Sucesos

Policía tico encarcelado injustamente en Nicaragua logró que peligrosos reos lo protegieran

Diego Ortiz vivió una pesadilla al ser encarcelado en Nicaragua por hechos que no cometió

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Diego Ortiz vivió una pesadilla al ser encarcelado injustamente en Nicaragua. Foto Archivo.

Como una historia sacada de una película de Hollywood, así se podría describir lo que vivió Diego Ortiz Ortiz, un exoficial de la Fuerza Pública, quien fue encarcelado de forma injusta por un crimen que nunca cometió.

Como si el drama de esa difícil situación no fuera suficiente, también se le debe sumar el hecho de que Ortiz pasó ese tiempo encerrado en una prisión de Nicaragua, rodeado de peligrosos criminales.

Sin embargo, esa historia tuvo un giro inesperado, pues esos mismos criminales, a los que Ortiz les temía, terminaron por convertirse en sus protectores, esto gracias a la astucia del policía.

Al final, este caso, que ocurrió hace 20 años, tuvo un final feliz, pues Diego logró regresar a Costa Rica junto a su familia, tras vivir una experiencia que aún le causa pesadillas.

“Yo no me lo podía creer, veníamos navegando en una panga de Migración, y no podía creer la multitud de compañeros y amistades que me estaban esperando. Yo no me cansaba de darle las gracias a Dios por poder volver”, recordó Ortiz.

El caso de Ortiz, quien en este 2025 se pensionó de la Fuerza Pública, se inició el 1.° de octubre del 2005, cuando él, su hijo Jeiner y otras siete personas se encontraban cosechando maíz en una finca en México de Upala, cerca de la frontera norte. Ese día Diego se encontraba libre de su trabajo como policía.

“Cuando veníamos de regreso para la casa, nos encontramos con las autoridades nicaragüenses, debidamente identificadas, pero dentro territorio costarricense”.

Diego Ortiz, exoficial de Fuerza Pública. Foto cortesía.
Diego Ortiz se pensionó tras laborar por 30 años para la Fuerza Pública. Foto cortesía. (cortesía/Diego Ortiz, exoficial de Fuerza Pública. Foto cortesía.)

Diego recordó que en ese momento sintió miedo y tuvo un mal presentimiento; incluso, tuvo ganas de salir corriendo, pero de inmediato, se tranquilizó porque sabía que no habían hecho nada malo.

“Como dice el dicho, el que no la debe, no la teme, y yo estaba en mi país, entonces seguimos con nuestro camino, pero fue en ese momento cuando nos encañonaron con armas AK47″, recordó.

El expolicía contó que los militares los obligaron a entrar en territorio nicaragüense y su pesadilla empezó luego de que los soldados llamaran a una vecina de esa zona fronteriza para que los ayudara con una situación.

“Fueron donde una señora a preguntarle si sabía si alguno de nosotros era policía, y como la señora me conocía por ser policía fronterizo y porque llevábamos a nuestros hijos a la misma escuela, les dijo que yo era policía”, destacó.

Tras la confirmación, los militares se llevaron a Ortiz, a su cuñado y al conductor del tractor. A los demás, entre estos el hijo de Diego, los dejaron en libertad.

El expolicía contó que él y los otros dos hombres fueron llevados hasta la casa de un finquero, cerca del río Abelardo, donde pasaron la noche amarrados. Hasta ese momento, no sabían por qué los tenían detenidos.

“Mi esposa me mandó comida y no me la dieron, no nos dejaron comer nada y luego llegó una lancha rápida de ellos y nos llevaron hasta puerto San Carlos, donde ya nos metieron a prisión. Me engañaron diciéndome que al día siguiente iba a salir libre, porque por ser costarricense me iban a deportar por Los Chiles, cosa que no era cierta”.

Diego Ortiz, exoficial de Fuerza Pública. Foto cortesía.
Pese a lo que vivió, Ortiz no cambiaría nada de su historia como policía. Foto cortesía. (cortesía/Diego Ortiz, exoficial de Fuerza Pública. Foto cortesía.)

Al día siguiente, Diego se enteró del motivo por el que lo habían detenido, pues una persona, que formaba parte de las autoridades nicaragüenses, le dijo que lo iban a acusar penalmente por el secuestro de un policía nicaragüense, apellidado Castillo, quien estaba detenido en La Marina de San Carlos, en Costa Rica.

“A los ocho días de estar encarcelado con mi cuñado y el otro muchacho, a ellos los liberaron y los devolvieron a Costa Rica, pero a mí me pasaron al Ministerio Público. Me pusieron un defensor público muy bueno, me defendió como los grandes, pero era imposible, ya que era un problema muy grande de lo que me acusaban, pero todo era una gran mentira”, narró Diego.

Pese al esfuerzo del defensor de Ortiz, gracias a los alegatos de dos fiscales, una jueza decidió dictar tres meses de prisión preventiva contra el oficial tico.

El caso de Ortiz, por lo extraño de su detención, se volvió muy mediático y atrajo mucha atención. Por ese motivo fue trasladado a una cárcel que está ubicada a unas cinco horas de la frontera con Costa Rica.

Para Diego, esa situación fue terrible, pues el estar dentro de una cárcel ya es peligroso, pero es peor aún si los reos saben que se trata de un policía. Pero los privados de libertad no fueron la única preocupación del exoficial.

“Fue algo muy difícil, porque los mismos policías lo que hacían era provocarme para que yo cayera en ira y un montón de cosas más”, agregó.

Diego Ortiz tuvo que mezclarse con peligrosos criminales para sobrevivir en la cárcel. Foto.Manuel Vega (Manuel Vega)

Ortiz pasó dos meses encerrado en esa cárcel y, aunque fue un tiempo difícil, él está seguro que su preparación como policía y la mano de Dios lo sostuvieron para que no cayera en depresión.

“A mí me sirvió mucho ser policía, porque el policía es muy sufrido en la situación de que uno se aleja mucho de la familia, entonces yo me hacía como de que andaba en una misión por mucho tiempo”.

En ese lugar, Diego estuvo rodeado por muchos criminales, pero usó toda su astucia para ganarse la simpatía de los más peligrosos.

“Yo, como tenía muchos amigos de la frontera con Nicaragua, varios iban allá y me llevaban comida, entonces yo lo que hacía es que a quien veía más peligroso o violento, yo llegaba y compartía la comida con esa persona”.

Esa estrategia tan arriesgada al final terminó rindiendo frutos.

“Ellos notaban que yo pasaba día y noche sin dormir, entonces uno de los que estaba privado de libertad por asesinato me dijo: ‘Tico, yo veo que usted no duerme y está muy preocupado, yo sé por qué usted no duerme. Pero vea, de aquí en adelante nadie le va a hacer daño, nadie lo va a tocar. Usted es muy buena persona y ya nos dimos cuenta de su situación, y si quieren hacerle algo primero van a tener que pasar por nosotros’. Ahí fue donde yo empecé a agarrar un poquito más de confianza con ellos y a dormir mejor”.

Lejos de mejorar, las cosas empeoraron para Diego, pues al poco tiempo fue pasado a otras celdas en las que se encontraba completamente solo; incluso, recordó que el mismo encargado del centro penal le dijo que no se explicaba por qué lo habían enviado ahí.

“No tenía derecho a recibir sol, no tenía luz y la comida me la pasaban por una ventanita. A los días me empezaron a sacar a recibir sol, pero siempre con dos custodios, ahí me tiré dos meses”.

Diego lloró de la alegría el día que finalmente pudo regresar a Costa Rica. Foto Archivo.

La angustia de Ortiz aumentó aún más luego de que en noviembre del 2005 ocurriera la trágica muerte de Natividad Canda Mairena, un nicaragüense que murió en Costa Rica debido al feroz ataque de dos perros rottweiler.

“A mí me tiraron eso en cara y recuerdo bien que en televisión salió una señora diciendo que ellos podían hacer lo mismo, que tenían perros bravos; entonces, que podían sacarme para que me comieran los perros, para que vieran lo duro que era perder un ciudadano. Yo, hasta que me hacía chiquitito”, confesó.

Pese al enorme temor que sentía a diario, Diego nunca perdió la fe de volver a su amado país junto con sus seres queridos.

Gracias a las intervenciones de las autoridades ticas, las cuales nunca tiraron la toalla en el caso de Ortiz, el 16 de febrero del 2006 se desestimó el cargo de secuestro por el que la justicia nicaragüense pretendía condenar a Diego.

Según una publicación del periódico La Nación, esa decisión la tomó el juez Julio Acuña después de que el propio fiscal de San Carlos, Nicaragua, Francisco Palma, manifestó que no existían pruebas que justificaran la continuación del proceso judicial contra el tico.

Diego Ortiz, exoficial de Fuerza Pública. Foto cortesía.
Diego Ortiz, exoficial de Fuerza Pública. Foto cortesía. (cortesía/Diego Ortiz, exoficial de Fuerza Pública. Foto cortesía.)

Ortiz contó que, de acuerdo con su opinión, esa importante resolución también se dio gracias a que las autoridades costarricenses exoneraron de todo cargo al policía nicaragüense que había sido detenido en nuestro país.

“En la acusación decían que yo había ingresado a territorio nicaragüense, convencí al policía y me lo traje engañado a territorio tico para luego presentarlo a la Fiscalía, pero eso no era verdad. A este muchacho se le dio la libertad en Costa Rica y a mí también en Nicaragua”, recordó.

Ese mismo 16 de febrero del 2006, finalmente, Diego pudo regresar a su amado país. Aún recuerda el viaje en lancha que realizó con el personal de Migración que lo fue a recoger y cómo fue recibido por decenas de personas, entre familiares y compañeros.

Uno de los momentos más especiales fue cuando Ortiz se reencontró con su esposa e hijos. En ese momento, el valiente policía terminó llorando todo lo que no pudo cuando estuvo encerrado en Nicaragua.

“Mi hija tenía 15 días de nacida cuando me capturaron y ese día ya pude verla, cargarla y acariciarla”, recordó.

Adrián Galeano Calvo

Adrián Galeano Calvo

Periodista de Sucesos y Judiciales en el periódico La Teja desde 2017. Cuenta con un bachillerato en Relaciones Públicas de la Universidad Latina y una licenciatura en Comunicación de Mercadeo de la UAM. En el 2022 recibió el premio a periodista del año del periódico La Teja.

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