Cuando a los ticos nos dan la mano agarramos el codo, por eso no es de extrañar que los reos que han recibido el beneficio de las tobilleras electrónicas agarren hasta el tobillo.
Según la Policía Municipal de Chepe, cada semana detectan, como mínimo, tres reos violando la vigilancia electrónica, con el dispositivo descargado o a punto de cometer algún delito.
Marcelo Solano, director de la Municipal, dice no haber recibido nunca un aviso del Ministerio de Justicia sobre un reo fuera de la zona permitida ni una petición de ayuda. Está convencido de que las tobilleras no son monitoreadas y los reos están en todas.
Asegura Solano que es común pescar a reos con tobilleras vendiendo droga o robando.
La ley de castigar su reincidencia debe ser estricta para proteger la continuidad del programa y el acceso de otros beneficiarios dispuestos a respetar las reglas porque las tobilleras electrónicas combaten el hacinamiento en las saturadas cárceles.
Ayudan, también, a reinsertar en la sociedad a los reos menos malos o cercanos a cumplir sus condenas.
Fines tan valiosos no deben ponerse en riesgo por los abusos de algunos presos y la falta de rigor en la vigilancia o al darser el beneficio.
Según el Ministerio de Justicia las labores de seguimiento se ejecutan con diligencia. Este año, afirma, han emitido 4.563 alertas de reos infractores. La cifra alarma porque solo hay 1.809 presos con tobillera y si las alertas son más del doble de los beneficiarios, algo huele mal.
Por la seguridad de los que viven cerca de un reo con este beneficio, y por el futuro del programa, estas debilidades exigen ser corregidas.