La ausencia de un padre de familia duele a cualquier edad y el poder asimilarlo nunca es fácil, sobre todo para dos niños de 4 años y 7 años, quienes aún no comprenden por qué papá no los visita ni los lleva a jugar como lo hacía todos los domingos.
Estos dos pequeños sufren por culpa de al menos tres desalmados que le arrebataron la vida a Eddy Francisco Salablanca Rodríguez, de 33 años, el papá de estos niños.
En medio de su inocencia, estos niños le envían mensajes al celular de Eddy esperando que en algún momento les conteste, lamentablemente esto nunca será posible, porque él murió asfixiado cuando trabajaba como conductor de plataformas.
Doña Marianelis Rodríguez, mamá de Eddy, afirma que es triste saber que uno de sus hijos es otra víctima de la ola de violencia que arrasa en Costa Rica.
“Para nosotros es muy duro, como mamá es algo que todavía no lo puedo creer y no sé cómo entenderlo, mis nietos le escriben al papá al celular y dicen: ‘papá no nos quiere hablar, no nos contesta’”, mencionó la señora.
Afirmó que tanto en la familia como en la iglesia a la que asisten, a los niños les han explicado que el papá está en el cielo y que siempre los acompaña, no obstante, es duro también para ellos asimilar esa ausencia.
“Ellos asisten a una iglesia cristiana y allí se encargaron de hablar con ellos, porque el más grande se levantaba a la medianoche pegando gritos diciendo que el papá había llegado, que escuchó el carro y que por qué no le dijeron nada”, manifestó doña Marianelis.
Se esforzaba por sus hijos
La mañana del lunes 6 de noviembre de este año, Eddy le escribió mensajes a su mamá y le dijo que estaba lavando y limpiando, que más tarde iría a trabajar.
Se suponía que a las 11 p. m. pasaría a recoger a su mamá al restaurante donde trabaja para llevarla a la casa, como siempre lo hacía, pero nunca llegó y tampoco volvió a contestar mensajes ni llamadas.
“Siempre me decía: ‘ma, paso y te recojo para ir a comer a su apartamento’, eso es lo que más me duele, porque él era una persona muy apegada conmigo, sus hijos, su hermano y hasta con mi hermana, que no la veía como tía, sino como una hermana.
“A las once de la noche que salí (de ese lunes 6 de noviembre), le dije: ‘hola, hijo, ya salí', pero no me contestó, pensé que iba en algún viaje, porque no contestaba cuando iba con clientes”, recordó la mamá.
Aquel silencio solo era el presagio de que algo estaba mal y esto lo confirmaron la mañana del martes 7 de noviembre, cuando apareció sin vida un kilómetro al sur del restaurante El Pizote, en San Ramón de La Unión.
Pese a toda la tristeza, a esta madre le da satisfacción saber que Eddy era una buena persona, al igual que sus otros dos hijos.
“Él trabajaba para mantener a sus tres hijos, él dejó a los dos pequeños y una adolescente de 17 años, siempre fue de mucho trabajo, a veces terminaba a las cinco de la mañana o a las seis de la mañana, luego de pasar toda la noche y madrugada trabajando”, expresó la mamá.
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Al parecer trató de salvarse
Eddy tenía varios años conduciendo con aplicaciones y al ver tantos ataques contra otros conductores, le expresó a su mamá que ante un asalto nunca opondría resistencia.
“Siempre me decía: ‘ma, el día que me vayan a asaltar yo voy a entregar todo, choco el carro, hago algo porque mis hijos me necesitan y yo a ellos’, pero no entiendo porqué no se pudo haber tirado del carro, la verdad no sé”, expresó.
A Eddy le robaron el celular, la billetera y lo más preciado, la vida.
“En el OIJ me dijeron que tenían buenos indicios para la investigación, pero nada más. Al parecer lo que querían era quitarle el carro, él lo anduvo chocando por todo lado y cuando lo dejaron abandonado, las llantas no servían y no podía seguir rodando”, dijo doña Marianelis.
Eddy fue cremado y su mamá conserva parte de las cenizas, ella solo espera justicia pronta para su hijo y teme que otros conductores sufran por culpa de la delincuencia.
Aseguró que su hijo no tenía problemas, tampoco deudas con nadie, considera que sí fue víctima de un asalto y solo espera el avance de las autoridades judiciales.