Sucesos

Mujer presintió tragedia y convirtió un baño en refugio para sus hijos, pero no para su amado

El barbero José Rodolfo González Rugama se convirtió en una víctima inocente cuando le dispararon en 31 ocasiones

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Minutos antes de la tragedia, Maureen Ramírez presintió que su familia estaba ante un inminente peligro.

Trató de evitarlo, pero al final, fue imposible, y su esposo, José Rodolfo González Rugama, de 36 años, terminó convirtiéndose en una víctima inocente de una ráfaga de balas.

El barbero José Rodolfo González Rugama se convirtió en una víctima inocente cuando le dispararon en 31 ocasiones. Fotos: Maureen Ramírez para La Teja
El barbero José Rodolfo González Rugama se convirtió en una víctima inocente cuando le dispararon en 31 ocasiones. Fotos: Maureen Ramírez para La Teja (Maureen Ramírez para La Teja /Maureen Ramírez para La Teja)

La agresión ocurrió en una barbería, propiedad de Rasta, como le llamaban de cariño a la víctima, en la urbanización Los Targuaces, en Desamparados de Alajuela.

Al negocio de él llegaban futbolistas y hasta periodistas para cortarse el cabello, pues tenían confianza en su trabajo.

Los disparos no eran para él, iban dirigidos contra un cliente de González, quien recién estaba llegando a la barbería.

El barbero José Rodolfo González Rugama se convirtió en una víctima inocente cuando le dispararon en 31 ocasiones. Fotos: Maureen Ramírez para La Teja
El barbero José Rodolfo González Rugama amaba a su hija menor. Fotos: Maureen Ramírez para La Teja (Maureen Ramírez para La Teja /Maureen Ramírez para La Teja)

González recibió balazos en la cabeza y en el brazo izquierdo, y falleció al llegar al hospital San Rafael, en Alajuela.

Al cliente lo hirieron en siete ocasiones, pero sobrevivió al atroz hecho.

Esto ocurrió en plena pandemia por el Covid-19, la noche del viernes 23 de octubre del 2020, y en Expediente LT retomamos este caso, que sigue causando dolor a una familia.

“La barbería estaba, justamente, en la casa que nosotros alquilábamos; se trabajaba con cita por hora. Un muchacho le sacó la cita y José lo iba a atender, pero ese día yo tenía nervios. Recuerdo que le dije: ‘mi amor, ya se pasaron quince minutos de la cita, era para las seis de la tarde, dígale que mejor ya no venga’. Él solo me respondió: ‘no, mi amor, ya él está en el portón’”, recordó Maureen.

La intranquilidad no la dejaba en paz y apenas vio al cliente, le hizo una pregunta, y la respuesta en un principio la tranquilizó. No obstante, luego su presagio se convertiría en una cruel realidad.

“No sé qué me dio por preguntarle al muchacho: ‘¿Usted no tiene problemas con nadie?’, y él me contestó: ‘No, para nada’. Le volví a preguntar: ‘¿está seguro?’, y su respuesta fue: ‘No, Maureen para nada’. Recuerdo que en ese momento, solo le dije: ‘que la sangre de Cristo lo cubra’.

“Mi esposo se me quedó viendo como diciéndome, qué bárbara, cómo va a decir esas cosas. Me di media vuelta y él dijo: ‘ahorita termino, tengo un siguiente cliente’. Caminé hacia el sillón de la sala de la casa para contestar un mensaje y, de un pronto a otro, veo que se empieza a caer todo; se escuchaban disparos, agarré a mi hija que tenía siete años y a mi hijo mayor, que tiene una condición de Asperger, y nos encerramos en el baño. En ese momento vi pasar hacia el patio de la casa al cliente”, recordó Maureen.

El tiempo que pasaron encerrados se hizo eterno; calcula que fueron cerca de 10 minutos.

“Mi hija quería correr hacia el papá y solo decía: ‘papá, qué me le hicieron’. Cuando estábamos en el baño, puse a mis hijos detrás de mí y cerré los ojos, pensé: ‘Señor, por favor, cúbreme a mis hijos con tu sangre bendita y perdóname todo lo que le he hecho’, porque yo no sabía, no entendía qué estaba pasando; incluso, hasta escuchaba gente en el techo”, señaló.

Maureen y sus hijos lograron salir hasta que escucharon a los vecinos llamarlos preguntando cómo estaban. Fue en ese momento que supo que su esposo estaba agonizando.

A ella y a los niños no los alcanzó ningún tiro, pero quedaron marcados para siempre.

“Mi esposo estaba tirado en el suelo, me hinqué y se lo entregué a Dios. Recuerdo que él no respondía, y tenía mucha sangre. La ambulancia se lo llevó, también llegó la Policía y me preguntaban qué era lo qué había pasado y solo les decía que no sabía”, señaló.

Fue hasta el siguiente día que los lugareños mencionaron que el ataque había sido contra el adolescente, no contra el barbero. Las autoridades judiciales confirmarían más tarde esa versión.

“Sabía que esa agresión no era para nosotros, pero llegaron sin piedad. La barbería fue el mejor lugar donde lo encontraron. Nosotros estamos vivos por milagro de Dios”, expresó.

A José Rodolfo no lo volvieron a ver, porque fue en el tiempo que la pandemia se encontraba en su pleno auge, no permitían las velas y los ataúdes iban cerrados.

“Nunca más lo pude volver a ver, solo en el momento en que él estaba agonizando y un día antes de que nos lo entregaran. Nos dijeron que lo teníamos que enterrar de una vez, fue una pesadilla, y todo eso que pasó nos dejó un trauma. A él lo despedimos en Desamparados”, dijo la esposa.

La familia decidió irse de la vivienda donde ocurrió el ataque, ya que desde que entraban a la casa recordaban los tristes momentos que sufrió su ser querido.

Maureen y José Rodolfo tenían 15 años de vivir en unión libre, pero se respetaban como matrimonio, aunque, formalmente, no estaban casados.

“Para mi cumpleaños, un año antes de morir, me dio un anillo de compromiso; es sencillo, de plata, tiene las iniciales de él, las de nuestra hija y las de mi hijo grabadas. Todavía lo uso, aunque nuestro sueño de casarnos no se cumplió”, expresó Maureen.

El barbero José Rodolfo González Rugama se convirtió en una víctima inocente cuando le dispararon en 31 ocasiones. Fotos: Maureen Ramírez para La Teja
Maureen Ramírez conserva el anillo que le dio el barbero José Rodolfo González Rugama con el que le proponía formalizar su relación. Fotos: Maureen Ramírez para La Teja (Maureen Ramírez para La Teja /Maureen Ramírez para La Teja)

Él era hijo de una mamá nicaragüense y un papá panameño; justamente, nació en Panamá; sin embargo, y de acuerdo con la versión de Maureen, no contaba con un documento oficial que lo identificara. Esta era una de las razones por las que no se habían casado y también por la que no le había dado el apellido a su hija.

“Habíamos planeado viajar a Panamá para buscar algún documento de él, porque no tener sus documentos al día era algo que lo avergonzaba”, recordó.

Agregó que lo que José Rodolfo le contó es que había llegado a Costa Rica siendo un niño de 4 años y a los 10 años aprendió a cortar pelo, profesión que era la que le daba de comer.

“Nosotros nos conocimos por una amistad en común, nos enamoramos y él aceptó como propio a mi hijo mayor, que tiene una condición de Asperger (dificultad para entender el mundo y tendencia a aislarse). Casi nadie sabía que no era hijo de él, porque siempre fue una persona amorosa y lo trataba como propio”, comentó.

El barbero José Rodolfo González Rugama se convirtió en una víctima inocente cuando le dispararon en 31 ocasiones. Fotos: Maureen Ramírez para La Teja
El barbero José Rodolfo González Rugama fue sepultado en Desamparados, su hija siempre lo visita. Fotos: Maureen Ramírez para La Teja (Maureen Ramírez para La Teja /Maureen Ramírez para La Teja)

La familia aún conserva el armario de José Rodolfo con las gabachas de trabajo, la ropa y otras pertenencias.

“Yo conservo muchas cosas de él y el anillo lo seguiré usando toda mi vida, es la forma de honrarlo. Han sido años difíciles, porque queríamos tener una casa propia y cuando por fin nos estábamos estabilizando, me lo quitaron.

“Mi hija lo extraña mucho, para este mes que fue del Padre tuve que pedir en la escuela que no me la pusieran a hacer nada para el papá, porque tampoco tiene abuelito”, manifestó.

El barbero José Rodolfo González Rugama se convirtió en una víctima inocente cuando le dispararon en 31 ocasiones. Fotos: Maureen Ramírez para La Teja
El barbero José Rodolfo González Rugama y su hija, ella presenció el ataque. Fotos: Maureen Ramírez para La Teja (Maureen Ramírez para La Teja /Maureen Ramírez para La Teja)

La muerte de José Rodolfo fue investigada por el OIJ y la Fiscalía Adjunta de Alajuela, que llegaron a la conclusión que un sujeto de apellidos Gatgens Chacón había sido uno de los responsables.

El miércoles 8 de marzo del 2023 le impusieron 15 años de cárcel.

“De acuerdo con la pieza acusatoria, el imputado llegó al local, con el fin de asesinar a un cliente, por lo que accionó el arma unas 31 ocasiones en dirección a este. Según la prueba aportada por la Fiscalía, Gatgens hirió a esa persona, pero también agredió a González”, señalaron en el Ministerio Público.

Gatgens ya había estado preso por robo agravado, según consta en la resolución N.º 2019018709.

Las causas por las que intentaron matar al otro hombre nunca trascendieron y con la sentencia el caso quedó cerrado.

Alejandra Morales

Alejandra Morales

Bachillerato en Periodismo en la Universidad Internacional de las Américas y licenciada en Comunicación de Mercadeo en la UAM. Con experiencia en temas de sucesos y judiciales.

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