Laura Varela, la esposa del empresario estadounidense William Sean Creighton, rompió el silencio luego de tres años del secuestro y asesinato de su marido.
Varela se presentó ayer frente a las juezas Mercedes Muñoz, Adriana Tenorio e Ivannia Delgado del Tribunal Penal de Goicoechea para dar su testimonio en el caso que se lleva contra once personas sospechosas de aliarse para acabar con Creighton.
A Varela se le salieron las lágrimas en varias ocasiones al revivir la noche del 24 de setiembre del 2018 cuando le escribió a su esposo y nunca tuvo respuesta. Ella tampoco olvida la madrugada del 25 de setiembre de ese año, cuando recibió llamadas y mensajes por medio de WhatsApp por parte de un hombre que le decía que tenía a su esposo secuestrado y le exigía $5 millones para liberarlo.
Ella aún recuerda como si fuera ayer, las palabras que el sujeto le dijo durante la negociación.
“Me acuerdo que me dijo: ‘No es nuestra intención que sus hijos crezcan sin un papá', y yo le creí, también me dijo: ‘Sé que ustedes tienen dos hijos de cuatro y siete años’.
“Yo realmente les creí y le dije a Becky (Rebeca Sánchez, mano derecha de William) que si pagábamos lo iban a dejar ir”, señaló la mujer, mientras tragaba grueso y se limpiaba las lágrimas.
Los allegados no tenían la millonada que les exigían y lograron reunir $900.000 (poco más de ¢553 millones), gracias a las ganancias de las empresas de William.
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Antes de hacer los depósitos trataron de contarle lo que pasaba a un exministro de justicia (no dijo el nombre) y al abogado de la familia. A ambos los llamaron entre las 2 a. m. y 3 a. m., pero ellos no contestaron a esas horas, por lo que al no tener tiempo para pensar con calma y procurando salvar la vida de su esposo Laura le ordenó a Rebeca que hicieran los depósitos en unas billeteras de bitcoin (moneda virtual), con la esperanza de que liberaran a su amado.
Agregó que el secuestrador, incluso le dijo que estaban en Jacó, pero que no lo iban a liberar ahí porque William era una persona con tanto dinero que otros lo podrían secuestrar.
“Le dije: déjelo donde sea, nada más déjelo ir, pero me dijo: ‘A una persona con la cantidad de plata que su esposo tiene, no lo puedo dejar en cualquier lugar simplemente, porque después alguien más lo va a querer secuestrar’. Luego me dijo: ‘Tiene que venir usted sola en la Range Rover verde a recogerlo’. Eso claramente me dio pavor y le dije: tengo dos chicos ahorita, yo no puedo salir de la casa y dejar a mis hijos solos”, destacó la esposa.
Seguidamente la mujer les pidió que lo dejaran en el condominio Los Sueños.
“Él de una vez me dijo: ‘¡ah sí! Ustedes tienen un condominio en Los Sueños’. Luego mencionó que le iban a dar un teléfono desechable y lo iban a dejar en la entrada”; sin embargo esto nunca ocurrió.
No contestaron más llamadas
Al secuestrador le depositaron la plata que tenían y simplemente dejó de contestar el teléfono.
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Cerca de las 5 a. m. de ese 25 de setiembre, el abogado de la familia le devolvió la llamada a Varela y al enterarse de lo que pasó durante la madrugada, le recomendó que se fueran de una vez para el OIJ.
La esposa vivió prácticamente durante dos semanas en la Sección de Delitos Varios, esperando a que encontraran a su esposo y llevarlo de nuevo a casa.
“Recuerdo que esas semanas solo lo esperaba, pero no volvieron a llamar. En el OIJ nos atendieron desde el día uno con especialistas de atención a la víctima, nos dieron dos investigadoras para que nos acompañaran, pero yo no me quería ir (del OIJ) tenía tanto miedo, de ver a mis hijos y explicarles”.
“Solo quería regresar con Sean (el esposo) decirles que todo había sido una pesadilla, pero claramente después de dos semanas tuve que volver a mi casa sola y hablar con mis hijos, decirles lo que había pasado”, recordó la mujer.
A esta madre se le quedó grabado las palabras de su hijo menor.
“Mi hijo me dijo: ‘Mami así cómo hay gente que roba cosas, hay gente que roba personas’. Han sido tres años en los que no sé cómo decirles todo lo que hemos tenido que pasar”, aseguró.
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También lo que le ha dolido a esta mamá es que su hija de diez años no quiera seguir cumpliendo años, así como el cambio que tuvo toda la estructura familiar.
“Mis hijos y yo tenemos tres años de estar con acompañamiento sicológico, los tres fuimos diagnosticados con estrés postsicológico”.
“La semana pasada fue el cumpleaños de mi hija y ella terminó llorando en el piso, diciendo que no quiere cumplir años, me dijo que cada año que pasa la aleja más de su papá”, sostuvo.
La vida para esta familia no volvió a ser la misma.
“La vida no es la misma por el hecho de que mis hijos no tengan un papá, que nos lo quitaron por decisión de terceros. Por mis hijos he tratado de hacer todo, pero la tristeza siempre va a estar ahí y nada volverá a ser igual”, señaló.
El cuerpo de William fue encontrado en setiembre del 2019 dentro de una tumba en el cementerio de Quepos, Él había sido asfixiado.
Los acusados en este caso son un pizzero con un bachillerato en Derecho de apellidos Morales Vega; su mamá Vega Aguirre, la abuela de este, apellidada Aguirre Leal; un tío, de apellidos Vega Aguirre y la novia de Morales de apellidos Solís Chaves, de 27 años.
A esta grupo de acusados se les suman otras seis personas de apellidos Martínez Chacón, Sanabria Abarca (maestra), Sánchez Gamboa, Ford Dowman, Jirón López y Medrano Vargas (los dos últimos son oficiales de tránsito).