Los francotiradores rusos siguen apuntando a las calles desiertas de la localidad ucraniana de Stoyanka, pero Andrii Ostapets, de 69 años, espera poder llevarles alimentos a sus vecinos y gatos, si siguen con vida.
Este dueño de un museo privado volvió una semana después de haber huido de este pueblo ubicado una zona del oeste de Kiev, capital de Ucrania, pues oyó que las tropas ucranianas están echando para atrás a las fuerzas rusas.
“Vimos gente muerta, casas quemadas, vivimos un infierno”, cuando Rusia ocupó el pueblo, contó Ostapets protegido del intenso frío con una gruesa chaqueta de cuero.
El hombre cuenta que en la jornada anterior las tropas de Moscú fueron echadas de su granja.
“Los rusos no tienen ninguna posibilidad de permanecer con vida, pueden rendirse o morir”, afirmó.
Un viento muy frío sopla en Stoyanka, convertida en una localidad fantasma después de casi un mes de estar en la línea del frente oeste de los combates, luego que Rusia lanzó la ofensiva para conquistar Kiev.
El sonido de los bombardeos sigue escuchándose desde las colinas que rodean al pueblo, donde según los voluntarios ucranianos están los francotiradores rusos. A lo lejos se escuchan disparos.
Los combates continúan pese a que Moscú afirmó haber disminuido los objetivos de su operación en Ucrania, para centrarse en el este del país, en la zona del Donbás (donde hay territorios que se declararon independientes).
Ucrania afirma que está haciendo retroceder a los rusos, que están estancados en la ofensiva de Kiev, mencionando zonas como Stoyanka, que está a medio kilómetro del límite oeste de la capital ucraniana.
“Tengo un carro lleno de alimentos, para la gente y las mascotas que se quedaron aquí, les vamos a llevar comida”, afirmó Ostapets. “Estamos esperando el permiso y vamos a ir a salvar a quienes sigan con vida”.
Francotiradores contra civiles
Al acercarse a Stoyanka, la mayoría de las casas parecen estar vacías y algunas están destruidas por los bombardeos.
En un punto de control hecho con sacos de arena, hay grupos de personas que esperan para entregar ayuda y un miembro de un grupo militar de voluntarios les advierte que es un acto “suicida” intentar cruzar el centro del pueblo.
“Hoy fueron abatidos dos civiles por francotiradores”, indicó el voluntario de la milicia de defensa civil con un rifle Kaláshnikov en una mano.
La localidad sigue siendo blanco de tiros, morteros y bombardeos, muchos de los cuales vienen de los bosques aledaños, explicó el voluntario.
Muchos de los residentes que se atrevieron a permanecer en el pueblo se están quedando sin comida.
Al lugar llega sorpresivamente la hija de Ostapets, Snizhana Shokina, que afirmó que quiere ser parte de la ayuda. Esta guerra le “duele en el alma”, dice.
“No les dije a mis padres que iba a venir porque se iban a preocupar. Simplemente decidí venir”, contó la mujer de 45 años que tiene dos hijos. Snizhana afirmó que quería entregar comida y ayudar.
Un enemigo histórico
Sus padres huyeron de Stoyanka después de un bombardeo que alcanzó su jardín, lanzando a su madre al suelo y dejando un inmenso cráter.
Sus gatos “probablemente están muertos, pero esperamos que la mayoría sigan vivos”, dijo.
El camino que deben enfrentar los voluntarios es peligroso.
Los restos de una gasolinera ahora son un montón de metales frente a lo que solía ser la principal autopista del oeste de Kiev, que está llena de escombros.
Un vehículo conducido por una tropa de voluntarios revisa al equipo de periodistas de la AFP (agencia de noticias francesa) y les advierte que los francotiradores rusos están actuando en el cruce.
Pero Ostapets, un aficionado a la historia, afirma que Rusia es “un enemigo histórico” que se remonta a la sangrienta conquista de Kiev en el siglo XII.
“Los rusos se quedaron sin munición y se han dispersado en pequeños grupos. Con armas pequeñas y con francotiradores presentes, esta situación es difícil”, explicó Ostapets.
“Ellos mataron a cualquier criatura viviente, gatos, perros. Se quedaron sin provisiones, entonces entraron en todas partes y robaron todo”, señaló.
Pero con una sonrisa amplia y un puño levantado grita “¡Gloria a Ucrania!”.