¿Ha visto usted a un jugador darle un abrazo a un árbitro y pedirle disculpas por el comportamiento de su padre en las gradas? De seguro la respuesta es no.
Pero esa situación se dio en un partido en Portugal el pasado 20 de enero.
Ese día el Moura AC y el Despertar SC, dos equipos de la región de Beja, en el sur de Portugal, jugaban un partido de la división de menores de diez años, cuando de pronto el árbitro Edgar Ramos decidió interrumpir el duelo al cuarto de hora de juego.
La causa fue el comportamiento muy agresivo del padre de uno de los jugadores del Despertar en las gradas.
“Este hombre estaba amenazando y perturbando el partido, frente a esta situación y como no había presencia policial, decidí pararlo”, señaló este viernes Ramos en una nota del diario deportivo A Bola.
Fue entonces cuando Martim Venancio, el hijo de este ruidoso y malcriado hincha, se dirigió hacia el árbitro y le dijo que si le podía dar un abrazo.
“Le dije enseguida que sí y él me respondió: ‘señor árbitro, le pido disculpas por el mal comportamiento de mi padre’”, se lee en el informe de Ramos, accesible en la página de Internet de la Asociación de Fútbol de Beja.
Para recompensar el gesto del niño, el árbitro decidió atribuirle una tarjeta blanca, herramienta lanzada por la Federación Portuguesa de Fútbol (FPF) en 2017 para promover el ‘fair play’ en todas las categorías hasta los 14 años.
Árbitro desde hace 20 años, Edgar Ramos no olvidará jamás el comportamiento del futbolista. “Me aporta la motivación para seguir ejerciendo esta función”, añadió.
Después de una ovación del público al niño, el partido pudo seguir. El padre continuó viendo el partido en una esquina de la grada, avergonzado por lo que había ocurrido.