Shawn Layden, el exjefe de PlayStation, acaba de meterle miedo a la industria de los videojuegos, ya que, a su parecer, a como van las cosas, estos están sentenciados a morir.
Leyden criticó el estado actual de la industria diciendo que las cosas no se pueden solucionar nada más sacando secuelas más grandes y más caras, que no tienen sentido, ni consolas cada vez más potentes.
A ojos del ejecutivo, la poca creatividad está amenazando los videojuegos.
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“Si vamos a depender, únicamente, de los éxitos de taquilla para salir adelante, creo que eso es una sentencia de muerte”, dijo en una entrevista durante el evento Gamescom Asia.
Incluso, criticó a consolas como el PS5 Pro, que más de una vez ha quedado demostrado que sus mejoras no se pueden diferenciar a simple vista, ya que son mínimas, a pesar de venir con un precio mucho más elevado de 700 dólares, unos 360.000 colones.
“Se ha estancado. Estamos en la etapa de desarrollo de hardware que yo llamo ‘sólo los perros pueden oír la diferencia’“, dijo Hayden, criticando que solo quienes tienen los últimos modelos de pantallas y tecnología pueden disfrutar al 100% de las consolas recientes.
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Ahora, ¿cuál es la solución?
Más allá de un reinicio de la industria como la conocemos, el ejecutivo les pidió a las grandes compañías que dejen de pelear en temas como teraflops y quién tiene la consola más grande y que, por el contrario, se concentren en crear mejor contenido, historias envolventes y personajes con los que uno se pueda relacionar.
A su parecer, los juegos que valen miles de millones de dólares para desarrollarlos no son la solución y, más bien, son insostenibles a largo plazo, ya que si no logran captar la atención de los jugadores, los grandes estudios van a sufrir pérdidas millonarias.
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Y ya estamos viendo las consecuencias, no pasa una semana en la que no se anuncien despidos masivos, recortes de presupuestos o, en el peor de los casos, el cierre de estudios de videojuegos.
La realidad es que la industria está en crisis y si algo no cambia, las consecuencias podrían ser fatales.