Uno de los más grandes sueños de Tatiana Jiménez González, de 26 años, era construir una nueva casa para su mamá.
Ella usaba parte del poco salario, que ganaba trabajando en un vivero, para comprar un block de concreto por semana, con la esperanza de un día reunir los suficientes para hacer la vivienda.
Lamentablemente, Ta, como sus seres queridos le decían de cariño, no pudo ver ese anhelo cumplido, pues en el año 2014 fue víctima de un atroz homicidio a manos de un primo lejano, apellidado Rodríguez, que ocurrió a pocos metros de la casa de sus papás, en Carrizal de Alajuela.
Sin embargo, ese gran sueño de Tatiana no murió con ella, pues finalmente, el año pasado, con mucho esfuerzo, su familia logró construir la casa que tanto anhelaban para su mamá, doña Jeannory González, y lo más bonito de todo es que una parte de la vivienda fue construida con los blocks que Ta había comprado.
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Así lo contó a La Teja Heisel Jiménez, hermana menor de Tatiana, quien explicó que Ta llegó a comprar, aproximadamente, 300 blocks de concreto, los cuales terminaron sirviendo para cumplir su sueño.
“Cuando nosotros empezamos a hacer lo de la casa, nos preguntamos qué íbamos a hacer con esos blocks; entonces, como mi mamá vive en un terreno un poco complicado para construir, pensamos en usarlos para hacer un muro que sostuviera la casa y así utilizamos todos los blocks que ella compró. Ese fue su granito de arena para la casa”.
Pero no todo ha sido bueno para la familia de Jiménez, pues al dolor que aún sienten por su partida se suma la indignación de saber que el responsable de la muerte de Tatiana fue dejado en libertad, tras cumplir menos de la mitad de la condena a la que fue sentenciado.
“Ha sido muy difícil, porque cuando uno piensa que ya esto se acabó, que se va a encontrar un poco de paz, se reciben noticias como esta y es bastante difícil para nosotros”.
Salió a ver un partido y nunca regresó
El crimen que dejó a esta familia con el corazón roto ocurrió entre la noche del miércoles 1.° de junio y la madrugada del jueves 2 de junio del 2014 en Carrizal de Alajuela.
Heisel recordó que ese día Tatiana, quien tenía 26 años, llegó en horas de la tarde a la casa en la que vivía con sus papás y hermanas, tras haber estado trabajando en un vivero en San Rafael de Alajuela.
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Jiménez recordó que Tatiana fue a visitar a su otra hermana, quien vive en la parte de atrás de la propiedad, pues deseaba pasar un rato con sus dos amados sobrinos; incluso, había planeado llevarse al mayor para que durmiera con ella.
“Luego de eso regresó a la casa y le dijo mi mamá que iba a salir a ver un partido de Saprissa, porque ella era supersaprissista. Mi mamá le dijo que si estaba segura, porque había dicho que estaba cansada, y mi hermana le dijo que iba a ir porque ella de por sí nunca salía. Mami le dijo: ‘bueno, mi amor, que Dios la acompañe’ y ella le respondió: ‘sí mami, ahorita vuelvo’, y se fue para nunca más regresar”, contó Heisel.
Las alarmas se encendieron en la familia a la mañana siguiente cuando descubrieron que Tatiana no había llegado a dormir a la casa, cosa que nunca hacía.
“Ella dejó las cobijas, la cama y su pijamita, pero nunca llegó. Entonces, mami empezó a llamarla, pero el celular estaba apagado. La última vez que se conectó a WhatsApp fue esa misma noche a las 9:42 p.m.”.
Foto dio pistas
Las horas fueron transcurriendo ese jueves, mientras la angustia de la familia seguía aumentando. Una de las primeras pistas sobre dónde estuvo Tatiana salió a la luz cuando su mamá visitó a una hermana en busca de ayuda.
“Ahí estaba otra prima y ella nos dijo que vio que en una foto que subieron a Facebook salía mi hermana con unos conocidos, vecinos del barrio, entre esos el primo (Rodríguez). Nos pareció muy extraño, porque no era común que mi hermana saliera con ese tipo de grupo”, recordó Heisel.
Fue así como se dieron cuenta que Tatiana había estado la noche del miércoles junto con esas personas en el bar Las Gaviotas, ubicado a escasos 500 metros de su casa.
Leonel Jiménez, papá de Tatiana, junto con su hija menor, fueron a buscar a uno de esos vecinos, a quien, supuestamente, encontraron muy tomado. Según Heisel, este les dijo que no sabía nada, que mejor le preguntaran a Rodríguez, pues fue la última persona que estuvo con Ta.
“Esa noche mi papá se fue a buscarlo (a Rodríguez) y nos dijo que cuando él salió, no sé si fue instinto de papá, le dijo: ‘Yo no sé qué fue lo que usted hizo con mi hija, pero lo que sea que haya hecho por ser usted el último que se quedó con ella, solo dígame dónde está, dónde la dejó’. Entonces este tipo se asustó y le dijo que no sabía nada, que no le preguntara más nada”.
Heisel recordó que lo más duro para ella ese día fue ver como su mamá, tras haberse desmayado, le dijo que el instinto de madre le decía que su hija mayor ya no estaba más con ellos.
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Gritos dieron la peor noticia
La angustia continuó hasta la mañana del viernes, cuando la familia decidió unirse a las autoridades judiciales para buscar a Tatiana por los alrededores.
Heisel recordó que su papá buscó a Ta hasta por debajo de las piedras, pero no encontró ni una sola pista, pero todo cambió gracias a la sugerencia de una de sus tías.
“M tía tuvo una corazonada y le dijo a papi que por qué no la iba a buscar al río, que pasa al lado atrás de mi casa, que es un río muy particular, porque la gente acostumbraba a ir en Semana Santa, porque era un lugar muy agradable; de hecho, a mi hermana le encantaba mucho estar ahí, entonces mi papá se fue a buscarla”.
El peor temor de la familia se hizo realidad al escuchar los fuertes gritos de don Leonel, los cuales venían desde el cauce del mencionado río, el cual está a escasos 200 metros de la casa de la familia.
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“Yo escuché los gritos de mi papá y le dije a mami: ‘creo que papi ya la encontró’. Ella se quedó muy asustada y le dije que así era porque los gritos que papi estaba pegando son de un papá frustrado y desesperado. Mi papá lo que gritaba era ‘Negra, ya encontré a Tati, ya la encontré, y está ahogada en el río’. Mi papá creyó que mi hermana se había ahogado”, recordó Jiménez.
Al llegar al río, la familia se encontró con una escena desgarradora, pues en el cauce se encontraba el cuerpo semidesnudo de Tatiana.
Poco tiempo después del hallazgo, el OIJ dio a conocer que Jiménez no murió ahogada, sino que fue víctima de un homicidio, en el cual le quitaron la vida por medio de estrangulamiento.
Pruebas lo señalaban
Las pruebas de a poco empezaron a señalar al primo lejano de Tatiana. Según su hermana, uno de los primeros en sospechar de él fue un amigo que estuvo con ellos en el mencionado bar y que vio un comportamiento extraño.
“Él me dijo que vio a mi hermana incómoda, asustada, y que le preguntó si le pasaba algo, entonces ella le dijo que cuando fue al baño le dejó el bolso a él (primo) y cuando regresó vio que ya no tenía la billetera, por eso estaba preocupada por su plata. Yo creo que eso era porque pensaba que iba a tener que depender de él”, dijo Heisel.
El tiempo pasó sin que la familia supiera nada del caso, pero a los cinco meses recibieron la noticia de que González había sido detenido por el OIJ como sospechoso del homicidio de Tatiana.
“A él le encontraron más de 15 pruebas contundentes para detenerlo; entre esas, semen y huellas en el cuerpo de mi hermana. Él siempre mintió; cuando le dijeron sobre las pruebas del semen, dijo que él había tenido por voluntad propia relaciones sexuales con mi hermana al frente de una escuela, y no fue así”.
Heisel también dijo que el sujeto mintió sobre la última vez que había visto a su hermana, pues aseguró que cuando él la dejó estaba en perfectas condiciones.
“Dijo que en ese momento a ella, supuestamente, le habían entrado dos o tres llamadas telefónicas, que había contestado el celular y que él se había despedido de ella. Mi hermana nunca llamó a nadie, nunca le entró ninguna llamada en esas horas”.
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Dolorosos juicios
El caso por la muerte de Tatiana llegó a los tribunales de justicia en el año 2015, para su familia fue un momento muy duro, pues revivieron toda la tragedia que habían vivido.
“Cuando empezamos el juicio con patólogos, con testigos de los hechos y demás, fue demasiado difícil para nosotros. Tener que estar escuchando a una patóloga, decir que jamás en su vida había visto una agresión tan fuerte hacia una mujer y mostrar imágenes fuertes. Para nosotros fue muy difícil”.
En ese primer debate, el tribunal a cargo dictó una sentencia de 30 años contra González; sin embargo, su defensa apeló la condena y por eso se tuvo que realizar un segundo juicio.
“Como un año después, otra vez volvemos a un juicio, en el que otra vez se vuelve a echarle sal a la herida. De nuevo, lo declararon culpable de los hechos”.
Sueño le adelantó lo que sucedería
Heisel contó que el año pasado le ocurrió una situación muy particular, pues Tatiana le apareció en un sueño, pero este no tuvo el final que ella deseaba.
“El año pasado, mucho tiempo antes de que nos diéramos cuenta de que este sujeto iba a salir libre, tuve un sueño con mi hermana; ella me dijo que necesitaba que me preparara sicológicamente, le pregunté que por qué, porque yo en ese momento solo deseaba abrazarla y decirle cuánto la amaba. Entonces ella me dijo que él iba a salir de la cárcel. Siento que mi hermana nos avisa de las cosas que nos podrían causar más dolor”.
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Según contó Jiménez, el hombre salió de la cárcel en febrero de este año, al parecer, tras recibir un beneficio por buen comportamiento y por haber estado estudiando durante su tiempo recluido.
A la familia le informaron que el sujeto no puede ingresar a Carrizal durante 10 años; sin embargo, para ellos quedó un enorme sinsabor, pues tenían la esperanza de que González cumpliera toda su condena en prisión.