El experto en rescates José Campos tiene intacto en sus recuerdos el accidente aéreo en que murieron 10 personas en el volcán Arenal, el rescate era prácticamente una misión suicida.
Aquella desgracia sacudió al país el 26 de agosto del 2000.
Campos trabajaba en aquel entonces para la Cruz Roja, él era era asistente de operaciones de la Dirección Nacional de Socorros y Operaciones (DINASO), pero no recuerda qué estaba haciendo en el momento en que los medios de comunicación empezaron a informar que una aeronave estaba desaparecida en las inmediaciones de La Fortuna de San Carlos.
La avioneta era piloteada por el costarricense Karl Acevedo, de 22 años, y el copiloto era William Badilla, de 34.
La Cessna 208B Grand Caravan HP-1357APP, fabricada en 1998, había salido del aeropuerto Internacional Juan Santamaría a las 11:38 de la mañana. El destino era Tamarindo, eso sí, debían hacer una parada en el aeródromo de El Tanque, en La Fortuna, para dejar allí a uno de los turistas, llamado Masaru Hamatani, un japonés que se quedó ese sitio y al día siguiente pudo celebrar sus 52 años.
Los pasajeros eran los recién casados Steven Bohmer, de 44 años y quien era médico, y su esposa, la exreina de belleza Helena Gutiérrez, de 37, ambos uruguayos. Ellos tenían cinco días de matrimonio y ella estaba embarazada.
Además viajaba la canadiense Terry Pratt, de 50 años, y los estadounidenses Frank Consolazio, de 56 años, y Yudi Consolazio, de 55.
También el comerciante estadounidense Cristhoper Damia, de 36, él se subió al vuelo porque su carro sufrió un desperfecto mecánico. A él le tocaba viajar a las 6:30 de la mañana, pero perdió el vuelo por lo que se subió en el siguiente.
Así como las suizas Silvia Rhissiner y Catherine Shoep, ambas de 23 años. Ellas eran amigas y estuvieron ocho días internadas en la Clínica Bíblica, por un caso severo de leptospirosis, ellas tomaron agua contaminada en Ecuador, y al llegar a Costa Rica se pusieron muy mal. El día después de que les dieron la salida agarraron el vuelo para ir a Tamarindo a encontrarse con la hermana de una de ellas.
La aeronave emitió la señal de impacto a las 12:20 de la tarde, pero hasta dos horas y 17 minutos después se informó a la torre de control del aeropuerto Juan Santamaría.
“Por la señal que emitía y la versión de varias personas que supuestamente la vieron, creíamos que cayó en el cerro Chato, que está muy cerca del volcán, por ahí empezamos la búsqueda”, relató Campos.
El rescatista asegura que ellos anduvieron por el cerro tratando de ubicar la avioneta pues los pasajeros podían estar vivos, heridos y en ese tipo de accidentes el tiempo de reacción podría cambiar el destino de una persona.
Campos asegura que por más que anduvieron esa noche no encontraron nada, al día siguiente un helicóptero pudo sobrevolar la zona.
“El volcán se despejó y en ese momento se vio la avioneta estrellada, a nosotros nos avisaron por radio que ya se sabía dónde estaba, yo no lo podía creer, el volcán estaba activo y emanaba gases, rocas incandescentes y retumbaba” recordó.
La aeronave estaba en la cima del volcán Arenal, a menos de 200 metros del cráter. La Cessna estaba en pedazos.
Campos asegura que aquel rescate “era casi una misión suicida”. Y es que cuatro días antes del accidente, una erupción mató al guía Ignacio Protti y a la niña estadounidense Raleigh Goldberg. Ellos entraron a una zona prohibida junto a la madre de la menor, Caryanne Ruffin, de 49 años, cuando los alcanzó la nube ardiente que se movía, señalan los expertos, a varios cientos de kilómetros por hora. No hay quien pueda escapar de eso.
Los tres resultaron con quemaduras de tercer y cuarto grados en la piel, pero el mayor daño era interno. El calor les cocinó los pulmones y ese fue el motivo por el que Protti y Goldberg perdieron la vida.
El grupo de valientes hombres, conociendo de esa tragedia, hizo una oración antes de empezar a caminar por el cráter del volcán.
“Es un sentimiento de humanidad, Señor, el que nos alienta a rescatar estos cuerpos y devolvérselos a sus familiares preocupados, y nosotros tenemos voluntad de hacerlo y solo queremos pedirte tu ayuda y que nos acompañes a todos y nos cuides de todo mal”, rezó el cruzrojista Eduardo Quesada, según una publicación de La Nación del 2000.
Campos recuerda que él subió por lo menos tres veces al volcán.
“Todos los rescates tienen algo, pero este era histórico y muy complejo porque había que caminar en el volcán activo, todos nos volvimos a ver y claro que existía una preocupación de nosotros y la angustia de nuestras familias, estábamos en pendientes de 45 grados, piedras filosas, piedras sueltas, se sentía el calor del volcán, la neblina, la lluvia y el frío, pero además el peligro de una erupción“, comentó.
“Primero entramos un grupo pequeño y logramos bajar un cuerpo, las nubes estaban a mitad del camino, caminábamos dentro de las nubes y cuando se despejaba ya se podía llegar al volcán, el rescate duró tres días, el primer día sacamos un cuerpo, pero el clima no permitía seguir, lo que hicimos fue que los restos los alistamos y los subimos en una malla de transporte de carga ya que un helicóptero panameño que vino a ayudar podía volar dentro de la nube”, recordó.
El segundo día fueron sacados cinco cuerpos con ayuda del helicóptero panameño que era piloteado por Nicolás González, y otros cuatro el día siguiente.
Campos recordó que los restos fueron transportados hasta el hotel Los Lagos, que era donde estaba el centro de operaciones y luego al Tanque de La Fortuna y por último en avioneta hasta San José.
Rescatar los restos por tierra hubiera tardado muchos días y además convertía el rescate en más peligroso de lo que ya era.
Campos asegura que el vértigo era terrible.
“El volcán estaba muy nublado, pero en un momento a otro se despejó y nos dejó ver a todos a la altura en que estábamos. Usted no sabe lo que yo sentí en ese momento, esa sensación de vacío es algo que no olvido. El volcán en esos tres días se porto bien, creo que todo el país estaba pendiente de lo que estaba pasando era demasiada la tensión por lo ocurrido y por lo que podía pasar”, contó.
Campos asegura que aunque era una operación riesgosa en todo momento se buscó poder darle paz a las familias de esas personas al poder darle sepultura a sus seres queridos.
“En el momento del rescate nos dedicamos a eso y no ha pensar en todas las cosas que podían suceder en el lugar donde estábamos parados, recuerdo que los familiares de los fallecido empezaron a llegar y siempre, en toda misión, uno lo que quiere es darle una respuesta a los familiares que ya están viviendo momentos de mucho dolor”, dijo.
Campos recuerda que hubo un momento que trabajaron 200 personas en el sitio.
Las causas del accidente aérea siguen siendo inciertas, se cree que pudo ser la nubosidad o que se acercaron mucho y no lograron realizar el viraje.
El experto asegura que por mucho tiempo los restos de la aeronave quedaron ahí y desde lejos se podían ver las latas blancas y algunos reflejos, el volcán los fue lavando.
“Yo trabaje muchos años en La Fortuna algunas personas se llevaron las llantas, este es un caso que yo recuerdo mucho, fue un evento muy difícil para el país, y para nosotros”, dijo Campos.
Como agradecimiento por su entrega, Campos recuerda que recibió una invitación para almorzar en la casa del embajador de Estados Unidos y el 29 de setiembre del 2000 el presidente de ese momento, Miguel Ángel Rodríguez, les entregó a los valientes algunos reconocimientos, el rescatista fue nombrado ciudadano distinguido.