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Exagente del OIJ: “El caso de Wendolyn nos marcó amargamente el resto de nuestras vidas”

Investigadora pensionada del OIJ recordó todo lo que vivió mientras buscaban desesperadamente a una niña de 8 años que se perdió

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“El caso de Wendolyn nos marcó amargamente el resto de nuestras vidas”, asegura Johanna Romero Solano, exagente del OIJ, a quien entrevistamos el pasado viernes 10 de agosto sobre el caso de Wendolyn Blackshaw García, una niña de ocho años que se desapareció en Zetillal de Guadalupe, el 4 de agosto de 1989.

“Usted no se puede ni imaginar todo lo que hicimos. Revolcamos cielo, tierra y mar, buscamos hasta debajo de las piedras. Durante muchas semanas desayunábamos, almorzábamos y comíamos Wendolyn. Yo todos los días me soñaba con ella, entraba a trabajar a las siete de la mañana y todavía en la madrugada estaba dándole al caso… hasta el día de hoy, algunas noches, me salta una eterna pregunta: ¿qué no hicimos por Dios?", dijo Romero.

Wendolyn se perdió el cuatro de agosto de 1989, hasta el día de hoy nadie sabe absolutamente nada de ella. Foto Mayela López. (Mayela López)

Doña Johanna ya está pensionada, trabajó 23 años en el OIJ (ingresó en 1979), ya tenía 10 trabajando cuando desapareció Wendolyn.

“En aquellos años cualquier situación con un menor de edad se iba directo a lo que se llamaba Sección de Menores. Recuerdo que cuando entró el caso actuamos de inmediato, se sabe que en una desaparición el tiempo es fundamental", recordó la exagente.

La buscaban 24 horas al día

Romero asegura que las fuerzas de esa sección del OIJ se concentraron en el caso de Wendolyn.

“El caso como tal se le asignó a un compañero, Jorge Barquero (ya fallecido), entonces todos los demás, había como diez investigadores en ese entonces, le ayudábamos en todo lo que se podía. Por casi tres meses el caso de Wendolyn fue prioridad para todos, atendíamos otros casos, pero había que darle toda la importancia a ese.

“Entrevistamos a todo el mundo: familia, amigos, compañeritos, la maestra, vecinos, gente allegada, al papá, a quienes vivían en esos 400 metros de distancia, a todo el mundo, no se nos quedó nadie por entrevistar, pero no logramos nada”, recordó la exinvestigadora.

Hasta el día de hoy, una de las agentes del OIJ que estuvo en el caso, se hace siempre una pregunta: ¿qué dejamos de hacer?. Foto Mayela López. (Mayela López)

Doña Johanna recordó que a Wendolyn la rastrearon por tierra, por aire y por mar. Todas las salidas internacionales se verificaron, por el aeropuerto Juan Santamaría, por los puestos marítimos de salida en el Pacífico y el Caribe, así como las fronteras de Paso Canoas y Peñas Blancas, pero nada dio resultados.

“Zetillal era demasiado diferente en 1989, la mayoría eran cafetales o charrales, esos también los peinamos completamente, buscamos hasta debajo de las piedras, revolcamos la tierra de toda la zona con equipo especial, incluso, para esa época estaban entrenados los primeros perros de búsqueda de personas, fue la primera unidad canina de Costa Rica, los tenía la municipalidad de San José, los pedimos prestados y con esa ayuda revisamos una y otra vez la zona, pero nada”, comentó.

Sin una sola pista

La exagente aceptó a hablar con nosotros porque definitivamente ese, para ella, fue el caso de casos de su vida en el OIJ.

“Siempre me quedó un sabor demasiado amargo con el caso de Wendolyn, un dolor muy profundo. Yo me soñaba con ella. Como madre me ponía en los zapatos de la mamá y era frustrante que no se avanzara en la investigación, era un agobio diario.

“Todos los días nos preguntábamos qué no hicimos, qué hicimos mal, cuál rastro no seguimos. Si bien Jorge era el encargado, todas las semanas le decíamos que nos diera algo del caso para ayudarle. Estoy segura que la desaparición de Wendolyn marcó un antes y un después para el país entero, como que antes de eso no se perdían los niños.

“Era durísimo porque uno no sabía para dónde agarrar, nunca apareció nada, ni su ropita, ni su bulto, ni lo útiles, nada, fue como si se la hubiese tragado la tierra”, reconoció la exinvestigadora, quien asegura todos sus compañeros y ella, usaron toda su inteligencia, tecnología y estudios, para tratar de encontrar a la niña.

Wendolyn se perdió a los ocho años, en estos momentos tiene 37. Foto Mayela López. (Mayela López)

Tatuaje en el alma

Doña Johanna contó que recibían cientos de llamadas falsas por día y que jamás descartaron ninguna, por eso, estuvieron en las siete provincias tratando de confirmar si una pista era verdadera, pero todas terminaban en nada.

“No le voy a mentir, fue tal la desesperación por encontrar a Wendolyn, que hasta visitamos unas personas de esas que dicen ser adivinos y expertos en saber el futuro y que sabían exactamente dónde estaba la niña, pero todo terminó, como casi siempre terminan esas cosas de adivinos y brujos, en pura charlatanería”, aseguró.

A los agentes les afectó tanto el caso que doña Johanna no oculta que Wendolyn se le metió en su hogar.

“Yo me volví una protectora obsesiva con mis hijos, de hecho, mi hija que ya casi se gradúa de la universidad, me dice que ella no tuvo infancia por culpa del OIJ, claro, yo no la dejaba salir ni a la puerta… así nos marcó a todos el caso de Wendolyn es algo que llevaremos hasta el final de nuestros días, es un dolor eterno”, concluyó.

Eduardo Vega

Eduardo Vega

Periodista desde 1994. Bachiller en Análisis de Sistemas de la Universidad Federada y egresado del posgrado en Comunicación de la UCR. Periodista del Año de La Teja en el 2017. Cubrió la Copa del Mundo Sub-20 de la FIFA en el 2001 en Argentina; la Copa del Mundo Mayor de la FIFA del 2010 en Sudáfrica; Copa de Oro en el 2007.

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