadora ordena la devolución del bien, se procederá a entregar al propietario únicamente el monto obtenido por la venta que se efectuó del bien”, indicó Ramírez.
En La Teja le contamos el 18 de noviembre que un experto en caballos aseguró que estos animales están valorados entre ¢12 millones y ¢30 millones. Todo dependía de la condición en la que estuvieran los animales; si tenían títulos o sus parientes eran campeones.
La modelo y exintegrante del programa Combate, está en libertad pero con medidas cautelares.
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Ella debe firmar una vez al mes, tiene impedimento de salida del país y debe mantener un domicilio fijo; todas estas medidas aplican por el plazo de un año.
La investigación empezó este año por una información confidencial que indicaba que una mujer casada con un hombre de apellido Herrera, condenado por tráfico internacional de drogas, se dedicaba a legitimar las ganancias económicas que obtuvo su esposo producto del narcotráfico.
Al parecer, ella adquiría propiedades y realizaba construcciones de alto valor, también compraba carros de lujo y caballos de raza.