La capa de hielo flotante (banquisa) del océano Ártico se ha reducido a su segundo nivel más bajo desde que comenzaron los estudios satelitales al respecto, en 1979.
Hasta este mes, solamente una vez en los últimos 42 años, el casquete helado de la Tierra cubrió menos de 4 millones de km2.
El 15 de septiembre, la superficie estaba en 3,74 millones de km, según el Centro Nacional de Nieve y Hielo (NSIDC, por su sigla en inglés) de la Universidad gringa de Colorado Boulder. La cifra solo fue superada en 2012, cuando se redujo a 3,41 millones de km.
La tendencia es clara: la extensión de la banquisa ha disminuido un 14% por década durante ese periodo. El Ártico podría vivir un primer verano sin hielo a partir de 2035, según lo publicado el mes pasado por investigadores en Nature Climate Change.
Pero toda esa masa hielo y nieve derretidos no aumentan en forma directa el nivel de los mares, igual que unos cubitos de hielo derretidos no hacen que un vaso de agua se desborde, lo que hace que a muchos este problema no les importe, pero sí se trata de una seria alerta.
"La disminución de la banquisa del Ártico en verano es una de las señales más claras e inequívocas del cambio climático", señaló Julien Nicolas, experto en el Ártico del programa de observación de la Tierra, de la Unión Europea (UE).
Con el calentamiento global, cada verano se derrite una porción mayor del casquete ártico que no alcanza a recomponerse en el invierno, reduciendo cada vez más su superficie.
Desencadenante
Quizás lo más básico a destacar, de acuerdo a los científicos, es que una capa de hielo que se encoge no es solo un síntoma del calentamiento global, sino también un factor desencadenante.
“La disminución del hielo marino afecta al océano oscuro (profundo), lo que crea un poderoso mecanismo de retroalimentación”, explicó Marco Tedesco, geofísico del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia.
La nieve refleja el 80% de la fuerza radiativa del Sol de regreso al espacio.
Pero cuando esa superficie similar a un espejo es reemplazada por otra de agua azul profundo, se absorbe aproximadamente el mismo porcentaje de energía de calentamiento de la Tierra.
Y aquí no estamos hablando de una superficie equivalente a sellos postales: la diferencia entre el mínimo promedio de la capa de hielo desde 1979 y el punto bajo señalado hoy, más de 3 millones de km2, es el doble de Francia, Alemania y España juntos.
Los océanos han absorbido ya el 90% del exceso de calor generado por los gases de efecto invernadero, pero a un costo terrible, lo que incluye una química alterada, olas de calor marino masivas y arrecifes de coral moribundos.
Y, en determinado punto, advierten los científicos, lo que absorbe como esponja ese calor líquido puede saturarse.
Además, la situación actual, con el advenimiento de veranos sin hielo, dejaría sin alimento a los osos polares hasta la extinción hacia fines de siglo, según un estudio publicado en julio por Nature.