Cinco policías penitenciarios se pasaron de bando para ayudar a un reo a vender droga dentro de la cárcel de Pococí.
Por cada medio kilo que metían podían echarse hasta 900.000 colones y se “redondeaban” ese monto porque cobraban ¢80.000 por meter un celu a prisión y ¢20.000 adicionales si llevaba cargador.
La labor que tenían que hacer no era nada del otro mundo, solo les tocaba recoger los paquetes de drogas que unos bichos hacían “volar” tirándola por encima de la malla del centro penal.
Pero este miércoles el OIJ le puso candado al negocio. Por medio de 13 allanamientos, los agentes lograron desmantelar la banda a la que pertenecían. Los operativos se llevaron a cabo en Cariari, Guácimo, Pocora, Puriscal, San Rafael de Heredia y en la cárcel Carlos Luis Fallas, en La Leticia de Pococí.
Walter Espinoza, director del OIJ, explicó que lograron detener a los cinco policías, que son de apellidos Brenes Vega, Paguagua Jiménez, Rivera González, Anzora Salazar y Jiménez Sandoval; agarraron también a siete sospechosos más –cinco hombre apellidados Brenes Vega, Vargas Arias, Hurtado Muñoz, Araya Sibaja, Camacho Chaves– a y dos mujeres de apellidos Pérez Montero y Martínez Slack.
Según dijo Espinoza, las personas detenidas tenían distintas labores en la organización, que iban desde el almacenaje de drogas como cocaína y marihuana, hasta el transporte a las cercanías de la cárcel. La banda estaba siendo investigada desde agosto del año pasado.
Droga ‘voladora’
El OIJ indicó que los paquetes de drogas literalmente llegaban volando a la cárcel de Pococí por el “método” que utilizaba la banda.
Trascendió que el grupo recurría vecinos de Cariari para que se metieran por una zona montañosa y caminarán hasta uno de los costados de la cárcel desde donde tiraban los paquetes por encima de las mallas. Lo que seguía les correspondía a los oficiales.
“Como estos policías eran ubicados en los fortines, que son las torres de vigilancia que están en los perímetros de la cárcel, tenían acuerdos con terceros y esos sujetos se acercaban a las mallas externas, lanzaban las drogas o las dejan en un lugar accesible y el policía las recogía”, detalló Espinoza.
De acuerdo con la investigación del OIJ, quien había reclutado a varios policías es un reo de apellido Camacho y que está encerrado en esa cárcel desde el 2009 por una violación.
Según trascendió Camacho también se encargaba de encontrar compradores dentro de la cárcel y de recibir la droga de los oficiales que la habían recogido.
La banda contaba con una “administradora”, una mujer de apellido Pérez que se encargaba de todo lo que tenía que ver con los pagos a los miembros de la organización por medio de transferencias bancarias.
“Esta mujer, a la que ya detuvimos, le llevaba la contabilidad y recibía en dos cuentas bancarias los depósitos del dinero que se generaba como consecuencia de la venta de la droga y también para pagar la droga”, explicó Espinoza.
Envíos internacionales
Un aspecto que le llamó mucho la atención al director del OIJ es que Camacho no solo autorizaba transferencias para pagarles a los miembros de la banda, sino que también movía grandes cantidades de dinero fuera del país hacia Estados Unidos.
“Las transferencias son en dólares y él no tiene actividades negociales conocidas y está privado de libertad desde el 2009. El ingreso de estas sumas y la constancia de estas nos hace pensar que puede haber algún inversor internacional, eso apenas lo estamos investigando”, añadió.
Espinoza indicó que ya se está coordinando con autoridades de Estados Unidos para determinar quién o quiénes reciben esa plata en el extranjero.