Doña Sonia Solano es la señora cuyos gritos y llanto estremecieron corazones en un video que círculo en redes sociales en el que se ve como un deslizamiento se lleva su casita en Acosta.
El jueves 7 de noviembre un terraplén provocó una emergencia en La Unión de Tres Ríos, en la que Dylan, de 3 añitos, murió sepultado mientras dormía, en un caso que enlutó al país.
Doña Sonia tuvo mucha suerte de haber podido salir de su casa a tiempo, pero según nos dijo, le ha tocado vivir días muy duros y difíciles desde el pasado 10 de octubre, cuando ocurrió el suceso en La Verada.
Esta ama de casa pasó de tener con mucho esfuerzo su casita a quedarse con una mano adelante y otra atrás, porque perdió todo. Así que desde que la emergencia se produjo ella se está quedando en el hogar de un hermano que la recibió con los brazos abiertos.
Doña Sonia asegura que se ha mantenido lejos de las redes para evitar que la gente la juzgue, porque asegura que, en los pocos mensajes que vio, algunas personas le dijeron que por construir la casa ahí se había caído, pero la realida fue otra, según afima.
“Yo tenía tres años de vivir en esa casa, y solo la bendición de Dios me la dio, porque yo no tenía como comprarme una casita. Yo pasé muchos años de mi vida alquilando, mi mamá todo el tiempo le pedía a Dios que me diera una casa, porque decía que no se iba a poder morir tranquila hasta saber que todos teníamos una casa, y, pues de los 12 que éramos (dos ya fallecieron) solo yo faltaba”, relató.
Ella le pidió a un señor de muy buen corazón que le donara un pedacito de tierra, en una zona montañosa en Acosta, en el puro “cucurucho” de la montaña, pero afirma que el sujeto le dijo que no, que mejor le iba a dar un pedacito en La Vereda, pues era menos peligroso. En efecto, así ocurrió; incluso, se lo dio con escritura.
Solano recuerda que para poder levantar esa casa tuvo que hacer una gran cantidad de rifas, hasta un cerdo sorteó.
“Mi familia me ayudó mucho, mi mayor riqueza son ellos, me regalaban plática para que yo pudiera terminar de construirla”, contó.
La afectada asegura que, supuestamente, no existía ningún peligro en ese sitio, porque con el sacrificio que representó hacer la casa, ella nunca se hubiera arriesgado.
“En la parte de abajo de la propiedad hay una quebrada que pasa casi todo el año seca, solo se llena cuando llueve muy fuerte, pero tampoco como que uno diga, es peligroso. Nos llamaba la atención que en la parte que daba a la orilla de la calle recientemente estaba mojado, muy mojado, pero también estaba lloviendo mucho, los aguaceros eran impresionantes”, comentó.
“Ese 10 de octubre un señor vino y le dijo a mi novio que había una grieta en el caño y él, muy alarmado, fue a revisar, pues se dio cuenta que los árboles se estaban moviendo, y la casa también. Entonces, me dijo que teníamos que salir ya, y que apenas íbamos a sacar algunas cosas. Él llamó a varias amistades para que nos ayudaran, pero todas las cosas grandes se quedaron dentro de la casa”, narró con profunda tristeza.
Doña Sonia asegura que después de 15 minutos de haber salido de la vivienda, el deslizamiento se la llevó frente a la mirada incrédula de ellos.
“Yo estoy agradecida con Dios por estar viva, y estar bien; la gente me dice que tengo que ser agradecida, que no nos pasó nada y, claro que sí, pero es que tengo un dolor que no le puedo explicar, solo yo sé los esfuerzos y los sacrificios para poder levantar esa casa, yo siento que algo de mí se fue con esa casa”, dijo Sonia.
“Yo no podía casi meterle a la casa y para cuidarla me ponía a pintar el perling debajo de aquellos soles para que durara. La tristeza que tengo hace que no coma, el agua me sabe como a bicarbonato, no puedo dormir porque cierro los ojos y quedo en el momento en que la casa se va. A veces, por el estrés me mareo y hasta me descompongo... algo de mí se fue en esa casa”, dice en medio de la angustia que vive.
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Solano nos contó que hace algún tiempo, a pocos metros de su casa, unas maquinarias estuvieron haciendo un muro en la calle, para evitar que en una curva que hay un carro se fuera a un guindo. Ella cree que eso provocó el agrietamiento en el caño por donde el agua se filtró pues, según afirmó, era demasiada la vibración de las vagonetas.
Esta señora ha recibido apoyo de su familia y de varias personas que la conocen y que han puesto su granito de arena para ayudarla a buscar una opción de casita. Sus sobrinos tienen planeado hacer varias actividades para colaborar.
“Estoy viendo cómo hago; yo no trabajo, yo lo que hago es que dos semanas al mes cuido a mi nieto y mi hija me da alguito por ayudarlo. Vea, hasta eso mi casita era el refugio de mis hijos, cuando estaban libres llegaban a quedarse conmigo. El dinero que he podido recoger yo digo que no es mío, es para la casita y lo tengo guardado en el banco, es muy poquito, pero así a poquitos tengo la esperanza de que en algún momento voy a poder comprar una casa o construir en algún lugar”, indicó.
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La mamá de doña Sonia otra vez está muy triste y angustiada al saber que su hija, de nuevo, no tiene un techito para vivir.
La afectada asegura que ella no quiere ni pasar por donde un día estuvo su casa, y aunque le ha tocado, ella no vuelve a ver para abajo, porque ahí en la profundidad, están sus recuerdos, entre ellos, uno de los objetos que más le dolió perder, una mesita que era de su papá, quien ya falleció.
Si usted desea ayudar a doña Sonia con algún material o por sinpe móvil puede hacerlo al teléfono 6267-6706.