El papa Francisco falleció este lunes 21 de abril, en su residencia en la Casa Santa Marta, a los 88 años.
El pontífice argentino, afectado por una fuerte crisis respiratoria desde hace más de dos meses, pasó sus últimos días lejos del hospital, según lo reportado por el cardenal Kevin Farrell, camarlengo del Vaticano, quien fue el encargado de hacer oficial la noticia.
Antes de morir, el líder de la Iglesia Católica dejó claras instrucciones respecto de cómo debía ser su despedida, marcando una diferencia notable respecto a lo habitual en los funerales papales. En noviembre del año pasado, Francisco solicitó que su funeral se realizara con una ceremonia más sobria, sin el uso de tres ataúdes, báculo papal ni catafalco, eliminando algunos elementos simbólicos que por siglos acompañaron estas exequias.
Una de las decisiones más significativas fue su petición de no ser enterrado en la tradicional basílica de San Pedro, donde reposan la mayoría de los papas. En su lugar, el Papa Francisco expresó su deseo de descansar en la basílica de Santa María la Mayor, un templo mariano con más de 16 siglos de historia, situado en el monte Esquilino, en Roma.
Esta iglesia es uno de los cuatro templos papales más importantes del mundo y posee un profundo valor simbólico para Francisco. Durante su pontificado, fue un lugar que visitó frecuentemente para rezar a la Virgen María, especialmente antes y después de cada viaje apostólico. Según la tradición, esta basílica fue inspirada por una aparición mariana, y cada 5 de agosto se conmemora el “Milagro de la Nieve” con una emotiva ceremonia en la que pétalos blancos caen desde el techo.
El templo también conserva importantes reliquias como las de San Jerónimo y San Matías, además de albergar la tumba de la familia Bernini. Su historia artística y espiritual fue determinante en la elección de Francisco para convertirlo en su lugar de descanso eterno.
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El funeral, siguiendo sus deseos, también evitará la exhibición del cuerpo en un catafalco. El féretro será expuesto de manera simple, sin el báculo papal, y se dará espacio para la veneración de los fieles de una forma más cercana, centrada en la fe más que en el protocolo.
Tal como informó El Heraldo 130, el Papa Francisco insistió en que su despedida debía reflejar su vida pastoral: humilde, centrada en Cristo, y alejada del poder terrenal. Así, incluso en su partida, Jorge Mario Bergoglio quiso dar un mensaje claro sobre el significado de servir como discípulo de Jesús.
Noticia creada con ayuda de inteligencia artificial, revisada por un periodista.