La paciencia y una buena preparación fueron parte de las claves de doña Edith González para llegar a la cima del monte Kilimanjaro, en Tanzania, el pico más alto de África.

Hace un año, el 24 de setiembre del 2022, esta vecina de Atenas centro estaba haciendo cumbre en una de las montañas más altas del mundo: 5.891 metros sobre el nivel del mar, luego de meses de un proceso para lograrlo y que la experiencia fuera satisfactoria.

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Doña Edith, quien era trabajadora social, se pensionó hace siete años y desde entonces le agarró más el gusto a las caminatas y practica lo que ella llama el envejecimiento activo.

“Luego de mi jubilación comencé a caminar más formalmente y logré llegar a la cima del Chirripó en el 2017 y también hice el Camino a Costa Rica, culminé las 16 etapas, en octubre del 2021.

“También subí el cerro Ena, en San Jerónimo de Pérez Zeledón y el cerro Dragón, en Aserrí. Otra caminata que logré hacer es el Camino de Santiago de Compostela, en donde recorrí 125 kilómetros, hace cuatro años”, recordó.

A ponerle

En el 2021 se animó a conquistar el Kilimanjaro y aunque ya hacía caminatas, tuvo que aumentar su nivel de preparación.

Doña Edith hace las caminatas con su hijo Gustavo y un día escuchó a unos conocidos decir que comenzarían la preparación para llegar a este monte y ella no se quiso quedar con las ganas.

“Cuando uno anda en este mundo escucha cuando los operadores turísticos organizan tours y escuché que se haría este recorrido al Kilimanjaro y yo le pregunté al organizador si yo podía ir.

“Él me dijo ‘claro que la puede hacer’ y aunque soy una adulta y ya me había preparado, debía hacer un proceso y fui muy obediente y acudí a varios profesionales”, contó.

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González hizo esta expedición con 11 personas más y convirtieron los alrededores del volcán Irazú como su segunda casa, ahí se prepararon para este ascenso.

Doña Edith comentó que pasaban varios días en las cercanías del Irazú para acostumbrarse al clima.

“Nos asesoramos con un grupo llamado Montañas para ser mejor, quienes realizan caminatas en Costa Rica y varias partes del mundo y nos ayudaron con la preparación.

“Llevé una dieta, recomendada por una nutricionista y también hago gimnasio tres días por semana, 1 día de natación y zumba el quinto día”, añadió.

“Pole, pole”

El viaje hacia el Kilimanjaro inició el 15 de setiembre del 2022 y el ascenso comenzó cinco días después.

“Hicimos una pequeña escala en Madrid, España y al día siguiente llegamos a Tanzania, en donde nos recibieron las personas encargadas del tour.

“Son personas muy amables, que lo acompañan a uno en todo momento y eso es importante, fueron muy solidarios y hasta te hacían rituales para que todo saliera bien y eso fue satisfactorio, porque luego vimos gente descompuesta, que no pudo continuar”, destacó.

El 20 de setiembre comenzaron el ascenso. El primer día caminaron 11 kilómetros y el personal que los acompaña llevaba las tiendas de campaña, alimentos y les prepararon bebidas calientes.

Doña Edith escuchó en el camino una frase que la marcó en su recorrido: “pole, pole”, que quiere decir despacio, en idioma bantú, que lo habla el 90 por ciento de la población de Tanzania.

5.891 metros mide el Monte Kilimanjaro.

“Al día siguiente desayunamos y caminamos, ahí hay un mayor grado de dificultad, pero se aprecia una vista muy linda y recorrimos en total 41 kilómetros.

“Por dicha el clima nos ayudó mucho, no llovió, no estuvo nublado y nos dijeron que la noche antes había nevado. Llevamos la ropa adecuada, para soportar el fríoy nos fue muy bien”, afirmó.

Llegó el día esperado, el del ascenso. Salieron a la medianoche y todos usaron focos para llegar a la cima.

“Tenía una mezcla de sentimientos encontrados, estaba muy emocionada, porque pese al cansancio que se acumula lo logramos, se hacía el recorrido muy despacio y todo el personal que nos atendió era muy amable.

“El camino era arenoso, por lo que los zapatos se hunden y en total eran siete kilómetros de caminata. Nadie nos presionaba, íbamos a nuestro ritmo y logramos llegar a la cima después de nueve horas. Corforme íbamos avanzando pensé en que lo logré”, destacó.

Ya en la cima doña Edith se fundió en un abrazo con su hijo y el guía le decía “supermamá, supermamá”.

“Nos quedamos en la cima como una hora, yo llevaba una manta que decía ‘sí' y aprovechamos para tomarnos fotos y presenciar la maravillosa vista”, comentó.

-¿Qué le dejó esta aventura?

“Que sí se puede, que todo está en la mente. Además, le recomiendo a otros adultos mayores practicar lo que yo llamo el envejecimiento activo, que se mantengan haciendo cosas que les gustan, yo le agradezco a Dios porque fue una hermosa experiencia.

“No hay que dejar de practicar actividad física, buscar hacer cosas que nos gustan y estamos valorando recorrer algunas montañas de México o Guatemala”, afirmó.