La costarricense Silvia Vílchez, quien fue brutalmente asesinada, al parecer por su propio esposo e hijo en Estados Unidos, es recordada por sus seres queridos como una mujer de mucha fe que siempre tenía a Dios muy presente en su vida.
Vílchez, de 55 años, formaba parte de una pequeña iglesia en la comunidad de Lewis Chapel, en el condado de Sequatchie, en Tennessee, donde por muchos años se dedicó a apoyar a otra mujeres para que mantuvieran su fe ante cualquier adversidad.
Así lo contó, al medio estadounidense Local 3 News, Jeff Smith, pastor de dicha iglesia, quien describió a la tica como una persona que llegaba a enriquecer las vidas de los demás.
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Según Smith, Silvia, a quien también conocían como Gaby, había llegado a la iglesia hace unos 10 años y hacía poco participaba en el ministerio de mujeres, en donde colaboraba asistiendo a los retiros.
El pastor reveló que Vílchez tenía una forma muy especial de ayudar a otras personas, pues ella se encargaba de coser a mano mantas de oración, sobre las que oraban para luego entregarlas a miembros de la comunidad que necesitaban apoyo u orientación en su camino de fe.
“Me sorprendió muchísimo la cantidad de personas a las que Gaby había llegado, tanto dentro como fuera de esta comunidad”, comentó el pastor, quien dijo que tras la muerte de Vílchez recibió decenas de llamadas de vecinos que querían organizar un homenaje para ella.
Ilusionada por retiro
Vílchez estaba muy ilusionada porque en pocas semanas iba a compartir una actividad muy especial junto a una de sus mejores amigas.
Así lo contó Treva Farley, amiga cercana de Gaby, en una entrevista que brindó al medio estadounidense Local 3 News.
La amistad entre ambas mujeres inició hace unos 10 años, cuando se conocieron en la iglesia a la que asistían.
Farley reveló que Silvia estaba muy ilusionada pues faltaban unas pocas semanas para que ambas participaran de un retiro de otoño planificado por la iglesia.
Lamentablemente, ese viaje quedó en solo un deseo, pues Vílchez fue asesinada, El hijo de la tica confesó a la Policía que golpeó a su mamá con un bate de béisbol y que luego junto a su padre quemó el cuerpo de Vílchez cerca de la casa.
Una bonita amistad
Farley recordó que Silvia empezó a asistir a la iglesia y que en aquel entonces hablaba un inglés muy básico, por lo que entre risas contó que ella era quien más ayudaba a Vílchez para que se soltara con esa lengua.
La amistad entre ambas se hizo muy fuerte, al punto de que eran inseparables, pues Farley contó que ella era quien llevaba y traía a la tica a la iglesia.
“Nos motivábamos mutuamente para ser mejores, y realmente creo que Gaby mejoró mi vida, y le estoy muy agradecida a Dios por haberla puesto en mi camino”, dijo Farley.
Tanto Treva como el resto de la comunidad están desconsolados por la trágica muerte de Vílchez, pues no comprenden cómo una mujer tan buena pudo sufrir una muerte tan atroz.
“Agradezco el último abrazo que nos dimos. Agradezco el último ‘te quiero’ que nos dijimos, y simplemente agradezco que Gaby fuera mi amiga. La quise muchísimo”, dice Farley.
El único consuelo que tiene la amiga de la costarricense es saber que ella ahora está en un lugar donde ya no sufrirá más.
“Nadie volverá a lastimarla, ni a herir sus sentimientos. Está a salvo, y la volveré a ver, y lo espero con ansias; guárdenme un lugar”, afirmó con nostalgia la amiga.
Aterrador crimen
En cuanto al crimen, según la autoridades, Vílchez fue vista por última vez el 28 de octubre anterior.
De acuerdo con los medios de comunicación Fox 17 y ABC 13 News, dos días después, el 30 de octubre, las autoridades allanaron la vivienda en la que vivía con su familia y descubrieron que estaban ante la escena de un asesinato.
“Según los informes, los agentes ejecutaron una orden de registro el 30 de octubre después de declaraciones contradictorias de su esposo y su hijo, quienes primero dijeron a los oficiales que Silvia Vílchez estaba en Costa Rica”, señalaron en ABC 13 News.
En la vivienda encontraron varias manchas rojas en la alfombra, que se cree eran de sangre; salpicaduras rojas en las paredes, los escritorios y las fotografías, y una aspiradora industrial con lo que parecía ser sangre. Luego encontraron el cadáver.
Los sospechosos del aterrador homicidio son su hijo Gabriel Vilchez, de 18 años, y su esposo David W. Gardiner, de 64 años, quienes permanecen detenidos.
“Durante un interrogatorio grabado, según consta en el informe de detención, Gabriel Vílchez admitió haber golpeado a su madre con un bate de béisbol mientras su padrastro observaba. Declaró que después la arrastraron hasta una hoguera y quemaron sus restos”, señala el mismo medio de comunicación estadounidense.



