El exorcismo que Andin tuvo que sufrir para “curarse” de su identidad de mujer transgénero sigue causándole pesadillas y ahora teme que ese tratamiento de choque destinado a la comunidad LGBT se generalice si el parlamento aprueba un controvertido proyecto de ley.
Desde hace 20 años, Andin es acosada por su familia que quiere cambiarla recurriendo a todo tipo de métodos, desde encerrarla varios días hasta bombardearla con versos coránicos, pasando por las duchas de agua helada a las cuales la sometía un imán (especie de sacerdote) para extirparle la “enfermedad”.
Fue llevada a la fuerza donde un extraño gurú. El hombre le mostró una mortaja (sábana para guardar cadáveres) y comenzó a rezar, y luego le dio la opción de renunciar a su vida femenina o ir al infierno.
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“Fue traumático, este horrible recuerdo permanece en mi mente y nada cambió”, dice Andin, quien acepta testimoniar bajo un nombre falso.
Los exorcismos son una prueba común para los homosexuales y las personas transgénero en Indonesia, donde reside la mayor población musulmana del mundo.
El avance del islam más conservador en los últimos años agudizó la discriminación de la minoría LGBT.
Muchos indonesios están convencidos de que la homosexualidad proviene de espíritus malignos que habitan en el cuerpo y que solo se pueden eliminar mediante la oración o el exorcismo.
Estos tratamientos podrían ser institucionalizados próximamente, ya que varios diputados conservadores presentaron un proyecto de ley titulado “Resistencia de la familia” que los opositores describen como anti-LGBT y sexista.
Según este texto, las personas transgénero se verán obligadas a una “reeducación” mediante exorcismos u otros tratamientos para “curarlas” de lo que se considera una desviación sexual.
Seis clínicas de Yakarta, la capital de Indonesia, ofrecen exorcismos para “curar” a las personas LGBT.