Sucesos

Mecánico quedó ciego tras brutal ataque, pero tomó impactante decisión con sus agresores

Mauricio Bustamante Brenes, de 53 años, le trataron de hacer un daño, cuando manejaba su carro por el puente de Los Anonos, Escazú

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Ser cortés y bajar la velocidad para dar paso a los ocupantes de un carro, que también necesitaba transitar por el antiguo puente angosto de Los Anonos, en Escazú, se convirtió en lo último que vio Mauricio Bustamante Brenes.

En ese momento fue víctima de un brutal ataque por el cual nunca hubo justicia penal y solo Dios podría aplicar la divina.

En la memoria de Mauricio aún permanece la imagen del vehículo al que le dio paso, un Nissan tipo Vanette; sin embargo, nunca vio a los ocupantes que iban en este.

Él llevaba la ventana del lado del conductor abierta y cuando le pasaron a la par sintió como un fuego en su rostro, ese ardor no le permitió ver nunca más, le habían lanzado ácido sulfúrico, provocándole dolorosas quemaduras y daños irreversibles hasta el punto de quedar ciego.

Bustamante tenía para ese momento 30 años, estaba soltero, era mecánico, se dedicaba a arreglar frenos de carros y su vida la seguía construyendo.

La atroz agresión ocurrió la noche del sábado 22 de diciembre del 2001, cuando él regresaba de la fiesta del trabajo.

“Yo venía de Santa Ana e iba hacia Hatillo 2, en donde vivo, había un semáforo que regulaba el tránsito, cuando el semáforo me dio luz verde, yo comencé a cruzar y vi que el carro del frente también continuó en sentido contrario, era muy común, la gente lo hacía, porque dos carros pasaban, muy cerca, pero pasaban, en el momento que estábamos juntos me lanzaron ácido sobre mis ojos”, recordó el sobreviviente.

Él quedó en medio del puente, no pudo avanzar, pero tampoco sabe cómo detuvo el vehículo.

“Si ya le digo que yo paré ese carro sería mentirle, el ácido sulfúrico es la base del ácido de las baterías que disuelven con agua destilada, a mí me echaron el ácido puro, al sentirlo yo solté el volante y los pedales, me revolcaba dentro del carro, le puedo decir que quien paró ese carro fue Dios.

“Quedé en medio puente haciendo presa, algunos vehículos comenzaron a adelantarme, hasta que una pareja de señores fueron los que me auxiliaron, después creo que fue un taxista que llevaba un poco agua y me rociaron en la cara, ellos me ayudaron a llamar al 911 y a mi casa”, dijo Bustamante.

A Mauricio Bustamante Brenes le rociaron ácido sulfúrico en los ojos hace 23 años y lo dejaron ciego. Foto: Albert Marín. (Albert Marín)

Estuvo internado en el área de Quemados del hospital San Juan de Dios durante un mes y medio, él soportó 18 cirugías en las que le trataron de salvar la vista, pero fue imposible, además le realizaron cirugías oculares y plásticas.

“Me hicieron cirugías reconstructivas en los párpados, el sistema llegó a un punto donde ya no había nada qué hacer conmigo, porque no había un especialista en quemaduras con químico. Un especialista en esa rama en Costa Rica se moría de hambre, porque eran casos aislados. El doctor Johan Fernández me ayudó, tenía la especialidad y tenía muy pocos días de haber llegado al país”, detalló.

Estando hospitalizado supo de la necesidad de acercarse a Dios y de perdonar a los agresores, a quienes nunca conoció, pero sí llegó a odiar.

“Comenzó un proceso de formación, de adaptación, decidí perdonarlos y buscar el medio para integrarme a la sociedad como una persona con discapacidad visual.

“Lo más importante fue que esto me hizo entender que yo lo que necesitaba era de Dios, más que una religión era tener una relación con él y las cosas se fueron dando de una forma maravillosa”, aseveró.

Mauricio puede dar fe que, entre todo lo malo, siempre hay algo bueno, a través de su papá, él continuó viendo el mundo.

“Mi papá y yo no teníamos una relación íntima de padre e hijo, vivíamos en la misma casa, pero nunca hubo esa afectividad, yo carecí de ese afecto, de esas expresiones afectivas de un padre; sin embargo, esto nos acercó más, mi papá pasó a ser mis ojos”, manifestó.

Llegó aceptar que el proceso no era solo para Mauricio, sino para toda la familia en general.

“Llegué a entender que más que la quemadura física de mis ojos, de mi rostro, era la quemadura de mi corazón, dentro de mí lo que había era odio, deseo de muerte, venganza, amargura, resentimiento, una ausencia de perdón, por supuesto, por todo lo vivido.

“Entonces necesitaba perdonarme a mí mismo, perdonar a mi familia y perdonar a las personas que habían lanzado el ácido sobre mis ojos, pero yo no podía perdonarlos, porque el perdón no es un sentimiento, es una decisión, que trasciende mi voluntad, esto no era si yo sentía o quería, era algo que tenía que hacer y esto me liberó”, mencionó.

Mauricio Bustamante Brenes trabajaba como mecánico antes del atentado y así continuó un tiempo después de esta situación dolorosa. Foto: Albert Marín. (Albert Marín)

Mauricio creyó que se iba a quedar soltero, pues comprendía que existe un rechazo por su condición, no obstante, los amores de su vida llegaron luego de perder la vista.

“Incluso le puedo decir que mi papá fue el que escogió a mi esposa. Un día andábamos en la iglesia y recuerdo a mi papá decirme: ‘Mae, ahí está la suya’, me decía: ‘Es la macha’”, recuerda entre risas Mauricio, diciendo seguidamente que todo fue para bien.

De esa manera conoció a su esposa, Laura Badilla, ellos cumplirán en noviembre próximo sus bodas de Porcelana al llegar a los 20 años de casados, son padres de una muchacha y un joven.

Mauricio Bustamante Brenes no deja de sonreír, pese a haber tenido momenos de mucho dolor. Foto: Albert Marín. (Albert Marín)

La vida no ha sido fácil, pero decidió no andar quejándose, sino disfrutar de la oportunidad de seguir vivo y de sentir el amor de sus personas más cercanas, de sentirse útil y fue así como continuó trabajando como mecánico.

“En mi nuevo caminar, veía muchos obstáculos, pero llegó el momento en el que dejé de ver problemas y comencé a ver retos en mi vida, muchos de esos se han convertido en victorias.

“Retomar mi trabajo era un reto y no solo para mí, sino para quienes se acercaban, vi qué sí lo podía lograr porque tenía el conocimiento y la experiencia, lo que tenía que adecuar era el área de trabajo”, recordó el sobreviviente.

También llevó un proceso de formación y rehabilitación en la Asociación de Ciegos Costarricenses Centro Helen Keller, en la que velaban por los derechos de la población ciega y con deficiencia visual, en la actualidad se le conoce como Centro Nacional de Educación Especial Fernando Centeno Güell.

Estuvo trabajando con los frenos de los carros y a una de las personas que se los arregló fue a Erick Rodríguez, un vecino que le llevó el auto de la esposa, ellos son grandes amigos y sonríen cuando cuentan esa anécdota.

“Estaba con la curiosidad de Mauricio de arreglar los frenos, le traje un carro, por supuesto que no le iba a dar el carro mío, le di el carro de mi esposa (comienzan a reír), ella iba para Sarchí al día siguiente y dije: ‘Ahí está el conejillo de indias’.

“Es curioso porque el carro de ella lo llevé cuatro veces al antiguo RTV y siempre lo perdía por frenos, lo llevé a tres mecánicos diferentes, pero le dije a Mauricio, él sacó la llanta, sacó los tambores y me dijo: ‘Mirá, te falta este seguro’, yo me decía: ‘Me está bateando’, porque tres mecánicos que ven no me dijeron nada de ningún segurito que era una latita, lo fui a comprar, se lo pusimos y pasó RTV tres veces”, comentó Rodríguez.

Mauricio tuvo varios clientes, no obstante, no siguió con este trabajo, porque no continuaron llegando nuevos choferes.

“He estado adelante de 400 personas y cuándo les pregunto: ‘¿Usted le llevaría el carro a un ciego para que se lo arregle?’, solo un 5% de 100 personas me pueden decir que sí, entonces ahí me doy cuenta de que no tengo mucho trabajo en eso.

“Pero esto fue un reto y pruebas superadas, vi que sí lo podía hacer, por mucho tiempo lo hice”, dijo.

El papá de Mauricio falleció en agosto del 2024 y él era quien más lo apoyaba en este trabajo, en la actualidad se dedica a dar charlas de motivación.

La agresión contra Mauricio fue considerada un atentado, porque no lo asaltaron, no lo venían siguiendo, solo fue para hacerle daño y lamentablemente todo quedó impune.

Ayer y hoy del puente de Los Anonos. Imagen de listado
Ayer y hoy del puente de Los Anonos. Imagen de listado
Alejandra Morales

Alejandra Morales

Bachillerato en Periodismo en la Universidad Internacional de las Américas y licenciada en Comunicación de Mercadeo en la UAM. Con experiencia en temas de sucesos y judiciales.

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