Manrique Hidalgo, experimentado piloto que ha sobrevivido a dos accidentes aéreos, conversó con La Teja para ofrecer su análisis sobre las posibles causas del accidente de la avioneta en Escazú.
En dicha tragedia, ocurrida el lunes pasado en Pico Blanco, Escazú, murieron cinco personas y sobrevivió Paola Amador, una trabajadora del sector turístico.
Desde que se dio a conocer la noticia de esta catástrofe, surgieron muchas teorías, entre esas una falla mecánica, un fallo del piloto, y hasta una falla en el área de control.
LEA MÁS: Accidente de avioneta: mamá de joven demandará a empresa como responsable de la muerte de su hijo
“El gremio de la aviación coincide que fue un fallo del piloto, pero también un fallo del controlador”, explicó Hidalgo, quien tiene años de experiencia en aviación.
Manrique agregó que la responsabilidad siempre la tiene el piloto, ya que este va al mando, pero considera que deben abrir una investigación, ya que señala que el sector (Pico Blanco) no era un lugar para volar a la altura en la que iba.
“Creo que la avioneta bajó más de lo que debían bajarlo, pero las autoridades tienen que investigarlo y lleva rato”, agregó.
Hidalgo expresó que hay actitudes mínimas (denominación que recibe la posición del avión respecto al horizonte) según el sector y que a Miranda le tuvieron que haber dado lectores de radar (sirve para rastrear objetos en el espacio aéreo en tiempo real), si iba a volar por debajo de ese mínimo. Además agregó que a él nunca le tocó maniobrar una situación como la de Pico Blanco, aunque sí confesó que tuvo dos accidentes bastante violentos.
LEA MÁS: Papá de piloto accidentado en Pico Blanco falleció en una recordada tragedia aérea
“El primero fue el 1987, en Nicaragua, cuando me dispararon un misil, mientras andaba un avión carguero, pero es diferente, porque lo que había que hacer era maniobrar con un motor menor. El segundo fue en el 2013, mientras le hacía vuelo de prueba a un avión, porque tenía motor nuevo y el motor falló, entonces yo lo primero que hice fue hablar a la torre”, contó.
Manrique cuenta que el segundo accidente lo dejó marcado porque él vio una plaza donde posiblemente podría aterrizar, pero cuenta que tuvo que tomar una decisión de momento y aterrizar en otro lado, porque ese día había unos niños en la plaza.
“En último momento le dije al de controles que no iba a aterrizar en la plaza, sino al lado porque había niños jugando. Cuando aterrice al lado, varias personas llegaron a ayudarme a salir del avión”, comentó.
El experto en los aires cuenta que ese segundo accidente le dejó 23 cirugías y que incluso un padre le llegó a dar el último adiós, porque aparentemente le quedaban horas de vida, pero la fe de su hija y el poder de la oración lo hicieron mantenerse con vida.
Le dio clases
Este experimentado piloto comentó que él conocía a Mario Miranda, a quien le dió clases en algún momento.
“Yo preparo a la gente para que hagan exámenes en algunas de las empresas, y él se estaba preparando; habíamos hablado y tenido varias clases para que se presentara bien al examen”, añadió el piloto.
Hidalgo confesó que Mario era un alumno excepcional, porque era muy agradable y muy buen piloto.
Manrique, quien ahora está pensionado, confesó que en su momento conoció al papá de Mario Miranda, don Cleto Miranda, quien falleció después de estrellarse contra una vivienda en Pavas, en el año 2000, justamente de un vuelo que hacía de Tortuguero, igual que su hijo.
“No trabajamos juntos, pero en algún momento tuvimos una convivencia y manteníamos una buena comunicación”, agregó el capitán.
Este medio se puso en contacto con la Dirección General de Aviación Civil, con el fin de saber si existe una investigación por la decisión de la torre de control, pero no obtuvimos respuesta.