Un triunfo de su amada Liga este domingo en el clásico nacional (5 p. m.) podría devolverle la alegría por un momento a José Keylor Arguedas Jiménez, de 16 años, a quien le robaron su silla de ruedas, el domingo pasado, en Desamparados.
José está ansioso esperando a que su equipo le ponga bonito, incluso anduvo este sábado todo el día su camiseta de la Liga y su mamá se la volvió a lavar antes de acostarlo para que este domingo pueda ponérsela de nuevo y se tire la mejenga junto a su hermano menor.
“La Liga va a ganar tres a cero es un corazón manudo″, dijo Arguedas, cuya jugador favorito es Bryan Ruiz, por lo que celebra los goles del Capi con especial alegría.
La situación que vive este jovencito, vecino del sector 3 de Los Guido, tiene a muchos con el corazón hecho un puño, pues no ha parado de llorar por su silla de ruedas.
Su mamá, doña María Isabel Arguedas, nos contó que su hijo padece de varias enfermedades por las que la silla es su mano derecha. El joven tiene hemiparesia derecha, hipotonía troncal, retardo del desarrollo psicomotor severo, vaciamiento gástrico, parálisis cerebral infantil, pie equino bilateral, asfixia perinatal, doble hemiparesia derecha, asma, crisis convulsivas, meningoencefalitis, epilepsia parcial, y distonía, entre otros.
Ellos se pasaron de casa el domingo 5 de diciembre, porque la que alquilaban era muy pequeña y a José se le complicaba movilizarse.
“Habíamos pasado las bolsas y ya veníamos entrando, pero no había cómo pasarlo a la sala por lo que dejé la silla en el portón y lo levanté para traérmelo y sentarlo en un sillón. Moví las bolsas al cuarto para hacer campo y pasar la silla, pero en el momento en que salí a meterla, esta ya no estaba. No le puedo explicar lo que sentí”, recordó la angustiada mamá.
Arguedas les pidió ayuda a sus familiares para ir a buscar la sillita.
“No le puedo explicar lo que mi hijo ha llorado y yo la verdad hasta me siento deprimida porque uno jamás espera que le hagan algo así. Nos fuimos para una chatarrera que está cerca y nos dijeron que no la llevaron ahí, pero la hemos buscado y le hemos preguntado a todo mundo y nadie sabe nada, nosotros no perdemos la fe de encontrarla, que nos la van a devolver”, dijo la mamá.
Doña María nos contó que su hijo toma medicamentos, ya que por día convulsiona de 6 a 10 veces, sobre todo cuando hace mucho calor. Además la silla les permite evitar que se golpee y realizar sus terapias, movilizarse con ella a las citas o a estudiar. La silla también le sirve a la mamá para darle los medicamentos y alimentar a su hijo.
“La silla es azul, y nos la dio la Junta de Protección Social cuando vivíamos en Siquirres. Él estaba más pequeño y fue creciendo en esa silla, nosotros jamás podríamos pagar por una, pero su vida cambió desde que se la dieron, ya que se convirtió en una bendición para nosotros. Debido a su edad, yo casi no puedo alzarlo, porque pesa bastante y hace unos días me caí y me lesione la rodilla, pero Dios no nos abandona”, dijo.
La silla de José puede costar más de ¢3 millones pues tiene distintas funciones, según las necesidades del paciente, así que el joven ya tiene una semana en la que solo puede pasar sentado en un sillón que les regalaron y a su mamá le toca alzarlo a cada rato.
Al menor le cuesta un poquito hablar, pero nos dijo que necesita ayuda para encontrar la silla.
La Fundación Sembrando Esperanza de Pavas, que ayuda a familias positivas de covid y en extrema pobreza, está tratando de recuperar la silla o recoger fondos para una nueva.
Don Alexander Bolaños, es el presidente de esa fundación y nos contó que tienen tres años ayudando a la gente.
“Conocimos a José Keylor por una madrina de la fundación y tenemos la esperanza de que la silla aparezca, él está muy triste, el 15 de diciembre cumple 17 años y lo vamos a ir a visitar y darle un regalo de su amado equipo para ver si se siente un poco mejor”, dijo Alex.
Doña María y su hijo son un ejemplo de amor, ya que ella tiene tres hijos más, pero José es su bebé, él está estudiando y ella, a sus 42 años, también va a la escuela pues quiere enseñarle a escribir y firmar a su hijo.
“¿Cómo lo voy a llevar a clases el otro año sin la silla?”, dijo angustiada
El jovencito tiene muchos sueños, él quiere tener un perrito entrenado que lo acompañe y también una pizarra para que su mamá le enseñe a escribir bien.
“Mi hijo es increíble, aún en los días en que tiene demasiado dolor pasa sonriendo, estos días han sido duros, espero que gane su equipo porque el partido lo tiene ansioso, claro que si pierden se enoja y le dice al hermano, Snaider, que no lo vacile porque él es saprissista y de una vez me dice mamá cama, él sueña con tomarse una foto con todos los jugadores manudos que le dan tanta alegría”, dijo la señora.
Si usted sabe algo de la silla comuníquese con doña María al 6319-3785, o con la fundación al 7296-5990, en esos números también reciben ayudas.