Poco más de un año después de que el covid-19 fuera declarado como pandemia, China se enfrenta a una nueva amenaza, pero esta vez viene del desierto.
Se trata de una gran tormenta de arena en la capital Pekín, la mayor de los últimos diez años, que provocó la cancelación de 350 vuelos y agrava todavía más los problemas de contaminación.
La combinación de ambos fenómenos (tormenta y contaminación) dio lugar a un coctel peligroso para la salud y redujo la visibilidad en varios centenares de metros. Las fotos son muy impactantes.
En la red social Weibo (una especie de mezcla de Facebook y Twitter), numerosos usuarios hablaban sobre el tema. “Esta tormenta de arena anaranjada parece que es el fin del mundo”, consideró un usuario.
Algo entendible porque la tormenta “desapareció” algunos edificios emblemáticos como la Ciudad Prohibida o la sede de la televisión nacional, cuyo último piso, a 234 metros de altura, se ocultaba entre la bruma.
El Ayuntamiento de Pekín, una ciudad de más de 20 millones de habitantes, suspendió todas las actividades deportivas en el exterior en los centros escolares y aconsejó a las personas, especialmente a quienes padezcan problemas respiratorios, que no salgan de casa. Sin duda un hecho que recuerda los confinamientos vividos en China y el mundo por el coronavirus.
Con todo, muchos tuvieron que acudieron a trabajar este lunes, con la cabeza bien tapada y algunos, incluso, con gafas protectoras y mascarillas, sí esas mismas que el virus surgido en Wuhan nos obligó a incorporar a la vida cotidiana.
“Tengo la sensación de que cada respiración me acarreará problemas pulmonares”, declaró Zhang Yunya, una habitante de la ciudad.
Las tormentas de arena, procedentes del cercano desierto de Gobi, son frecuentes en primavera en el norte de China pero los ciudadanos de Pekín no habían visto un cielo tan cargado en años.
“Recuerdo que las tormentas de arena de hace diez años desaparecían al cabo de una hora. Pero mucho me temo que esta no se vaya antes de que acabe el día”, declaró Pan Xiaochuan, un experto en salud medioambiental de Pekín.
En el vecino país de Mongolia, seis personas murieron a causa de la tormenta, y otras 81 fueron declaradas desaparecidas, según las autoridades locales.
Aire peligroso
La calidad del aire era “peligrosa”, según el portal especializado aqicn.org. A primera hora de la mañana, el nivel de partículas nocivas era casi 20 veces superior al recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En los últimos años han escaseado los episodios de contaminación extrema en la capital china, pues el combate contra ese mal se ha convertido en un importante desafío en el país.
Para Pan Xiaochuan, el experto en salud medioambiental, la falta de precipitaciones observada en los últimos días explicaría el hecho de que la tormenta estuviera tan cargada de arena.
“Cuando no hay humedad, el polvo tiende a acumularse”, explicó.