“Siempre con esa sonrisa, no recuerdo nunca haberlo visto enojado o de mala cara”, manifestó Lizeth Salazar.
“Cada vez que pasaba, mi hija le decía: ‘adiós’ y él siempre con una sonrisa”, comentó Elizabeth Méndez.
Esos comentarios son parte del sentir de los vecinos de Buenos Aires, zona sur del país, hacia el recolector de basura, Luis Martínez Calderón, de 58 años.
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Martínez era un empleado municipal y siempre le tocaba andar en la calle debido a sus labores.
Él sin necesidad de hablar mucho con los demás, dejó grandes recuerdos, los cuales se pueden leer en el muro del Facebook de la alcaldía.
Lamentablemente, Martínez es otra víctima inocente de la violencia que azota a Costa Rica.
Su vida acabó en el barrio Corazón de Jesús, en San Gabriel de Aserrí, San José, cuando estaba en la casa que hace año y medio había comprado para su familia y a la cual había decidido visitar el pasado fin de semana.
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A sus compañeros de trabajo les habló sobre la ilusión de tener esa propiedad en San José.
La fatalidad llegó la noche del pasado domingo 4 de mayo, cuando unos pistoleros, al parecer, se metieron en la casa equivocada, dispararon y asesinaron a Martínez.
Esta noticia llenó de tristeza a sus compañeros, quienes aún no creen lo que sucedió. A Martínez le hicieron una caravana la madrugada del pasado miércoles 7 de mayo y pasaron al frente de la municipalidad, tocando el pito como cuando lo hacían cuando él estaba vivo.
Limsay Acuña era la jefa de don Luis en la alcaldía, en la Unidad de Gestión Ambiental, y le detalló a La Teja sobre el emotivo momento.
“Partimos del Ceibo de Buenos Aires hacia el centro, pasamos al frente de la municipalidad, los compañeros me decían que siempre que llegaban al plantel y hay cambio de turno, llegan a buscar a los peones y tocan el pito para que salgan a montarse al camión. Ellos tocaron el pito y me dijeron: ‘jefa, es que Luis no sale, ya Luis no va con la cuadrilla’, fue muy duro”, expresó Acuña, con voz entrecortada.
Agregó que aún no salen del asombro de que le hayan hecho daño a una persona que era muy trabajadora, sin vicios, ni problemas.
“Yo me lo imagino entrando a la oficina y apoyando el brazo en el escritorio, como siempre lo hacía”, concluyó.
A Luis Martínez lo sepultaron en Buenos Aires, donde dejó muchos amigos.